Esta expedición de la AAM, tuvo el lujo de tenerlo como guía a nuestro socio Ulises Kusnezov, lo que permitió garantizar llegar a la cumbre a todos sus integrantes, que fueron los siguientes: Ulises Kusnezov, Alberto Melgratti, Cynthia Pérez Mac-Gibbon (Cyn), Eduardo Raúl Carrasco (el Oso), Adriana Barraza, Pablo Exequiel Romero (Chispita), Anita Salazar, Antonio Alberto Dilulo (Cachín), Nicolás Kusnezov, Emiliano Soria Mansilla, y Rubén Goñi, todos ellos socios de la AAM, y nuestras queridas invitadas y gran lujo de montañistas Gladys Escudero (24 años) y Sofía Escudero (16 años), ambas hijas de Alfredo Escudero, gran amigo de nuestro club y legendaria figura del montañismo de San José (Catamarca).
A diferencia de otras oportunidades, esta vez, vamos a contar con 3 relatos de esta expedición. Agradecemos en este sentido a Gladys Escudero que aceptó la invitación a realizarlo
GLADYS ESCUDERO
Mi nombre es Gladys Escudero, y estoy muy agradecida con la Asociación Argentina de Montaña por haberme invitado nuevamente a una hermosa expedición.
Fue una experiencia que me ayudó y me inspiró a seguir en lo que me gusta, que es la montaña y me gustaría ser una inspiración para las personas que les guste la montaña, que se anime a ir a disfrutar de los maravillosos paisajes que también nos ayudan físicamente y espiritualmente. Puedes aprender y conocerte a ti mismo y así compartirlo con los demás.
Quiero agradecer especialmente a mi padre Alfredo Escudero, a Uli Kusnezov y Matías Marín, con quienes compartí y descubrí que amo las montañas. Ellos fueron quien me inspiraron a seguir y descubrir qué es lo que amo. El montañismo.
Desde entonces siento que las montañas son mi nuevo hogar, cuando estoy en las montañas nada me falta, no hay limitación, descubres y aprendes en cada momento así, que tengamos el valor de vivir. . .
UN NUEVO SUEÑO CUMPLIDO, GRACIAS A TODOS LOS QUE ME APOYARON Y ME SIGUEN APOYANDO. GRACIAS POR TODO
PABLO EXEQUIEL
Mi primer cinco mil
Expedición “El Clavillo”, techo de Tucumán. 5550 msnm
Es inevitable contener la emoción que ésta expedición genera, el hecho de pensar cada instante de los días recorridos, antes de llegar a la cima. El viaje inicial, recorriendo pequeñas ciudades. Algunas escondidas en el tiempo, otras que el tiempo actual las moderniza. Charlas, mates, ruta y el primer destino se aproxima.
La casa de El Tesoro, de Alfredo Escudero y Familia. Un lugar que como su nombre lo indica, guarda riquezas culturales e históricas de gran valor socio-ambiental. La belleza del espacio natural se hace sentir, los Nevados atrás, una enorme flora alrededor, la cálida bienvenida de la Familia Escudero, la agradable compañía del equipo completo, del cual también son parte Gladys Escudero (25) y Sofía Escudero (16), con quienes llevaríamos a cabo una de las más importantes expediciones que nuestro Club realizaría. Las carpas se extienden en el verde césped del ilimitado patio del hogar, mientras el atardecer va llegando. Momento de preparar el fuego, para compartir la cena organizada para la primera noche de esta gran aventura.
El pronóstico nos indicó durante los días previos, que el tiempo sería inestable con lluvias por las tardes y noches. Y así nos animamos a continuar. El segundo día nos entregó un intenso sol. Ya listos para arrancar el primer ascenso al campamento uno. Nuestro Guía de lujo, el gran Uli Kusnezov. Así, el primer campamento se instala a casi cuatro mil. Con tiempo de sobra nos dimos la posibilidad seguir un tramo de metros más arriba de lo estipulado.
Al atardecer la lluvia llegó. Lo que quedó del día, tuvimos que continuar dentro de las carpas. Con tiempo de sobra para descansar y relajarse. Segundo día iniciamos el ascenso al campamento dos. Otro día a pleno sol. La particularidad de la expedición es la marcha cargando todo el peso del equipo necesario para acampar, lo cual hace que la salida sea aún más ardua y exigente. A 4600 se instala el segundo campamento. Más adelante, al fondo, se divisan clara y majestuosamente los Nevados del Aconquija. Hacia la derecha, nuestro objetivo: “El Clavillo”. La primera impresión es fuerte, alucinante y con cierta incertidumbre.
Nuevamente el frío viento se asoma y el granizo comienza a desprenderse de las nubes que nos tapan. El agua interrumpe una divertida partida del juego “10.000”. Temprano nuevamente, es hora de ingresar a las carpas. No resulta fácil sostener ése ritmo. Pero es inevitable. Con muchas horas de sobra para descansar, nos vamos preparando para el día “D”. La cima, cada vez más cerca.
