Durante la semana previa al encuentro he tenido una gran curiosidad por la forma en que se desarrollaría este evento. Y ante la pregunta de mis compañeros he dado repetidamente respuestas distintas, según quien sea el interlocutor, porque la verdad estaba jugando un poco con la ignorancia y no tenía una idea definida de la magnitud de la actividad. Había tantos rumores desde los días precedentes, que cuando llego la hora ya no sabía muy bien lo que sentía.
Ese dia concentramos en el club con varios de los socios, entrenamos un poco, practicamos tomas, en fin, nos motivamos para ir con mucha energía al encuentro. Contra todas las leyendas, llegamos casi puntuales el viernes 30 de Agosto a las 21:05. Entre medio distraído cuando me interceptaron con un “bienvenidos”, una voz masculina en un perfecto español con un leve acento cordobés, y que se identificó como socio de El Muro, la palestra anfitriona. No sé muy bien lo que dijo después, porque yo estaba consternado por el número de escaladores y escaladoras que estábamos ahí reunidos y del potencial creativo y de aprendizaje que a ello refiere.
Quizás la ansiedad fue el único sentimiento definido que me acompañó, no solo mientras realizaba los boulders, cuando escuchaba los consejos de mis compañeros , en las charlas con los miembros de las otras palestras y aceptando los desafíos que nos proponían los amigos y amigas de El Muro; sino que persistió hasta el instante que dediqué unos minutos para reflexionar en lo que habíamos logrado cuando dejamos las diferencias y conflictos de lado para empujar por el progreso de la escalada en Tucumán. Todo lo que ocurrió después, hasta hoy, fue pura alegría. Luego de escalar durante casi tres horas, comimos varias pizzas, si, escalar abre el apetito, lo que motivó a que se cuenten divertidas anécdotas. Al finalizar un representante por palestra tomó la palabra para agradecer a los anfitriones.
Monos, como nos decimos entre los escaladores del club, nos toca un gran desafío: el próximo encuentro es en nuestra palestra, en nuestra casa. Esperamos el apoyo de todos los socios y socias de la AAM, que aporten su pequeño granito de arena, ayudando en la colecta de colchones es una gran idea, para que podamos recibir a nuestros amigos con el corazón y los brazos abiertos como se lo merecen.
Muchas Gracias.
Agustín “Hormiga” Cebe