Arkaitz Ibarra, Ulises Kuznezov y Matías Marín realizan el primer ascenso invernal al nevado El Muerto y con él se cierra en la historia del montañismo el capítulo de los primeros ascensos invernales a las montañas de más de 6.500m.
Introducción y recuadros: GUILLERMO ALMARAZ Relato del ascenso: ARKAITZ IBARRA
Desde que el vasco Arkaitz Ibarra posó sus ojos en las más altas montañas andina, eligió el estilo en el que las subiría. Sus rutas a partir de ese momento fueron por las vertientes más exigentes, algunas veces por su extensión, otras por su dificultad. El próximo paso fueron las travesías y luego las invernales.
En su mundo andino ya tenía definido el ideal: mucho esfuerzo y todo el frío posible. Los primeros pasajes de su historia, coincidieron con los capítulos finales de los primeros ascensos invernales a los +6.500 y así concluyó con las primeras de la estación fría del Bonete y Tres Cruces Sur. Luego. se planteó subir las más altas montañas superiores a +6.500, todas en invierno, y en ese camino sumó el Ojos del Salado y el Walter Penck, junto al tropical Huascarán que habitualmente se sube en invierno.
Cuando el solsticio de invierno llegaba al hemisferio austral, retomó su charla de hacía unos meses con Ulises Kusnezov, para intentar el Nevado El Muerto (6.505 m) y el cerro del Nacimiento (6.460 m). las dos montañas que aún permanecían vírgenes en la estación fría de la veintena de las más altas de los Andes. Sumarían a Matías Marín al grupo. para conformar quizás una de las cordadas más idóneas para este tipo de expedición. Ulises es el séptimo escalador en culminar el programa Andes Top 10 y el más joven en este limitado grupo y Matías es el argentino con más cantidad de cumbres de +6.000, luego de Máximo Kausch, cuyos ascensos se han convertido en récord mundial, incluido en el Guiness.
Las montañas a intentar, se encuentran en la Alta Catamarca. el área con mayor densidad de montañas sobre los 6.000 metros de los Andes, con características geográficas particulares, grandes amplitudes térmicas. sequedad extrema y vientos que soplan fuertemente sobre altas planicies cortadas por cordones nevados. Los tres son guías de montaña y desarrollan su actividad profesional mayormente en esta porción de la cordillera, lo que les otorgó un plus al momento de planear la logística y los ascensos en esta remota región.
La historia de las invernales
Dentro del universo de los +6.500, los as-censos invernales ocupan un renglón destacado. Planteados como un escalón necesario en la historia de los gigantes andinos hay que hacer una primera distinción entre aquellos que por su ubicación geográfica poseen una estación seca que facilita su ascenso y pese a que coincide con el invierno austral, no podemos considerar esas primeras escaladas como invernales.
Así, dejando de lado los Huascarán. el Yerupaja y el Sajama. la historia de los +6.500 en la estación fría se escribió en Argentina y Chile. El coloso de América monopolizó el interés del andinismo y su primer ascenso invernal no fue la excepción a la regla.
Cuando aún no se habían logrado ascender todos los +6.500. ya el Aconcagua tenía. su primer ascenso invernal, lográndolo en 1953 el equipo argentino liderado por Emiliano Huerta. El segundo en ser ascendido fue el Llullaillaco, logrando la cumbre Diego Alonso junto a Guido Ornas en 1955, mientras que en 1989 los españoles Garrafa. Repico y Mestres logran la primera del Ojos del Salado.
Otro capítulo argentino fue escrito por los mendocinos que ascendieron el Mercedario en junio de 1994, mientras que 2003 se lograron dos primeras invernales. otro grupo de Mendoza logra el ascenso del lncahuasi en julio. mientras que en agosto Medina y Mastle alcanzan la cumbre del Wal-ter Penck.
Bracali, Linzing y Glass se anotarán la primera al Piscis en septiembre de 2006 y un año después la del Tupungato. En junio de 2012 Arkaitz Ibarra y Jabi Txikon, lograron alcanzar la cumbre del Bonete y unos meses después la del Tres Cruces Sur. En septiembre de 2017 Linzing, Namur y Almaraz alcanzan la cumbre del Tres Cruces Central por una ruta nueva.
