Desde la Asociación Argentina de Montaña, nos hemos considerado, desde su fundación, herederos de las mejores tradiciones de la riquísima historia del montañismo en Tucumán, por ello siempre hemos respetado y valorado lo que han hecho la nutrida cantidad de motañeros que nos han dejado innumerables conquistas y lo más importante grandes enseñanzas. Hoy nos sumamos a los homenajes merecidos y bien ganados del Profesor Eduardo Vela, fundador del GAC (Grupo Andino Concepción), por ello es que hacemos público en nuestras redes este homenaje que le hace otro gran montañista, Alfredo Grau
Hace unos días falleció el profesor Eduardo Vela. A los vecinos de Concepción no hace falta contarles de quien se trata, pero para los tucumanos de más al norte, vale una explicación. Fue director de la Escuela de Comercio e intendente de Concepción, y pionero del andinismo en la región.
Eduardo Vela estudió historia en la facultad de Filosofía y Letras de la UNT, pero la historia y geografía de del sur de Tucumán la conocía de andarla mejor que nadie. Fue socio activo de la Asociación Tucumana de Andinismo ya en el año 1952, pero al poco tiempo fundó en Concepción el GAC, Grupo Andino Concepción, y fue el que “enseñó” a la ATA ir a la Laguna del Tesoro y a los Nevados del Aconquija por la Laguna del tesoro. Un tipo con una energía increíble, y varios años adelantado a su tiempo. Propuso en la década del 50 el Parque Nacional del Cochuna, que 20 años después fue adoptado dentro del proyecto Parque Nacional del Anconquija, y cuyos límites de entonces han quedado incorporados al Parque Nacional Aconquija con su diseño actual. Planificó una cadena de refugios para ascender al circo del Cochuna sin necesidad de llevar carpas (en una época que las carpas eran muuuuuy pesadas) y empezó a construirlos con el GAC. El primero fue a 4500 msnm en el centro mismo del circo del Cochuna, al lado de unas ruinas de lo que tal vez era un campamento minero. Desde allí se alcanzaban todas las cumbres del circo y aún el Clavillo de los Cerrillos.
Tenía lugar para 5 personas y una cocinita atrás. Era de chapas metálicas y llevarlas enrolladas hasta ahí fue una proeza de logística, con mulas y en mochila los tramos finales. Llegar hasta ese refugio al caer la tarde, cuando la temperatura ya transitaba bajo cero era una sensación única. En el interior tenía una carpa de tela aislante, que permitía calentarlo en un rato. Funcionó hasta la década del 80, cuando un zonda feroz lo hizo levantar vuelo y lo depositó unos 300 más abajo.
El segundo refugio quedó ubicado a 3000 m, también al lado de una pequeña pirca. Era una estructura de madera con mayor comodidad que el de altura, pues se podía entrar parado. Llevar hasta ahí todas las piezas para armarlo fue también un gran desafío. Tuvo menos suerte que el primer refugio. Un verano tormentoso (¿o terremotoso?) una piedra gigantesca lo atravesó por el medio. Un evento rarísimo. Estaba cerca del filo mismo. Uno pensaría que una piedra, en vez de rodar cerca de la cresta del filo se iría a un costado. Pero no. Esta piedra le apuntó bien.
Un tercer refugio, al lado de la laguna de Tesoro, nunca pasó de los cimientos. Resultaba más práctico alquilar una pieza en el puesto o poner la carpa en un gran quincho que tenía el puesto de la laguna. Vela tenía allí un armario con equipo de montaña. La primera colchoneta de “goma pluma” que usé en mi vida, fue la de ese equipo de Eduardo Vela. Creo que esas colchonetas estaban recién inventadas. No era tan “pluma” por su peso, pero se dormía muy bien allí
¿No será el momento de pensar como Eduardo Vela? ¿Líneas de refugios para que los montañistas se lo propongamos al Parque Nacional Aconquija?
Alfredo Grau