Por nuestros compañeros: Ibonne Tuczio, Nadia Díaz, Edgardo Andrade, Liliana Barbá, Rossana Linares, Fátima Lucero, Fernando Nuño Guerrero, Norma Mendelek, Juan Pablo Barilari y Natalia Dahud
“Sólo el amor alumbra lo que perdura”
Silvio Rodríguez
Días previos la compañera Ibonne solicitó reservar lugar en el refugio de montaña del Bayo para asistir con un grupo de socios de la A.A.M, de a poco fuimos conformando el equipo que emprendiera viaje para acampar durante los días de carnaval, celebración que nos convoca al encuentro para la vida comunitaria en la montaña. Nos organizamos a través de grupo de wp para prever el itinerario, elementos necesarios para la estadía, alternativa de salidas una vez instalados en el Refugio, entre otras cosas. Ya desde ese momento palpitamos la alegría de lo que estaba por venir.
El sábado 13 emprendimos viaje hacia Tafí del Valle, un vehículo con Ibonne, Natalia, Juan Pablo y Fátima desde S.M.T, otro con Nadia, Edgardo y Rossana desde León Rougués y más tarde el tercer vehículo con Liliana, Fernando y Norma. De tal manera, subimos en dos grupos a través de la vía directa por cuestiones de organización personal respecto a los horarios.
La mañana se vislumbraba espléndida, cielo despejado, los primeros rayos del sol comenzaban a dar luz a las montañas, podíamos percibir el aire límpido de un nuevo día que nos deparaba una travesía cargada de emociones. Una vez estacionados los autos en el galpón de Telecom, nos alistamos, tomamos una foto grupal e iniciamos el camino que nos llevaría al Refugio del Bayo siendo las 7,40 hs.
Mientras el grupo iba tomando ritmo, comenzamos a entrar en diálogo, comentarios de la vida cotidiana, orientaciones acerca de cómo transitar el trayecto, sendas y referencias para tomar el camino óptimo. Cabe destacar que una de las compañeras era la primera vez que se calzaba una mochila de montaña, es decir, iba a subir con peso por el sendero con todo lo que eso implica, ansiedad, dudas y expectativas por lo nuevo.
A partir de ahora, vamos a intentar compartir un relato coral porque toda experiencia se constituye por diversos hilos que sostienen una trama colectiva:
- Llegó el día tan esperado, iba a conocer el refugio. Ansiosa, entusiasta, cargué mi mochila, ¡tomé mis bastones y dije allá vamos! Pasito a pasito disfrutando del andar, la belleza del cerro, la calma, el silencio, el sentir la madre tierra. En el filo comencé a sentirme mal, mi andar se hizo más lento, tuve que detenerme un rato para poder seguir. A partir de ahí el ascenso me costó un poco más. A paso lento logré llegar al Refugio, me emocioné, sentí una gran felicidad, satisfacción de haberlo logrado. Días maravillosos que disfruté del paisaje, la naturaleza en compañía de un hermoso grupo de personas solidarias, pacientes, alegres, de las cuales aprendí un poco de cada uno. (Fátima Lucero)
- Y estando en esos lares hasta parece que la vida es imprudente. Se manifiesta sin permiso, ¿es lejos o cerca?, ¿mucho o poco?, ¿demasiado frío o cálido? ¿hay sol, llueve? Ahí parece hasta más contundente que lo único permanente es el cambio, de repente estando en un extremo del vaivén de la vida aparece inminente lo que creemos en el otro extremo. Dejándonos atravesar por ese vacilar puedo percibir que todo ese movimiento forma parte del mismo círculo vital. Y así, palpita, late y se expande esta unidad de la que todos somos parte. Me detengo, miro, busco reunir el valor necesario para seguir caminando, el ritmo lo marca mi corazón. (Ibonne Tuczio)
- Agazapada en mis miedos entrenaba deseando volver al Refugio. Y de repente allí estaba, emocionada compartiendo con gente amiga, ese lugar tan emblemático de la A.A.M, “la casa de todos”, cómo no quererla … (Liliana Barbá)
- Recibir la invitación fue movilizador, afloran los sentimientos y experiencias personales que uno lleva dentro. Después de un tiempo sin poder salir, volver a revivir la emoción de esa senda, la solidaridad de mis compañeros para poder seguir, Lily y Fernando, con Edgar el empujón final para llegar al refugio al anochecer. Una vez allí me cambió por completo el panorama, poder disfrutar. Creo que al recorrer la montaña vamos en búsqueda para cicatrizar los dolores del alma, liberamos la cabeza y el espíritu; nos reencontramos a nosotros mismos. (Norma Mendelek)
- Creo que no hubiera podido llegar al refugio sin la determinación de la voluntad por vencer la adversidad, el malestar que padecí durante el ascenso fue tremendo. Sin embargo, el apoyo de mis compañeros que se multiplicó en varios gestos pequeños hizo posible que siguiera andando hasta poner los pies allá arriba donde la inmensidad provoca el efecto que una se sienta pequeña, vulnerable y bendecida por intentar abarcar con la mirada la belleza de este mundo que habitamos. Cada vez que emprendo un camino todo mi interior se pone en movimiento, me reinvento con cada encuentro que se produce, recupero la risa con la presencia del otro/otra, siento que existe una fuerza poderosa que nos hermana con el universo. (Natalia Dahud)
- Durante un tiempo dejé la montaña, hoy regreso a ella y siento que la vivo de una manera peculiar, puedo planear y soñar otros destinos, compartir emociones, afectos y mucha alegría. (Rossana Linares)
- Una salida especial, fascinante, con momentos de emoción, alegría, encuentro, miedo, gratitud, pero sobre todo una salida en la que adquirí un poquito más experiencia, seguridad, respeto y humildad. Salir a la montaña implica iniciativa, organización, preparación, formación, humildad, condimentos que nos hacen descubrir quiénes somos, de lo que somos capaces, a veces nos llevan a los extremos de nuestras capacidades físicas, mentales, espirituales, sólo ante la adversidad descubrimos lo que somos y hasta donde somos capaces de llegar. Estoy muy agradecida a la Asociación Argentina de Montaña por la formación y preparación de los socios y por la lucha diaria de mantener el Refugio impecable, un lugar invaluable para todo montañista. El club me permitió y me permite conocer personas maravillosas de las cuales aprendo mucho. Fue un placer enorme compartir esta salida con mis compañeros, personas con una fortaleza tremenda, para culminar el finde realizamos un asado a los 4300 msnm con rico vinito y cervecita, ¡¡¡es un lujo, significa que le estamos ganando a la puna carajo! (Nadia y Edgardo)
Dos noches y tres días en el refugio de montaña del cerro Bayo, con un intento de llegar hasta el cerro Negrito, pasando por la Vega, sorprendidos por un paisaje blanco que nos tentaba cual merengue dulce para culminar con el postre del finde de carnaval. A continuación, las fotografías son la voz a través de la cual Juan Pablo nos cuenta su vivencia en la montaña, pasen y vean, déjense sorprender.