Al Refugio del Bayo – 1 y 2 de mayo de 2021, para continuar mejorando su habitabilidad

Por nuestros compañeros Adrián Domínguez, Martín Alderete, Marcos Villa Kenning, Jua Pablo Barilari, Ariel Bucsek, Rubén Goñi y Ramón Nadal

Esta salida, no estaba en mis planes, recibí una llamada de Rubén, cerca de las 18 horas del viernes 30, comentándome que estaban con un inconveniente para sus planes de ir al Refugio, el compañero José Frejeiro, estaba con una situación familiar (falleció su Papá) y no podía llevarlos como estaba planificado, noticia que recién conocieron a las 17 horas.

A partir de este pedido, en mi cabeza empezó a correr el deseo de participar en esta salida programada para trabajar en el Refugio, continuar con el compromiso del Club con el mismo y poder colaborar en esto que nos identifica y nos compromete. Hablé con Karina, mi compañera de vida, miembro del Club y por suerte como a ella esto también la compromete y le interesa, reorganizamos nuestras actividades y decidí concurrir en auxilio de solucionar el inconveniente y participar de la tarea.

Comenzamos nuestra salida de trabajo paradójicamente un primero de mayo. El punto de encuentro fue en casa de Rubén, cargamos el baúl las cinco mochilas y partimos temprano.

Llegando al cruce en Acheral nos topamos con dos cortes de ruta de los cosecheros del limón, afortunadamente al ser tan temprano nos dejaron continuar sin mayores retrasos.

Ya en el galpón de Telecom alistamos el equipo y comenzamos el ascenso al Refugio por la llamada ruta “Directa”, de frente, a campo traviesa.

Nos tocó un día soñado, cálido, sin una nube y muy poco viento. Sumamente entretenidos, con Ariel (Coche) y Marcos (Chapulín) animando la subida con sus historias increíbles a cada paso que dábamos. Hacer montaña con ellos es un plus que la hace más placentera a la travesía.

A mitad de camino nos alcanzaron Adrián Domínguez y Martín Alderete, que salieron más tarde de la ciudad, fueron demorados por los cortes de ruta. Cuando nos encontramos, les trasladamos parte del peso que llevábamos, los selladores, herramientas y parte del peso de Rubén. Ellos regresaron esa misma tarde.

Rubén y yo, llegamos al último, y alcanzamos a hacer la foto antes de que Adrián y Martín, emprendieran el regreso cerca de las 16horas. Descansamos un rato para recuperar energías y comenzamos con las tareas

Los objetivos eran dos. Primero sellar con material la junta entre las chapas y las paredes en el interior del Refugio, para ello rellenamos primero con pequeñas piedras los huecos y luego con una mezcla de cemento y arena se completaba. Nos pusimos a zarandear la arena que está cerca y luego hacer la mezcla. Aquí es muy importante destacar el trabajo en equipo de la AAM, y lo significa esto en el Refugio. Se usó el cemento que durante el 2019 fueron trayendo en pequeñas bolsitas y en varios viajes los compañeros, en un trabajo de hormiga, pero con gran convicción y también el agua en los bidones que habían acumulado los compañeros en otros viajes. Tener esos elementos permitió poder realizar la tarea. A eso lo queremos destacar, esto es la AAM, esto es tener objetivos.

A esta tarea de rellenar con material se dedicaron los dos “albañiles” Ariel (Coche) y Juan Pablo (Maestro de la cuchara), que, a los 4.350 metros de altura, estuvieron a la “altura del esfuerzo” que había que hacer, con la colaboración que yo les iba aportando

La otra tarea era pegar las placas de telgopor al techo, fijándolas con siliconas que ya teníamos comprada para que queden pegadas definitivamente a las chapas, lo que nos va a permitir ganar en hermeticidad y a la vez que el viento no las mueva a las chapas y afloje los anclajes. Tarea que estuvo a cargo de Marcos (Chapulín) Villa Kening, que una vez que arranca a trabajar, es una máquina imposible de parar de que deje de trabajar ni de hablar, al que también le iba colaborando. Se pegó las dos líneas que están a cada lado de las paredes y nos quedó pendiente las dos líneas centrales y la cumbrera para otra oportunidad.

Formamos un equipo armonioso y eficiente, acompañados como “director de obra” por parte de Rubén. Terminamos el domingo a las 14, con el Refugio limpio y ordenado y ya soñando con todas las cosas que le queremos seguir haciendo, para mejorar la habitabilidad. Surgían en nuestros sueños venir a quedarnos más días, hacer el piso, mejorar la cumbrera, terminar de pegar las placas que nos faltan y no sé cuántas cosas más que surgían de nuestro delirio de montañistas que sentimos lo que podemos hacer desde nuestro Club.

El descenso decidimos emprenderlo por la vega de donde se trae el agua, para dar alivio a nuestra humanidad agotada de dos días de intensa actividad, manteniendo el buen ánimo y la charla divertida y entretenida, hablando permanentemente cosas que cualquiera que nos escuchara, pensaría de donde vienen estos incoherentes que se ríen de estos delirios.

Una hermosa salida, cansadora sí, pero con la satisfacción de un granito de arena más en pos de un Refugio mejor.

“Siempre es bueno volver al Refugio”

Ramón Nadal