Este relato empieza el miércoles 17 de abril cuando me dan la noticia que al día siguiente partiríamos a San Juan con el equipo de escaladores de la AAM a probar las nuevas vías de Valle Fértil un pueblo pequeño al norte de San Juan límite con La Rioja, en donde en ésta fue la salida anterior, la cual con pena no pude asistir; bueno la historia de este viaje es otra.
Nos organizamos en grupos de a cuatro en tres autos, fuimos 12 compañeros. Previamente reservamos el hospedaje en el camping local, para las siguientes tres noches. Era el plan perfecto, fin de semana largo con amigos y si escalar se podía, mejor todavía.
Partimos el jueves a la madrugada para llegar lo más temprano posible, la idea era llegar, descargar todo y salir a conocer los sectores de escalada. Arribamos prácticamente juntos mientras un grupo llegaba, el resto ansiosos por tocar la roca iba camino a las primeras vías.
Esa noche una de las parejas del team, nos preparó una exquisita polenta con salsa y verduras que compartimos al rededor del fuego.
Para la mañana siguiente de forma operativa, abrimos los ojos, calentamos agua para el mate del camino, un par de frutas y a pasar todo el día en ese parque de diversiones que nos esperaba con más de 60 vías para disfrutar.
Para la noche contaríamos todos con anécdotas nuevas para compartir, a quién se perdió la caída de uno o el logro del otro siempre de buen humor y dando consejos para el día siguiente.
Por mi parte llegar aterrorizada a la roca y ver como todos subían y bajaban como monos sobre lianas me achicaba la autoestima, pensando que no estaba al nivel del resto, palabras que luego me catapultaron hasta el top de dos súper vías yendo de primero (término que se usa para quien escala sin un seguro permanente, anclándose a cada uno de los seguros a medida que sube) que sería mi máxima gloria hasta el momento. Ahí es que me di cuenta que el viaje siempre tuvo más de un propósito, y este era superarme a mí misma y disfrutar en cada intento. Por un lado, estar acompañada de amigos y compañeros con diferentes experiencias que se pusieron a disposición para enseñarnos cada detalle y estar ahí para cuidarnos la vida fue maravilloso, y por otro el compartir el goce de cada uno como propio, no tiene explicación.
Este viaje me dejó experiencias fantásticas, como poder ver y sentir en piel propia la idiosincrasia de la gente de Cuyo, estando a disposición permanente, con mucha humildad y carisma, dándonos lo necesario para que le saquemos el provecho a cada día y nos vayamos con ganas de volver, que parece ser una cualidad de la gente de esa zona.
Ver escaladores de diferentes lugares que compartían info y detalles de las vías, denotaba el clima de compañerismo y el interés por la seguridad y disfrute del deporte.
Trajimos fotos y anécdotas a mansalva para entusiasmar a más escaladores a sumarse a este tipo de experiencias que te devuelven una persona diferente, una de mejor calidad.
El plus de todo esto fue un excelente tiempo y clima desde que llegamos hasta la última noche antes del regreso.
Para el final del viaje todos contábamos dos piernas y brazos, veinte dedos y una sonrisa gigante de oreja a oreja.
Guada Zapatiel Locascio