. Realizamos la planificación de la salida con 5 compañeros de la Montaña: Fernando Carrizo, Pedro Ignacio, Santi Zapatiel. Locascio y nuestra amiga de Catamarca Virginia
El objetivo era llevar placas, aislante y aceite de linaza para aplicar en la puerta del refugio y protegerlo de las condiciones climáticas. Tuvimos una demora en la salida, pero al llegar allá nos encontramos con un hermoso día de sol que nos ofrecía la Pacha.
Empezamos el recorrido por la senda y luego nos introducimos por la Quebrada que está a la derecha de la del Barón, por uno de sus tantos recorridos del arroyo de piedras, donde la exigencia y constancia se hacían sentir. Mis compañeros que cargaban las placas siempre se mantuvieron en marcha con “una alegría y relajación envidiable”, personalmente que no pude cargar elementos (por cuestiones médicas) pero fue mi desafío personal como segunda vuelta debido a que la primera vez tuve “el mal de altura”.
Durante todo el recorrido nos mantuvimos unidos como grupo y con una actitud solidaria, después de caminar 7 horas llegamos al Refugio del Bayo aproximadamente a las 17 hs; pensando en el significado de la palabra “protección y amparo” de todos los que pasamos por ahí, a la vez un Refugio psíquico y emocional para encontrarse con uno mismo y con los otros, porque no se puede caminar solo, siempre es con los otros. Almorzamos y empezamos la partida a las 17:45hs, mientras volvíamos se propuso tomar un camino diferente, ya agotados pero con un entusiasmo y energía admirable, vimos el atardecer pero nos sucedió que dos de los tres compañeros (uno de esos dos es quien escribe) no había llevado la linterna frontal y nos agarró la noche, tuvimos inconvenientes con la ruta de vuelta, nuestros compañeros tenían un gps, pero las ansiedades empezaron a surgir, de repente todo oscureció, el cielo de estar estrellado se nubló, pero lo importante del “extravió” fue la unión del grupo y contención, nunca nos dejamos solos y buscamos una solución.
Llegamos a los autos aproximadamente a la 1am del día lunes. Fue mi primera experiencia de extravíos y desencuentros, admito que me asuste y en un momento cayeron unas lágrimas, pero lo importe de esta “experiencia” es que nunca estuve sola, siempre acompañada. Mis compañeros lograron encontrar la ruta de vuelta y regresamos a nuestras casas aproximadamente a las 3am.
De esta salida aprendí que en una salida siempre tenemos que estar preparados para las contingencias (admitiendo mis fallas): respetar el horario de salida, llevar el equipo correspondiente, los elementos de localización y conocer la ruta.
También aprendí que en los encuentros- desencuentros y extravíos, la tolerancia y perseverancia forman parte de la vida, pero no pueden atravesarse en soledad, siempre es con los otros, en compañía, nos sirve para aprender y ser mejores. A seguir transitando el camino de Construcción de Nuestro Refugio (psíquico y físico), el Refugio de todos!
Fernanda Albertus