Relato de Mariano Pondal de su ida en bicicleta a la base del Tuzgle para ir con la AAM-Parte 1

Relato del viaje en Bicicleta para ir al Tuzgle

con mi Club, la Asociación Argentina de Montaña

 

 

Parte 1

 

Día 1 – 15 de Septiembre de 2018: Tilcara – Purmamarca

 

        Bajé del ómnibus en Tilcara a las 7:30 con ansias de empezar a pedalear todo lo que pueda en el día, así que me puse a desembalar la bici, armarla y a amarrar el equipo que iba a llevar por fuera de las alforjas/mochila.

        Ese entusiasmo por pedalear desapareció cuando vi la cantidad de cosas que estaba cargando y encima de una forma improvisada ya que nunca me puse a probar cómo cargar todo el equipaje estando en mi casa antes de partir.

        Cuando la bici estuvo lista me di cuenta que no iba a ser un viaje fácil y decidí fijarme un objetivo corto para ese primer día: llegar hasta Purmarmarca (25 km prácticamente todo en bajada).

        Inicié la travesía a las 9 todo muy tranquilo y apenas un rato después ya estaba en Purmamarca. Lo primero que hice al llegar es ir directo al camping “Los Colorados de Chavelita”, armar la carpa, calentar agua y después salir a tomar mates a la plaza.

        Durante la tarde hice el recorrido los colorados en bici para luego volver al camping, dejar la bici, poner a calentar más agua y salir a hacer una caminata por el cerro frente a Purmamarca para ver el cerro de los 7 colores al atardecer.

        Esa noche al volver al camping me encuentro con dos motociclistas que al día siguiente también querían ir para Salinas Grandes y me invitaron a cenar unos fideos con ellos.

 

 

Día 2 – 16 de Septiembre de 2018: Purmamarca – Saladillo

 

        Al día siguiente me levanté temprano, desayuné, desarmé la carpa y de vuelta a amarrar todo a la bici. Hacía un poco de frío pero el cielo no tenía ni una nube lo que me indicaba que se venía una jornada calurosa. Estuve saliendo del camping a las 07:40 directo para las Salinas, que era el objetivo del día.

        Aproximadamente a los 6 kilómetros hice la primera parada para comer algo en un paraje que se llama La Ciénaga. Los rayos del sol aparecían detrás del cerro que aún me hacía sombra. Continué pedaleando un tramo más y ya pasando por el puente, el sol me daba de lleno aunque un poco más adelante alguna que otra pared de las que se alzan al costado de la ruta me daban sombra.

        A las 10 de la mañana llegué al pie de la cuesta del Lipán y paré por segunda vez para desabrigarme, elongar (creo que fue la única vez en todo el viaje que elongué) y comer una barrita de cereal. La cuesta del Lipán me daba bastante temor y la encaré con cuidado a un ritmo suave. Una hora después ya tenía de frente el colosal zigzagueo de la cuesta con varios vehículos subiendo y bajando que se veían a lo lejos como hormigas mientras que a mí me comenzaba a azotar un viento desde el oeste que me dificultaba avanzar.

        Alrededor de las 12 me detuve en una curva donde no me daba el viento a almorzar, había recorrido unos 23 kilómetros.

        Después del almuerzo retomé la marcha, ya con mucho más viento que directamente me hacía imposible pedalear, así que me tuve que bajar de la bici y empezar a pecharla caminando. Luego al girar en las curvas del zig-zag el viento me tocaba a favor y podía pedalear esas partes hasta llegar a la próxima curva donde cambiaba de sentido, el viento me volvía a frenar y me obligaba a parar. Cerca de las 15 hs y cuando llevaba casi 28 kilómetros me crucé con los motociclistas que me habían invitado a cenar la noche anterior que volvían de las salinas, me preguntaron si venía bien y si tenía agua y me alentaron para que siguiera indicando que ya me quedaba poco, lo que no me avisaron, es que después de la curva que tenía por delante tenía todo viento, hasta el final de la cuesta. Este último tramo apenas me pude subir a la bici y pedalear en algunas pocas ocasiones, y como lo tuve que hacer caminando y con viento llegué a cubrir esos 6 km, que me faltaban para terminar la cuesta, a las 18 hs.

        Ya no había tiempo para llegar a las salinas ese día, así que me saqué una foto en la cota de los 4170 msnm, me subí a la bici para bajar en dirección a las salinas y logré llegar hasta el Saladillo, un caserío que está a 15 km antes de Salinas grandes.

        Eran las 19 hs. y todavía había algo de luz como para ver las casas del lugar. Me fui a ver si conseguía queso de cabra en una de las casas en donde había comprado el año pasado. Para mi sorpresa la casa estaba cerrada, como no encontré a nadie en el lugar, alcancé a divisar un grifo fuera de la casa y aproveché para cargar un poco de agua porque ya andaba con lo justo.