Día de Cumbre, la Pacha nos regala una madrugada despejada. Nos disponemos a encarar el objetivo principal. Al frente del grupo el Gran Ulises, marchamos hacia La Gloria. El sol se va posicionando e iluminando el camino y la cima. La nieve se mantiene firme. Anhelamos que la misma se ablande mientras el tiempo de exposición solar transcurre. El acarreo se nos presenta complejo de transitar y el cuidado y la precaución es permanente para poder salir del mismo y llegar más arriba.
5100 msnm, la presión atmosférica y la baja concentración de oxígeno empieza a dar sus primeros efectos en el organismo. Algunos compañeros logran superarlo con facilidad a otros como a mí, nos cuesta doblemente el andar. Mi primer cinco mil. La marcha se hace lenta, paso a paso, “pan y palta”. La respiración se vuelve intensa y fuerte. La adaptación fisiológica marca el ritmo, la psicológica nos impulsa más allá de nuestros límites. Junto a uno de los compañeros se nos presenta un imprevisto que debemos sortear. Nos quedamos atrás y nos alejamos de la línea grupal. El último trayecto quedamos solos para retomar y seguir adelante. No hay marcha atrás ni parada más que hacer. La cabeza y el corazón guían. La montaña manda. 80/20 logramos llegar a la cima. Con el aliento de cada compañera/o. Saludos y abrazos cumbreros que renuevan energías. La inmensidad alrededor genera una explosión de sensaciones y emociones. Un fugaz sollozo se presenta, me resisto.
Es momento de retornar. Un descenso con mayor dificultad. La nieve, el acarreo y el agotamiento pesan. Campamento 2, descanso, relajación, mates y charlas hasta el atardecer. El frío viento nos hace regresar a nuestras carpas. Momento de descansar y recuperar energías. La vuelta a casa llega. El descenso hasta los vehículos se lleva con un día agradable. Vuelta a los autos y regreso a la ruta. En el camino nos detiene nuevamente la invitación de la familia Escudero a su casa en San José, compartir empanadas y unas riquísimas uvas. Una estupenda sorpresa de agradecimiento y un “hasta pronto”.
“Más importante que la cima, es el camino recorrido…” y “se marcha, no se llega”.
La AAM marcando y haciendo historia. Con cada compañera/o. Con cada referente. Nuestra historia se construye y re construye colectivamente.
Pablo Exequiel “Chispita”
RUBÉN GOÑI
El Clavillo – ¿El Clavillo??? – ¡El Clavillo!!!!
Si, El Clavillo, hice El Clavillo
Esto fue como retar a los dioses. Fue como desafiar a los que te ponen los límites, fue cruzar el Rubicón, fue creerte a ti mismo, pensar que alguna vez vos podrías.
¿Esto te transforma? No, jamás, sigues siendo el mismo con todas tus limitaciones y todos tus méritos. Con todas tus miserias y con todas tus virtudes, pero ahora, ahora, con la Cumbre de El Clavillo a tus espaldas y a eso, a eso, no te lo quita nadie.
En este instante qué puedo decir, primero y ante todo GRACIAS, MUCHAS GRACIAS, a quienes, por supuesto antes que nadie a mi club, si a MI CLUB, CARAJO!!! Sin ellos, ni en sueños lo hubiera podido lograr.
GRACIAS A ULISES, por confiar en mí, por tenerme mucha más confianza que la que yo me tenía, GRACIAS A NICOLÁS, por estar a la par, tirando siempre para arriba, por poner todo el entusiasmo de pensar que lo podía hacer.
GRACIAS A MI FAMILIA, que con todo su afecto, me hacen sentirme cerca de ellos a cada momento y a quienes tengo presente en cada cumbre que he logrado.
El Clavillo, cumbre emblemática si las hay en nuestro Tucumán, nuestro techo, nuestra cumbre más alta, lugar señero que me lo indicaron desde que empecé a conocer el suelo donde nací, geografía de nuestro territorio, que me lo enseñaron como referencia insustituible desde que hice el 4º grado en la Escuela Patricias Argentinas, podías no acordarte de cualquier otro nombre, pero de El Clavillo no te lo podías olvidar. Montaña a la que hacíamos referencia a cualquiera que nos visitara, cumbre de la que nos orgullecemos de que sea nuestra y señal de identidad a donde fuéramos y dijéramos que pertenecemos a Tucumán y tenemos El Clavillo.
La experiencia ha sido sensacional, creo no equivocarme que en mis 4 años y medio que hago montaña, fue lo más difícil, puedo calificarla desde mi pequeño punto de vista DURÍSIMA.
