FIN DEL CURSO CIMA 2019-10 al 14 de octubre 2019
Esta aventura de 5 días, cambiaría mi visión del montañismo hasta ese momento, ya que ha dejado en mí, una impresión indeleble en mi mente, pero sobre todo en mi corazón.
Todo comenzó el jueves por la tarde, comenzamos un viaje, un viaje atravesado por ansiedades, nervios, miedos, expectativas y búsqueda de gloria.
Mientras viajamos (Nadia Díaz, Héctor Ball y yo, Erika Gramajo Romano) nos contamos casi la vida, para amenizar el largo recorrido de varios kilómetros desde Concepción, León Rouges, Monteros, Tafí del Valle, Amaicha, y Santa María y San José (Catamarca). La aclimatación es importante, nos decían; pero dormir no fue nada sencillo, los nervios y la ansiedad me acosaban interrumpiendo mi sueño. Amaneció en el camping de Santa María, mates de por medio, estamos ya con Ibonne, Sandra, Juan, Luis, a la espera de la llegada de los últimos compañeros y de Ulises, Santiago y David… Se apreciaba que iba a ser un día caluroso.
Ya, luego de un corto recorrido, llegamos a la hermosa plaza de San José. Por fin se presentan los que faltaban; Fernando, Victoria, Daniel y Nacho. Ahora el grupo ya conformado con los 14, emprendíamos el viaje a Buey Muerto. Cerca del mediodía llegamos, acomodamos las mochilas, las pesamos y comenzamos la caminata; se hacía sentir el calor.
Como grupo, sin guía, debíamos organizarnos para ver qué rumbo tomar, cual era la mejor opción del recorrido. A pesar que esto se había charlado con anterioridad, surgieron algunas discrepancias, unos opinaban seguir un filo, otros por otro camino. Hasta que nos pusimos de acuerdo. Con mapa en mano y con la ayuda del GPS seguimos camino encabezados por Nadia. Luego otros tomaron también la iniciativa.
Ya luego, de varias horas, debíamos comer algo; en medio del descanso notamos la influencia del apunamiento, sobre todo en Nadia Díaz y el problema del calzado de Luis. Mi amiga y compañera de carpa no aparecía a la vista. Para que pudiera ascender con facilidad, Héctor llevó su mochila, pero al ver que se complicaba su situación física, se debía (como grupo) tomar una decisión, la cual fue que debía bajar y emprender el regreso. Fue una difícil decisión para todos, sobre todo para mí; se me estrujo el corazón y rodaron lágrimas…Nos dimos, ambas un saludo de despedida a la distancia, con movimiento de brazos. Emprendieron el regreso los dos con Luis. Nosotros comenzamos de nuevo la caminata, turnándonos la guiada, de trecho en trecho.
En el ascenso encontramos por doquier arbustos y cactus con grandes espinas que nos lastimaban en el paso. Ascensos y descensos, llega el atardecer, comienza a refrescar. Estamos cerca de la vega y del campamento 1. Aparecieron las primeras estrellas y la lunita iluminando ya el armado de las carpas, buscamos el líquido vida, a tomar algo caliente y a descansar para el sábado levantarnos con todas las ganas y seguir el ascenso hasta el campamento 2.
Nos esperaba una mañana esplendida, y una larga caminata, con bellísimos paisajes, con viento frio pero soportable. De vez en cuando paramos para organizarnos en la búsqueda de un “buen camino” para no hacer esfuerzos innecesarios. Pasamos los 4.500mts de altura, un esfuerzo más, me decía, ya falta poco. Encontramos la última vega antes del campamento 2 (4.750mts de altura) recogimos el agua y a nuestro alrededor observamos colosales montañas, increíble lugar, inmenso! Comencé a emocionarme (de nuevo) igualmente a mi compañera Victoria, le pasó lo mismo al ver semejante lugar y a la vez estar tan cerca de nuestro sueño. Proseguimos hasta nuestra última morada C2.
Por fin observamos las primeras carpas, como siempre Ulises armó todo rápido, calentó agua para sus mates y encima cantando, como si no hubiera realizado esfuerzo alguno. Los demás mortales, llegamos algunos con dolor de cabeza, con cierto mareo, somnolencia, la mayoría cansados, pero felices. Era la siesta ya todo armado, un bello sol nos iluminaba, con un cielo turquesa con toques de blancas nubes nos brindaba unas vistas fabulosas del famoso acarreo. Que felicidad y alegría estar allí!!! Entre charlas, juegos, risas y mates se hizo el anochecer. Luego de comer algo liviano, lejanas nubes colmaron el cielo, se avistaban algunos relámpagos y se oían derrumbes de alguna montaña.