        Me volví hacia el lado norte de la ruta, ya de noche y con mucho frío me puse a armar la carpa dentro de unas construcciones de piedra abandonadas que están junto al bar “La Pekana”. Cuando a duras penas conseguí acampar, me puse a cocinar una polenta con salsa que como estoy acostumbrado a compartir carpa con mi novia, me salió para dos personas. En eso que intentaba terminar la cena me rendí ante el cansancio y quedé dormido.

 

 

Día 3 – 17 de Septiembre de 2018: Saladillo – Susques

 

        Sonó el despertador a las 7 y lo pospuse un montón de veces. Cuando me terminé de despertar calenté la polenta, preparé café y completé el desayuno con chocolates. Después a desarmar la carpa y a cargar todo sobre la bici.

         Ya desde el campamento tenía una hermosa vista de las salinas, y después de un poco de pedaleo ya estaba en Salinas Grandes pero lo que más impacto me causó fue que al ver hacia el suroeste aparecía el volcán Tuzgle al fondo, sobresaliendo por encima de los cerros más próximos. Ese primer contacto visual me hizo concentrarme en el objetivo que alcanzaríamos unos días después con los compañeros de la Asociación Argentina de Montaña en la expedición al Tuzgle. Con esa meta en mente seguí pedaleando con dirección a Susques, mirando hacia el volcán cada vez que podía.

        Pasando las salinas, en un bar frente a la entrada a tres pozos cargué agua teniendo en cuenta que era posible tener que pasar la noche al costado de la ruta.

        Seguí pedaleando con todas las ganas por unas rectas interminables, pasando por un caserío y después de un largo rato de pedaleo sin parar aguantando las primeras ráfagas de viento en contra, paré a descansar al final de la última recta, antes de atravesar la Quebrada del Mal Paso, en donde hay un cartel que advierte que hay fuertes pendientes en subidas y bajadas durante 20 km.

        El resto del camino hasta Susques fue bastante difícil, con mucho viento que me obligaba a caminar y a veces hasta me tiraba. Llegando al final de la primera cuesta un chico se detuvo y me regaló unas frutas que fueron geniales para hidratar y tirar el último tramo hasta Susques.

       Llegué a Susques a las 19 hs con el último rayo de sol perdiéndose tras las montañas, fui al primer hospedaje que encontré, lo cual fue un error, porque no tenían agua para ducharse pero igual el hecho de poder dormir en una cama después de haber andado más de 80 kilómetros me vino muy bien.

 

Día 4 – 18 de Septiembre de 2018: Descanso en Susques

 

       Al día siguiente me levanté sin ganas de seguir pedaleando, cambié de hospedaje al hotel “El Kactus” y pasé el día descansando en la habitación. Sólo salí para dar unas vueltas a pie y a hacer compras.

 

Día 5 – 19 de Septiembre de 2018:  Susques – Pastos Chicos

 

       El día estaba increíble, con sol y sin viento. Comencé a hidratar, compré más frutas y tomé unos mates antes de salir. A todo esto, se hizo tarde y salí pasadas las 12 de Susques.

       A los pocos kilómetros encuentro el empalme con la ruta 40 y empieza el camino de ripio, lo que hace que me cueste mucho más ir a un buen ritmo.

       Después de pedalear/pechar la bici por largo rato llegué, a Huancar en donde paré para almorzar. El hombre que me atendió en el almacén me dijo que para Pastos Chicos ya no tenía tanta subida sino que era más llano. Resultó ser que si bien las cuestas que quedaban eran pocas había varios badenes repletos de arena en donde la rueda se enterraba y el ripio estaba lleno de serruchos que a día de hoy los extraño pero en ese día los terminé odiando.

        Pasados unos pocos kilómetros de Huancar, apareció a lo lejos el Tuzgle, y pedaleé con más ganas el último trecho con varias rectas largas hasta el camino de desvío a Pastos Chicos.

       De ahí llegué al pueblo en unos minutos. Me quedé en el hospedaje de Luis Benavidez, quien vive en el pueblo hace muchos años y además atiende el CAPS en donde hay acceso a una red wi-fi y tiene la radio fm 100.1 Pastos Chicos. Tomé unos mates mientras Benavidez me narraba su historia, cómo llegó al pueblo y se organizó con la gente del lugar para refaccionar y ampliar el CAPS. También me contó acerca de las dificultades que tienen al vivir en esa zona, lo cual motiva a que los pobladores emigren hacia la ciudad.

       Al terminar la merienda me duché, cené y me fui a dormir a medianoche.

