Sábado.
Tafí nos recibe con un clima fresco y aroma a montaña; comenzamos la senda temprano siendo nuestro destino: la Escuela-Refugio del Valle de la Ciénaga. Hace unos años la Asociación Argentina de Montaña gestionó el cambio para que la Escuela abandonada sea un Refugio de montaña permitiendo la estadía y pernocte del caminante y a su vez, generando trabajo a los pobladores del lugar.
El primer tramo del recorrido empieza con una subida hasta la antena, donde la vista se vuelve amplia; el segundo, también en subida, termina en un mirador. El sendero sigue por una huella bien marcada pasando por corrales de piedras y casas de pobladores.
El trayecto asombra, es un desbordamiento visual que pide detenerse de continuo.
Llegamos a la tarde, el lugar estaba impecable. Juntamos leña para encender el hogar; una vez que lo hicimos, todos nos sentamos a charlar y tomar mates para así poder empezar a conocernos. Más tarde, todavía alrededor del fuego, tocaron la guitarra y comimos una picada y un asado mientras contábamos anécdotas de viajes hasta que el sueño nos llamó.
Domingo.
Amanecer de fuego.
Desayunamos mates, limonada tibia (cortesía de Santi), y partimos hacia el Morro de la Aguada. El comienzo de la senda queda frente al refugio, pasamos por el Cerro de la Cruz, tomando el filo hacia el oeste. Después de unas horas de caminata llegamos a la apacheta del Morro, que tenía una vista increíble.
No hay una sola vista que no valga la pena en el valle.
Para los que estamos empezando en el montañismo hay tantas cosas nuevas que vamos descubriendo: llegar a la cumbre, localizar la apacheta donde generalmente está el registro de cumbre, etc. Dejar constancia y agradecimiento es un ritual para el motañero, el poder haber vivido una experiencia así, fue algo muy emocionante para todos.
Al medio día, descendimos al refugio, aquí nos encontramos con nuestros compañeros del segundo grupo que venía desde Tafí… y sí que traían provisiones para el festejo de la noche. Lo que pasa es que en la montaña todo festejo vale doble, porque aquello que hay para compartir lo cargaste unas cuantas horas en la espalda, por lo que poder tenerlo ahí genera agradecimiento y alegría.
Al ser 7 de Julio comenzamos la previa a la celebración del Día de la Patria, se sumaron caminantes de Buenos Aires y el festejo creció en abundancia y voces para la guitarra. La noche concluyó con todos cantando, acompañados por un licor como tónico para la voz, disfrutando de la velada y el estar todos juntos.
Lunes.
Tercer día en el valle, pero sus vistas seguían siendo igual de deslumbrantes.
El mate acompañándonos siempre, pero esta vez, con un pan casero hecho por las hijas de Hilda.
Nos regalamos una nueva caminata, unos hacia el Morro de la Aguada (Sergio. Nadia, Lujan, Edgardo, Ibonne y Ana) y otros hacia la Cumbre del Mala Mala (Pablo, Santi y yo, Juan). En esta última, pudimos reponer el registro de cumbre que se había roto, botellas de plástico (donación de Pablito) y birome y hojas (de parte de Santiago).
Al finalizar, bajamos a la escuela, ordenamos el lugar, nos despedimos y volvimos a Tafí del Valle. Aunque salimos en distintos horarios, todos nos encontramos al final de la senda, compartiendo los últimos mates antes de retornar a casa.
Juan Manuel Espasadin