Los miembros de la Asociación, estamos recuperando nuestra actividad, manteniendo los protocolos de movilizarnos en grupos pequeños por los sitios donde es posible realizar las caminatas.
El espíritu de aventura nunca falta, y las ansias de estar en la montaña tampoco.
Con bastante frío y algo nublado se presentó el día allá, en La Sala.
Tipo 09:15 hs bien abrigaditos, y con bastón en manos, Norma, Sergio y yo, comenzamos la caminata, de lo que hasta ese momento desconocíamos, así como tampoco sabíamos de distancia, ni del tiempo nos llevaría.
Primero, recorriendo una calle vecinal, se nos sumaron dos perros, que fueron grandes compañeros inseparables. De repente esa calle se transforma en la huella para caballos o gente de a pie, una bajada y cruce de rio nos lleva a un sendero en un hermoso y encantador bosque de acacias negras, horco Molles, nogales, saúcos. Bien vale la pena mencionarlos en su día, pues ayer fue el día del árbol.
Comienza la subida, con suelo húmedo, tierra casi rojiza.
Pasamos por la casa de la familia Olea, dónde el señor muy amable nos indicó la dirección que debíamos seguir para llegar a la senda del Telégrafo
Encontramos algunas bifurcaciones, pero Sergio, bien orientado, siempre supo escoger el camino correcto.
Por momentos mencionábamos otros lugares, a los que nos recordaba, Cruz de Yampa , Laguna del Tesoro ,entre otros .
Algunas trepadas por surcos hechos por los años, y el uso, en paredes de piedra, que dejaron al descubierto las distintas capas de tonos muy suaves en rosado, verdoso, amarillo, beige, blanco tiza.
Subidas, bajadas, invitaban a seguir más allá, estábamos recorriendo la Sierra del Periquillo. Algunas fotos, paisajes, flores novedosas, nuestras caras de felicidad. Una paradita para compartir un sándwich bajo el sol, en una lomada con muchos caballos disfrutando su libertad, y con una hermosa vista de lo que nos faltaba recorrer.
Llegamos a un bosque de pinos de dónde pudimos visualizar a lo lejos una ruta.
Ya descendiendo llegamos a un arroyo muy bonito, cruzamos un puente, y ahí estaba el camino que lleva a Río Grande, en el Siambón . Ya era la 13:40, y la hora nos invitaba a almorzar jajaja.
Sentados en unas piedras, con los 2 compañeros perrunos atentos a nuestros movimientos, almorzamos, descansamos y observamos todo lo que nuestra vista nos permitía, allá muy lejos, en otro cerro, se podía ver el viejo edificio de la ciudad universitaria.
14 hs iniciamos el regreso por el mismo camino, solo con algunas variantes en la elección de las sendas.
Disfrutando el alivio del descenso, y con una charla más relajada llegamos a la camioneta a las 17:30 hs.
El sol ya se despedía, el frío se hizo presente, una taza de café caliente, y a emprender el regreso a nuestras casas.
Una gran experiencia la que vivimos.
Felices de volver después de tanto tiempo, a la actividad que amamos.
Nos cuidemos, para que esto sea posible.
Liliana Barba