 

 

Día 6 – 20 de Septiembre de 2018: Pastos Chicos – Juguetería

 

        Salí de Pastos Chicos a las 12 del mediodía cuando terminé de desayunar y armar toda la bici. Salí  por un camino que me dijeron era más corto para llegar a la ruta 40 pero me perdí, volví al pueblo y me di media vuelta y al final cuando llegué a la ruta ya estaba cansado.

        El trayecto hasta Puesto Sey, se me hizo eterno, una recta interminable todo serrucho y con unos metros de arena. Encima estaba convencido que solamente tenía 10 km para llegar.                                         Al rato de andar veo que había una curva hacia la derecha y tenía la esperanza de que se empezaría a ver el pueblo una vez que doble por ahí. Pero llegué y seguía otra recta interminable. Poco después de la curva me pasó un ómnibus que va para Puesto Sey y volví a pensar que me faltaba muy poco.

        El tramo se me hizo largo y terminé llegando al pueblo a las 15:20 hs, almorcé y cargué agua hasta tener 11 litros, como para llevar a la juguetería y al día siguiente al campamento base en el volcán Tuzgle.

       Salí rumbo a la Juguetería a las 16:30 yendo muy lento por el peso que llevaba. Paraba de vez en cuando para controlar que todo esté bien con la bici. Al entrar en la Juguetería el paisaje no me dejó de sorprender, todas las piedras desparramadas por todos lados daban la sensación de estar en otro planeta.

        Acampé detrás de una enorme piedra partida al medio que está equipada con vías de escalada. Mientras tomaba unos mates contemplaba con asombro cómo el anochecer me traía una luna llena que iba iluminando toda la quebrada en donde me encontraba para culminar con un cielo estrellado, generando un paisaje que jamás imaginé encontrar en ese lugar.

       Más tarde llegó el frío y apuré la cena que consistió en una sopa de fideos por segunda noche consecutiva. Como al terminar de comer empezó a soplar mucho viento, llené de piedras los faldones de la carpa y entré a la carpa pero el sonido de silbido del viento me daba miedo y no conseguí dormirme hasta muy tarde.

 

 

Día 7 – 21 de Septiembre de 2018: Juguetería – Campamento Base Tuzgle

        El día siguiente amaneció con mucho frío y esperé a que saliera el sol para que descongele el agua de mi botella. El paisaje al amanecer fue igual de espectacular que el del día anterior. Desayuné un café bien caliente con chocolates, saqué unas fotos, levanté el campamento y retomé la ruta 40, rumbo hacia el volcán.

        El día se puso algo caluroso, más tarde y por momentos, me perseguían insectos. Ya estaba abandonando la Juguetería, así que antes de seguir me refugié a la sombra de otra gran piedra para comer algo y ponerme protector.

        El terreno seguía siendo difícil, sumado al calor, la gran cantidad de peso que llevaba y a la altitud, me hicieron avanzar a una velocidad muy baja. Los últimos kilómetros hasta la huella que sube al volcán los hice más que nada caminando.

        Estuve en el camino que sube al Tuzgle a las 16 hs intentando subir con la bici, pero resultaba muy difícil. Decidí dejar la bici abajo, almorzar y subir a pie por el camino para buscar un lugar de acampe y luego regresar con la bici. Llegué a pechar la bici hasta arriba recién a las 19:30.      

        Media hora después estaba esperando a que llegue el grupo que subiría al volcán con la carpa ya armada.

        A las 21:45 decidí bajar a esperar a mis compañeros pero el frío me hizo volver a abrigarme y esperé dentro de la carpa. A las 23:30 me pareció muy raro que todavía no llegaran, así que junté coraje y fui para abajo de nuevo. El recorrido hasta la ruta parecía cada vez más corto. Esta vez mientras caminaba ya cerca de la ruta vi las luces de los vehículos que se acercaban, se amontonaban abajo y de a uno empezaban a subir por el camino,            el equipo AAM había llegado!!!

       En ese momento estaba feliz, me había encontrado con Pipi, mi novia, con quien volví a la carpa a cenar y dormir.

        Quiero expresar mi agradecimiento con Miguel y Luciano quienes me llevaron agua para que no me falte durante la expedición, algo que me tenía muy preocupado.

 

 

Día 8 – 22 de Septiembre de 2018: Descanso en Campamento Base para el Tuzgle

 

Este fue un día que lo disfruté, estando en compañía de los compañeros, que tenían organizado un gran almuerzo comunitario en donde Aldo preparó un exquisito arroz primavera y tuve la oportunidad de sacarme las ganas de comer comida elaborada.

        Dormimos la siesta, compartimos rondas de mates, caminatas por el pie del volcán para volver a la carpa a cocinar y acostarse temprano para estar bien descansados y subir el Tuzgle al día siguiente.