Nuestros compañeros, Viviana Nota y José María Cuezzo, estuvieron en el Refugio del Bayo el 11 y 12 de octubre, descubriendo, para ellos, nuevas rutas para el ascenso y el descenso. Disfrutando de la experiencia
Se venía el finde largo y, más que nunca, surgen las ganas de aprovecharlo para hacer la actividad que más nos gusta… subir a la montaña y disfrutar de la naturaleza. Tratando de no paralizarnos por el miedo, la incertidumbre y las restricciones que genera la propagación del virus, tomamos la iniciativa de compartir un nuevo recorrido, eligiendo en esta ocasión el Cerro Bayo, un trayecto que ambos habíamos realizado anteriormente, pero que teníamos ganas de repetirlo, esta vez haciendo noche en el refugio de la AAM, para poder disfrutar de una travesía más relajada y menos condicionada por los tiempos.
Es así que, el domingo a la madrugada a las 5:00 am, partimos de la ciudad de Tucumán, con las mochilas equipadas con bastante abrigo, bolsa de dormir, además de alimento y agua para dos días. Luego de una espera en el primer control policial llegamos al punto de inicio, comenzando la caminata a las 8:30 h, con una temperatura agradable y un sol que ya hacía su efecto. Optamos por seguir la vía directa la cual, después de atravesar el sector de pajonales, nos lleva a un ascenso sostenido, primero paralelo a una vega y luego por el filo de varios morros. Si bien los descansos se hicieron cada vez más necesarios a medida que ascendíamos, nos adaptamos a la altura sin mayores inconvenientes. Al cabo de tres horas de caminata divisamos a lo lejos la antena, que nos sirvió de punto de referencia para llegar al Refugio. Finalmente llegó el ascenso hacia la antena, la pendiente en este sector resultaba bastante pronunciada y ya hacía su efecto la altura y el cansancio, producto de cinco horas de caminata en subida constante cargando un mayor peso que en ocasiones anteriores, es así que decidimos detenernos a comer algo y reponer fuerzas antes de emprender la parte más exigente del recorrido. Esta última etapa tuvimos que realizarla con lentitud, debido al terreno pedregoso y a la pendiente pronunciada que obligaba a caminar en zigzag. Al llegar al refugio, alrededor de las 15:00 h, la satisfacción del objetivo cumplido hizo que nuestro cansancio desapareciera, dando lugar a una sensación de relajación que nos permitió disfrutar plenamente del increíble paisaje que nos rodeaba.
Ya en el Refugio, acomodamos nuestro equipo, para luego calentar agua y tomarnos unos mates con galletas, sintiéndonos privilegiados de poder disfrutar de un lugar de tremenda belleza y de tan imponentes paisajes. La temperatura favorable nos permitió contemplar un bello atardecer con vistas hacia el valle de Tafí y, al mismo tiempo, observar a la fauna local hacerse presente con liebres, zorros y manadas de guanacos. Cenamos temprano y, con intensión de descansar luego de un exigente día, nos dispusimos a dormir, pero la aparición de un inquieto ratón, que deambulaba incesantemente por todos los rincones del refugio, se encargó de mantenernos despiertos durante gran parte de la noche.
A la mañana siguiente, nos levantamos temprano para dejar todo acomodado y limpio, antes de emprender el regreso. Para descender optamos por el recorrido de la Quebrada del Barón y comenzamos a caminar en dirección a la cumbre del Negrito, llegando a la vega que da origen al curso de agua que desciende por la quebrada. Bajamos siguiendo en paralelo al arroyo disfrutando, tanto del singular paisaje con caídas de agua y restos de hielo, como de las vistas abiertas hacia el valle, hasta que llegamos a los restos de avión caído, lugar del que habíamos escuchado hablar, pero nunca tuvimos la oportunidad de conocer. Luego de sacarnos numerosas fotos continuamos la caminata pasando por la Cueva, para luego divisar la casa de la familia Díaz, descendiendo hasta allí a través de vastos pajonales. El resto del recorrido fue sencillo y llegamos a la ruta alrededor de las 12:30 h.
Una vez más regresamos con la satisfacción de haber realizado un hermoso recorrido que, si lugar a duda reviste una gran exigencia, pero nos brinda el privilegio de disfrutar y experimentar un lugar único, como es el Refugio del Bayo.
Viviana Nota y José María Cuezzo