Huella Indígena AAM – Parte 2 – 21 y 22 de septiembre de 2019

“Una suma de buenas decisiones”

    El sábado 21 de septiembre, salimos a las 6 am de casa… como habitualmente para emprender la caminata de esta nueva aventura, una primavera diferente.

    Íbamos con la idea de descubrir nuevas sendas, en lo personal y como otros tantos, conocer el Bayo, el Refugio.

    15 personas, decididas y convocadas por intereses diferentes y comunes a la vez, pero sobre todo amantes de la montaña.

    Muchas expectativas, algunos miedos (la puna, el frío), pero ante todo muchas ganas de participar de esta experiencia, compartir con el maravilloso grupo de AAM, desafiar nuestros límites, o por lo menos ponerlos a prueba.

    En mi cabeza muchos temas: la quema de pastizales, el refugio, huella indígena, fotografías. En la mochila, elementos básicos para lograr el objetivo. Conseguir prestada una buena bolsa de dormir fue una de las buenas decisiones (gracias Juan). Descansar temprano el viernes, hidratarme durante la semana, comer liviano, entrenar…

    En lo personal, la subida fue durísima, la llegada tremenda, la experiencia impagable, el grupo genial.

    Volví con la mochila vacía de alimentos (nos comimos todo!!!), pero llena de vivencias.

    Las condiciones climáticas fueron excepcionales, cielo despejado, fresco, sol a pleno y nada de viento fueron condiciones positivas para lograr la travesía.

    De subida, 6 horas y 20 minutos. de caminata para llegar al Refugio, durísimas. Mientras lo hacíamos la quema de pastizales nos acompañó con un triste paisaje, descubrimos que debajo de las plantas había pasto nuevo y verde, sacamos algunas conclusiones y fotos, y seguimos transitando. En el camino, detenernos para conocer y charlar con  Ezequiel, un puestero, era uno de los objetivos que tenía la salida. De la entrevista sacamos datos relevantes para el grupo de “Área Resp. Social AAM”, cantidad de ovejas, vacas, cabras con las que disponía, que no tienen huerta, que sólo viven 2 personas ahí (varones), él (19 años) y su tío (48 años), que sólo terminó la escuela primaria, que no posee planes sociales, que se fue a la ciudad un tiempo y decidió volver. Una apertura increíble y una charla muy amena.

    Luego llegamos a la Cueva, agua de montaña en la cascada y una oportunidad única para fotografiar momentos y paisajes. Otro de mis objetivos personales “Muestra Fotográfica AAM”.

    Seguir nuestra ruta para llegar a destino, ya separados en sub grupos, de acuerdo a las posibilidades de cada uno, respetando sus tiempos, fue muy humano. Llegar a la cima fue gratificante. Una vez allí, un grupo partió a buscar agua para reponer y utilizar. El resto nos ubicamos en la intemperie, esperamos a Normita, que no venía muy bien, comimos algo liviano y mateamos a la luz y el calor del sol.

    La noche nos encontró a las 21.30 hs. dentro del Refugio, escuchando música por “unanimidad”, y algunos cenando. La puna comenzó a hacer de la suya, generando delirios de bailarín a algunos cuantos…  hasta que nos dispusimos a descansar. Luego, la puna visitó a Norma a eso de las 01:30 hs, y fue una excusa perfecta para que 14 de los huéspedes fuéramos al baño, menos Elo, que no despegó un ojo durante toda la noche.

    A las 5.20 hs. tres golpes en la puerta,  nos despertó creyendo que alguien “buscaba”. Con linterna en mano y al grito de ¿”Quién es?”, Pablo salió a protegernos… de nada.

    Ubicados nuevamente en nuestros lugares, pudimos determinar ante un sonido similar posterior que quien “buscaba” era el viento y no el duende.

    Para ir resumiendo… Caminamos un total de 16 hs. durante 2 días, nos aventuramos a descubrir nuevas sendas, descendimos 700 mts. para hacer “cumbre” en el Pabellón, pasando por la Horqueta. Tomamos decisiones con respecto al camino a seguir, nos apoyamos, aportamos y compartimos de manera responsable y agradable un finde diferente.

    Las 10 hs. de regreso a los autos, trajo a mi memoria un relato de Eduardo Galeano que habla de la Utopía y que compartí con mis compañeros. Y que deseo dejarles como síntesis:

“La utopía está en el horizonte.

Camino dos pasos,

ella se aleja dos pasos

y el horizonte se corre diez pasos más allá.

¿Entonces para qué sirve la utopía?

Para eso sirve para caminar

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Una experiencia que implicó tomar decisiones acertadas, antes, durante y posterior a la expedición, pero que dejó como saldo, 15 corazones felices, un nuevo track y unas 50 ampollas diseminadas entre los pies de los participantes.

    Miles de gracias a todos los que participaron de esta increíble aventura. Y a AAM por hacerla posible.

 Ana Boschetti