Cuando Ulises propuso, en nuestra reunión de los miércoles, el 23 de enero, la propuesta de ir a El Clavillo, se encendieron en mi interior todas las alarmas, era algo que lo había soñado como un deseo que se tiene, como esos a los que uno los piensa, pero que sabes que nunca lo vas a lograr, esos deseos que por más que los sientas cerca, solamente te está permitido soñarlo, pero no tocarlo, que no son para vos.
Cuando el Uli, lo dice con esa sencillez que lo caracteriza, como si te invitara a ir a Puerta del Cielo, y que uno, conociéndolo sabe que es normal en sus expresiones hablar con simpleza de objetivos que para los demás, son complicados de alcanzar, lo único que atiné a preguntarle fue si él creía que yo lo podía hacer, y así con esa simpleza me dio toda la confianza para pensar que sí, que lo podía hacer.
A partir de allí, todo en mi cabeza y en mi corazón fue puesto en hacer todas las cosas necesarias para llegar, que no se me escapara ningún detalle que me hiciera perder esta oportunidad, sabía que era ahora, o nunca. A mis 71 años no estoy, para que estos desafíos se me presenten más de una vez.
Mi club, la Asociación Argentina de Montaña, te da tantas opciones para crecer como montañista, como dirigente y como persona, que solo queda poner lo que hay que poner, departe de cada uno de nosotros, para hacer cosas y sentirnos orgullosos de pertenecer a esta gran familia que se ha ido forjando.
Y era esta la hora, la campana había sonado y no había vuelta atrás, había que subir al ring y aguantar los trapos para encarar esta posibilidad de llegar a El Clavillo.
En una expedición compleja como ésta donde en los detalles está la posibilidad del éxito, o del fracaso, resultó coronada por el triunfo, gracias a eso, a cuidar todos los detalles, horarios, equipamiento, comida, meteorología, estado de cada uno, físico y mental. Llegamos todos a la cumbre. Primera vez que me ocurre eso, en alta montaña.
Pero no nos olvidemos, sin conocer, sin tener la experiencia, sin haber hecho montañas, sin haber dirigido y conocido gente en la montaña, sin ponerle el entusiasmo y todas las ganas, es imposible lograrlo.
La conducción de Ulises fue impecable, ni una duda, actuando siempre con las prevenciones y las advertencias necesarias, todos éramos primerizos en esta experiencia de ir a El Clavillo y no sé si alguna vez, un grupo tan numeroso llegó a esta cumbre, ya lo averiguaremos.
Hay muchas más cosas que podría decir, pero creo haber expresado lo que siento, de haber llegado a esta cumbre, y no quiero olvidarme de otros aspectos que los considero parte insustituible de esta cumbre.
Quiero agradecerle profundamente a Alfredo Escudero, miembro de una familia de estirpe montañera y excelente persona, nos ha recibido en su casa en El Tesoro con una amabilidad ya comprobada en expediciones anteriores, a su madre, siempre alegre, expresiva y generosa, y en especial a sus dos hijas, Gladys de 25 años y Sofía de 16 años, que nos acompañaron hasta la cumbre de El Clavillo, de estas dos jóvenes, es muchísimo lo que se puede decir, su potencial como montañistas es muy grande, pero quiero destacar su sencillez, su humildad y su profunda alegría que contagian y estimulan, un orgullo haberlas tenido como compañeras de esta expedición y en lo personal les deseo lo mejor para que puedan realizarse como personas y futuras guías de montaña.
Quiero agradecer a la esposa de Alfredo, Alcira, que tuvo el tremendo gesto de recibirnos en su casa, a 11 muertos de hambre con unas empanadas que supieron a gloria, jamás nos recibieron así después de una expedición, nos brindaron su afecto y atención, como si fuéramos de la familia, por supuesto que ya los conocían a Nicolás, a Ulises y a su familia.
Quiero agradecer a Emiliano, que, como compañero de carpa, no solo compartimos largos momentos de conversación, si no que se bancó llevar él solo la carpa que nos correspondía a los dos, lo que me permitió aliviar mi peso y permitirme tener más chances de llegar.
Quiero agradecer a Cyn, que en el último tramo antes de la cumbre, me estuvo tirando, aguantando mi ritmo, haciendo las paradas necesarias para recuperar fuerzas y con la que nos confundimos en un abrazo emocionado hasta las lágrimas cuando llegamos a la cima.
Quiero agradecer al resto de mis compañeros, con los que logramos marcar un hito, que estoy seguro será difícil de superar, a Cachín, a Adriana, al Oso (Eduardo) a Pablo Exequiel, a Alberto, a Ani, que junto con Cyn, Ulises y Nicolás, formamos con la suma de Gladis y Sofía los 13 que lo logramos.
Quiero agradecer a Raúl González (Chiquillo), que siempre me da aliento y estímulo a disfrutar de la montaña, y a no renunciar a mi ritmo, y con el que además hemos ido fortaleciendo una amistad, que es una de las tantas cosas que me ha regalado la AAM.
GRACIAS.
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