Nuestros compañeros: Sofía Jaimovich, Cecilia Valle y Manuel Garavat, estuvieron en el Refugio, por primera vez, esos dos dias
Fue la primera vez que visitamos el Refugio, arrancamos a las 7:30 con el otro grupo de compañeros que subió, pero nosotros fuimos “Al Paso lento de la Legión” (¿se acuerdan de ese clásico de la Historieta Argentina: “Aquí la Legión”?), subimos con espíritu contemplativo y dejando que la montaña nos acepte de a poco, influenciados por don Bravo (aquel legendario montañista tucumano), y de paso evitamos la puna, solo que a Ceci no le avisamos de nuestra deliberada intención y debió esperarnos varias veces, ¿Qué culpa tenemos de que ella sea una cabra?! Pobre, se armó de paciencia y nos esperó, y a los 3 kilos de lentejas remojadas que Sofi decidió subir… ¡Nos esperó un montón! Sentada en una piedra con visión panorámica poco antes de “La Cueva”.
Elegimos subir por un camino que compartió Santi Zapatiel cuando subieron esos baldosones de Goma magníficos (sobre ellos se duerme muy bien). “El camino de las piedras” nos dijeron que se llama. Siempre me había preguntado porque el CIM no terminaba ahí “Campamento en el Bayo”, ¡ese día descubrí su duriiiiisima razón!, o una de ellas, es una trepada fuerte con mucha pendiente y… por las piedras.
Llegamos al Refugio (sí con mayúsculas, se lo merece) pasadito el medio día (Nota de Sofi: Llegaron ellos, y volvieron por mí, pega mucho la puna en los 4150, vayan sabiendo, yo les avisé), donde almorzamos frugalmente, ninguno está a dieta, fue efecto de la altura nomás (Nota de Sofi: Almorzaron ellos y Manuel no fue nada frugal).
Descansábamos cuando llegó otro grupo encabezado por “El Pera”, también de la AAM, quién nos dijo que el agua está por la quebrada del Barón bastante abajo. Con el espíritu rebosante de responsabilidad montañística nos fuimos con Ceci a “Buscar agua”, Sofi quedó encargada de la cena.
Alegremente empezamos la bajada por la amable pendiente de la quebrada, para descubrir que ahora la acequia, vega, arroyito, vertiente, ¡el agua! Está bastante más abajo, cerca de La Cueva… Volvimos sin agua. ¡Pero por suerte habíamos subido bastante! con el ánimo de entrenar peso, y no tuvimos que consumir agua del Refugio. Sin perder Animo y aprovechando la salida, dimos un gran rodeo por detrás de “la cumbre” y cerquita de la antena.
Cuando llegamos Sofi tenía lista la frugal cena, solo un guisito de lentejas, un salamín, jamón, queso, aceitunas, puré de garbanzos, supremas, huevo duro, etc. Yo, obvió, cuido mi silueta, así es que comí de todo y todo lo que pude, las chicas decidieron mantener la frugalidad, por eso sobró lentejas, ¡claro apenas subimos 3 kilos!
Dormimos muy bien acompañados del suave murmullo del viento en la chapa y el roer de nuestros queridos compañeritos de habitación que velaron nuestro descanso, (nota de las chicas: El que pegó un grito, cuando uno de nuestros pequeños cohabitantes apareció, fue Manuel) (Nota de Manuel: ¡Fue de alegría! Al ver que no estábamos solos) (interpretación del lector: …).
Tal es nuestro agradecimiento a la labor hecha por todos nuestros predecesores de la AAM en ese Refugio, que a la mañana siguiente lo limpiamos a fondo, lo mejor que pudimos sin usar agua, ya que por la cuarentena hacía meses que nadie podía ir a quedarse y limpiarlo.
Luego del almuerzo, nos despedimos del Refugio con unas fotos y emprendimos el regreso tipo 13 hs, bajamos por la quebrada y en la piedra pintada nos encontramos con unos compañeros del grupo de escalada de la AAM, los socios andamos por todos lados y podemos ser los mejores relevadores de nuestras montañas.
Llegamos a la ruta 16:30 y emprendimos el regreso a casa, muy agradecidos y orgullosos de que la AAM se haya hecho cargo de mantener y acondicionar ese Refugio, gran labor felicitaciones.
Manuel Garavat