Nevado el Muerto Por Arkaitz Ibarra
Dos años hacía que Ulises Kusnezov y yo habíamos hablado sobre la intentar la primera invernal al Nevado del Muerto (6.512 msnn). El primer año entre unas cosas y otras abortarnos antes de salir. pues no hicimos tiempo. Cuando planeamos el ataque para este invierno, se vino con algunas demoras. El estilo lo teníamos claro. bien montañero evitando el uso de la camioneta en altura. Dadas las condiciones de los altos caminos andinos en esta fecha era prácticamente obligado patear como nómadas. Una vez definida la ruta, se sumó el amigo Matías Marín, así que la terna ya estaba armada.
Me gustaba la idea de salir por el valle del Cazadero en la provincia de Catamarca. iba a ser una travesía de algo más de 140 km en altura y, además. por la cantidad de días y el equipo necesario para un ascenso a +6.500 en esta fecha. el peso de la mochila iba a ser alto. Arrancamos de refugio El Quemadito a 3.600 msnm y, como habíamos hablado de antemano. si el físico acompañaba. también intentaríamos la primera invernal al Cerro Nacimiento (6.474 msnm).
Después de varios días de avance, nos pusimos en la frontera chilena haciendo el último campo de altura. a 5.500 msnm frente a la cara sur del Muerto. No habíamos hecho ningún trabajo previo de aclimatación lo cual generaba expectación entre nosotros. no lo hablábamos, pero los tres lo pensábamos. En esos momentos en que estás tan lejos de alguien. realmente en un lugar inhóspito y áspero. se te pasan muchas cosas por la cabeza. Sabés que no puedes cometer ni un solo error pues el precio sería carísimo y ahí flotan los miedos, alegrías. ilusiones. familia. amigos, todas aquellas cosas que te atan al mundo y te hacen despertarte todos los días en busca de un objetivo.
Alrededor de las 13:00 estábamos en la cima del Muerto. Costó su ascenso debido al cansancio acumulado y la altura. pero estaba el trabajo hecho. en un buen día climatológico. Esto nos levantó mucho la moral, sabíamos que a la tarde este día entraba el viento fuerte de la época, pero ya el objetivo principal estaba resuelto.
CERRO NACIMIENTO
Dos días completos de aproximación sobre los 5.500 msnn nos llevó acercarnos al Nacimiento. El viento era fortísimo. ¡La carpa parecía que iba a emprender vuelo! Dadas las condiciones. opta-mos por salir tarde a la cima, tipo 09:00 de la mañana, para evitar el frío extremo y alimentarnos con los rayos de sol. Sabíamos que. dado nuestro entrenamiento y siendo los tres guías de monta-ña. podíamos hacer un ataque rápido y así fue. Nos acercamos mucho a la cima. dado el viento optamos por no recorrer el filo cimero por el riesgo a que una ráfaga nos desestabilizara y caigamos a alguno de los barrancos. Ascendimos por el roquerío sur e hicimos cumbre al medio día, donde estuvimos lo justo para mandar una señal de Spot y un pequeño video de los tres tumbados en la cima pues parados no se podía estar. Una hermosa expedición de 10 días. 140km, pura autosuficiencia, en la cual día a día teníamos que avanzar hacia las entrañas de nuestra cordi-llera y donde el trato y la ayuda entre los miembros del equipo fue fundamental para el éxito..
Logística
Viajaron vía Fiambalá hasta Cazadero Grande y aproximaron en vehículo 4×4 hasta El Quemadito (3.620 rn) donde comenzaron con la aproximación de 42 km hasta el Arenal. El plan logístico era simple. todo en las mochilas. non stop. nunca más de una noche en el mismo campamento. salvo los días de cumbre. El 12 de agosto. hicieron la primer noche en Las Juntas y al otro día en Aguas Calientes. Dos días después llegaron al Arenal (5.550 m). habitual campo base del Ojos del Salado. Por el alto collado entre el Ojos Y el Medusa cruzaron a la vertiente chilena e instalaron un campo de altura en la ladera suroeste del Muerto.