Domingo 4 AM sonó la alarma, desayuno liviano para el gran día. Antes de la 5 AM estábamos todos listos, con las mochilas lo más ligeras posibles llevando solo lo imprescindible. La lunita tucumana nos iluminaba plenamente, más no se podía pedir. Nuestra compañera Victoria no quiso realizar la última parte para llegar a la cima, ya que se sintió muy mal el día anterior y no quería empeorarlo. En total 11 personas (incluidos Ulises, Santiago y David) comenzamos y culminamos esta gran travesía.
El acarreo ascendente eran medianas a enormes rocas movedizas; Ulises nos alertó de estar atentos a cada paso que dábamos, ya que podíamos caer o hacer caer alguna roca sobre algún compañero/a que venía detrás nuestro. Usaba más las manos y fuerza de brazos que los bastones. Llegamos muy bien al final del acarreo, ya estaba amaneciendo; luego vino una planicie, un lugar súper tranquilo, había una paz increíble! Luego de un tiempo de admiración por semejante paisaje, Santiago nos da la noticia que habíamos superado los 5 mil metros de altura; sí que se notaba!!! Ya que el aire estaba para mi más liviano y costaba un poco respirar.
Se comienza a observar el último acarreo hacia la cima. Es bien ascendente con pequeñas piedras y lajas rojizas. Cada 4 pasos retrocedíamos 2, era clavar los pies dentro de las mismas y hacer fuerza con los brazos y bastones. Subíamos, retrocedíamos, seguir y seguir, un descanso y subir, retroceder; seguir de nuevo; no podíamos aflojar ya faltaba poco (me decía). Comenzamos a ver unas rocas blancas, allí es la cima del Clavillo!!!. Pasamos el acarreo, ya nos vimos triunfantes.
Ulises, hizo un gesto que no olvidare jamás, me invitó a que guiara el grupo hasta la cumbre (ya que siempre estaba al final de todos por mi paso lento). Acepté, debíamos seguir ya solo por el filo. En todo momento David nos seguía con su cámara. Comencé de a poco a dar los pasos, parecía nada llegar a las piedras blancas de la cima, pero el aire era tan inconsistente, liviano que cada paso me costaba. Paso a paso; Ibonne estaba a mi lado, me alentaba a respirar con fuerza. En un momento tomé un envión, salí lo más rápido que pude, pero me faltó aire, solo quedaban algunos metros. Paso a paso, tomar aire con más fuerza y las lagrimas comenzaron a rodar una tras otra; ya no había cansancio, ni nada, solo emoción y felicidad.
Llegamos a las 11 AM todos a los 5.550mts; llegamos a la CIMA DE TUCUMÁN!!! Nos abrazamos, luego vinieron las fotos y la firma del cuaderno de cumbre. En unos minutos comenzaron a venir nubes, que nos indicaban que era hora de descender; el pronóstico lo había anunciado, un cambio en el tiempo y fue así. Comenzamos a descender rapidísimo por otro camino, vinieron varios acarreos, casi era surfear entre rocas, varias caídas de unos y otros. Cuanto más bajamos más nublado estaba. Llegamos al campamento 2 antes de las 15 hs justo comenzó a nevar, además de oír algún que otro trueno. Ingresamos urgente dentro de las carpas para tomar algo caliente y a dormir. De la emoción y la adrenalina que traía, no me podía dormir…Mientras tanto en medio de la nevada, Ulises trataba que alguien saliera a conversar con él (cosa que no logró) y tuvo entonces que resignarse a dormir una obligatoria siesta.
A las 19hs aproximadamente, despertamos, con mucha hambre por semejante esfuerzo; comenzamos con una MERIENDACENA, una mezcla de aceitunas, galletas de arroz con atún, salamín picado fino, con huevos hervidos, paltas, té y mates, entre otros alimentos…y a pesar de tal mezcla, el lunes estuvimos de 10 para emprender el descenso.
El cielo comenzó a despejarse, todo estaba nevado, fue una maravillosa despedida del C2. Bajamos como a las 9 AM, pero nos organizamos sobre otros caminos. Para mí fue más duro de lo que me imaginaba, ya más cansada, las rodillas se hacían sentir, bajadas con acarreos, varias caídas, pasando por laderas dificultosas. De a poco avistamos los autos y la camioneta. A seguir marcha. Tomamos la punta los más lentos para no quedar tan lejos de los demás. Luego vino a nuestro encuentro un baqueano, por si alguno necesitaba ayuda; obvio que ninguno aceptó, ya que faltaba poco para llegar por donde comenzamos. Ulises, David y Nacho ya hacía tiempo que nos esperaban en Buey Muerto. Llegamos al final de la travesía, cansados pero felices; fue un recorrido inolvidable, con paisajes majestuosos, pero sobre todo haber compartido 4 días con excelentes personas, lo que me ayudó a forjar un espíritu más fuerte y seguro. GRACIAS A TODOS MIS QUERIDOS COMPAÑEROS/AS DEL CIMA 2019!!!.
Érika Gramajo Romano.