Nuestros compañeros Cecilia Valle, Manuel Garavat y Santiago Zapatiel Locascio, hicieron esta hermosa travesía
En busca de desafíos nos planteamos recorrer algunos kilómetros por las cumbres calchaquíes uniendo “El Morado” “Alto la Mina” y “El Negrito”, las dos Cumbres y media de la cadena.
Nuestro viaje con la mochila comenzó en el Sauzal, un lugar pasando la parada de Reyes y antes de Ampimpa. Es un hermoso caserío lleno de historia y gente muy amable de la cual en diferentes ocasiones aprendí mucho.
Dejamos el auto en lo de Don José Castillo, la senda inicia en el Camping Chaupiñan, donde se puede pasar la noche y comenzar a subir muy al alba, lo cual es ideal si se busca llegar a la laguna de los Amaicheños con el caer de la tarde. Seguimos el cauce del rio, pasando por yacimientos arqueológicos y deslumbrantes miradores, hasta los cardones, donde inician pronunciadas subidas, aproximadamente 2000 m de desnivel, con claras apachetas que nos acompañaron todo el recorrido.
Luego de casi12 horas, con buen humor y linternas en la frente llegamos a una vega, poco antes de la laguna, donde armamos campamento, muy complementados y claros en el hacer cenamos, vimos mapas y a descansar.
Bendecidos por el Inti comenzamos el segundo día, pasamos la laguna de los Amaicheños y llegamos a la cumbre del Morado antes de las 11, y luego del medio día emprendimos la marcha cargados para trasladar el campamento unos 4 kilómetros, a otra vega cercana a las 4 cumbres, al pasar el abra (Nota de Manuel: siempre hay que pasar un “abra”) y divisar la vega, también empezamos a avistar la laguna de HuacaHuasi y “El Negrito”, la última de las cumbres a conquistar.
Pero antes faltaba la mayor, alrededor de las 16 hs llegamos al punto del campamento, yo decidí quedarme a armar campamento y descansar, me dormí en una camita de los guanacos muy acogedora y mis compañeros plenos emprendieron camino a la cumbre Calchaquí. (Nota de los compañeros: Sin ese gesto enorme de compañerismo y autoconocimiento de Ceci, no hubiéramos podido llegar a esa cumbre y los objetivos no se hubieran cumplido. ¡Al llegar estaban las carpas armadas!)
Al volver nos fundimos en un abrazo y cenamos juntos compartiendo su relato:
-“Llegamos al Alto de la Mina, hagamos mate.” Fin. (Sonido de cortito a la nuca)
-Bueno! No era taaaan cerca cómo parecía.
-Y no era la que creíamos.
-Es más la apacheta es una tristeza y ni testimonio hay.
-Por eso escribí en una piedra. (Remitirse a la foto).
-Fuimos “leyendo la montaña” y descubrimos…
-A la vuelta.
-Que dimos una gran vuelta…
-Pero estuvo buena la vuelta, vimos la antena del Morado y dimensionamos todo lo caminado hoy (el domingo).
-Desde esa cumbre no se tiene la misma visión que desde el Morado (o el Negrito).
-Además te amaga 3 veces hasta que por fin llegás a la cumbre de Alto de la Mina y pudimos ver que bajando al norte a unos 100 m. la frente está el Minas Norte, el cual visitaremos en otra ocasión
-De vuelta vinimos derechito por ese camino, súper recomendable.
-Ahora sí, ¿Nos das mate?
Nota de Ceci: Ustedes pacientes lectores sabrán entender.
El tercer día adentrados en la montaña, nos despertamos con hermosos cantos de pájaros y sonidos del agua. (Nota de Manuel: A mí me despertó “La Calor”) Levantamos campamento (Post meditación de Santi…) y emprendimos camino a la cumbre del negrito, esa cumbre fue muy fuerte, no solo porque estábamos cercanos a cumplir nuestros objetivos, sino porque lo vivido como grupo complementario y armónico fue magnífico. (Nota de Manuel: El Negrito fue el triunfo, es icónico, mucho más que el Alto la Mina) (Nota de Ceci: ¡Es el Negro más deseado!!!)
Bajamos (Guiados por Santi) por el camino de los arenales hasta el infiernillo y aunque el cansancio estaba en nosotros, el placer nos invadía el alma y la mirada.
Gracias a mis compañeros, porque hoy soy mejor que ayer. Continuaremos….
Cecilia Valle