Esta salida, estuvo realizada por nuestros compañeros: Sandra Herrmann, Cynthia Pérez Mac Gibbon, Fernando Carrizo, Juan Espasadín, y Alejandro Albornoz
Según lo planificado con Cynthia, Sandra, Fernando y Juan, arrancamos la caminata a las 7:15hs desde la ruta 307 con destino al Cerro Bayo por la quebrada del Barón. El día se presentaba algo frío y ventoso, no obstante, la visibilidad era más o menos buena.
Cargamos agua por última vez en la Cueva, llenando nuestros depósitos hasta los 4lts por persona ya que el día iba a ser largo y extenso. En la Quebrada y por sobre los 4000mts encaramos el filo sudeste y pusimos rumbo hacia la cumbre. Ya en la misma y con el sol calentando el día pudimos ver a lo lejos una manada de 12 guanacos que pastaban y se confundían con los tonos de la montaña. También entre las rocas vimos unos Chinchillones gigantes que saltaban rápidamente.
Una vez divisadas las antenas, caminamos hacia ellas e hicimos cumbre en el Cerro Bayo ya cerca del mediodía, encarando las enormes rocas del mismo y llegando a las instalaciones de las antenas. Posteriormente iniciamos la caminata hacia el sur por el filo, en el cual paramos a la hora del almuerzo y la reposición de energías.
Una vez en marcha nuevamente pudimos apreciar al este toda la zona de Anfama y el valle de La Ciénaga, realmente allí se notan los 4000mts ya que esas localidades quedaban allá lejos y abajo.
Fueron unos 8km sobre el filo y en altura los que caminamos hasta llegar a las cruces del Cerro Pabellón, y en la misma pudimos divisar todas las cumbres del Mala Mala y todo el valle de Tafi. Ya eran alrededor de las 16hs y el viento y el frío se estaban haciendo sentir, por lo que arrancamos a bajar hacia el valle. La bajada al comienzo es con unas pendientes bien pronunciadas y acumulados los casi 20km que teníamos encima nos hacía estar más atentos que de costumbre en el descenso. Seguimos el alambre, posterior las sendas de los animales y llegamos nuevamente a la ruta a las 18:30hs según lo planeado.
El grupo fue muy parejo y en todo momento se notó el compañerismo y las ganas de enseñar de los más experimentados, a donde a cada momento reflejan en los más nuevos el cúmulo de experiencias que ya portan en sus personas.
Esto es la AAM, un excelente grupo de personas a donde uno se siente cómo estar en su propia casa.
Alejandro Albornoz