Expedición realizada por nuestros socios, Benjamín Palacios, Maxi Bustos y Marcos Villa Kening
Es el primer viaje a la montaña después de muchos meses. La pandemia nos da una ventana para subir a la montaña y hacer esta actividad que nos define como personas. Pasó mucho en el medio. Esos meses de encierro no fueron fáciles. Esta es la oportunidad. Es el regreso a la normalidad. Es la vuelta a la vida. Salimos a las 6 de la mañana viernes 26 lo que nos permitió llegar temprano a Ampimpa, casi sin controles policiales de por medio.
Partimos desde la casa de Maxi Bustos y llegamos hasta la casa de Tadeo Herrera. Grata sorpresa el conocer al dueño de la casa donde dejamos la camioneta. Partimos cerca de la 1 de la tarde. Levantando la mirada se observaba el destino. Por hoy sólo cabe hacer una aproximación con 700 mts. De desnivel, a lo largo de un valle pedregoso y vegetación media y espinosa. Atravesamos muchos vestigios de antiguos moradores. Mi imaginación vuela, logrando ver a la gente y recibiendo a los viajeros que vendrían de otros parajes del otro lado de las Cumbres Calchaquies. Seguramente descansaban ellos y sus animales en estas actuales ruinas. Luego de leer el terreno y con las indicaciones de Don Herrera llegamos a unas ruinas bastante conservadas que pertenecían a la flia. Vargas, lugar conocido como Puesto El Potrerillo. Ahí armamos campamento y la Pacha nos regala una hermosa vista del sol poniente entre los cerros en forma de V con las sierras del Cajón de fondo encendidas por los últimos estertores de luz.
Al día siguiente, sábado 27, comenzamos el día más difícil. Ahora veríamos si estaríamos a la altura de los planes. Sabríamos si la inactividad prolongada hizo mella en nuestro rendimiento deportivo. La cuesta de la cruz tiene mil metros de desnivel, pero su trazo pausado permite su ascenso paulatino sin tanto desgaste muscular. Poco antes de la última parte nos recibe una hermosa vega con un riachuelo que corre a su lado. La bendita agua que corre en gran cantidad nos deja tranquilos, ya que era nuestra máxima preocupación. Cerca de la cima de la cuesta está la Laguna de los Amaicheños. Ahí armamos la carpa sobre el arenal que circunda la laguna. Esa noche la temperatura bajó bruscamente y el frío se hizo sentir.
A la mañana del domingo 28, comenzamos con el ascenso a El Morado. Hermoso refugio de montaña a los 4600 mts. Con vista casi de 360 grados. Uno se imagina estos refugios pululando por nuestros cerros como en otros lares. Quizás algún día. Volvemos a desarmar el campamento y comenzamos el descenso. Sólo nos faltaba algo. Y era la localización de la cruz que da nombre a la senda. Y quiso el destino que paráramos a comer a 15 mts. de la misma. La cual no divisamos enseguida, sino después de varios minutos. Allí se despidió de este mundo Don Julián Díaz, oriundo de Chasquivil, quien cuando su vida se estaba apagando quiso divisar por última vez el cielo de las tierras que lo vieron corretear de niño. Pero su destino, que al igual que Moisés, no llegaría a cumplir su último deseo. Pero su cruz dio nombre a esta hermosa senda de nuestros cerros, que como tantas otras fue el medio de comunicación que usaban sus antiguos pobladores.
Benjamín Palacios