Por nuestros compañeros Adrián Domínguez, Juan Espasadín, Eloisa Quiles, Ibonne Tucznio, José Fregeiro, Juan Pablo Barilari y Ariel Buczek
Necesitaba, ante todo, siguiendo el consejo de mi amigo Rubén, antes de escribir, descansar y ordenar la mente para el siguiente relato.
La expedición al Zarzo, comenzó por una idea pendiente que teníamos hace un tiempo con Juan Pablo Barilari, amigo de la vida y gran fotógrafo. Él me invitó, armó el grupo, en el que ya estaban el querido Adrián Domínguez y luego Juancito Espasadín.
La idea de Juan Pablo era ir con el vehículo de Ibonne y de Juan. Después yo arrastré con la invitación a mi gran amigo, hermano y camarada de aventuras, José Fregeiro, con quien ya pasamos por muchas aventuras juntos.
Después se sumó Eloisa, una gran montañista y amiga incondicional.
Salimos el dia 9 a las 4 y 45 de la mañana. El dia anterior había trabajado hasta tarde, me fui a dormir como a la 1 de la mañana, y casi me quedo dormido, agradezco profundamente el llamado final del capo, Adrián Domínguez. Salí corriendo con mochila al hombro y Adrián ya me esperaba en la Avenida.
Tomamos rumbo, por la Autopista, hacia Lules, donde pasamos a recoger a José y a Eloisa, que ya nos estaban esperando con sus mochilas, en mano.
Llegamos a la YPF de El Mollar, como a las 6 de la mañana, donde nos encontramos con el resto de los compañeros, compramos unas cosas y salimos directo al lugar donde dejaríamos los vehículos, antes de la entrada para ir a la Cascada de los Alisos.
Alistamos nuestras pertenencias y a las 7 y 30, todavía obscuro, emprendimos nuestra marcha al objetivo, ya instalado en nuestra cabeza.
Todo comenzó tranquilo y relajado, con Adrián liderando, guiando en la subida.
Cuando camino, me lleva un tiempo enfocarme y cambiar la respiración, por eso marcho al final. Paramos a tomar un descanso en una quebrada, donde ya estaba el sol a pleno.
La subida fue trabajosa, dura y empinada, desde abajo la observaba imponente y vertical con una majestuosidad abrumadora.
Paramos y cargamos agua en la vega de arriba, hicimos un descanso y a reponer energías, porque hacia arriba se hacía cada vez más empinando.
El miércoles a la mañana, trabajando con Ulises en el Club, me había comentado que, al Zarzo, es más tranquilos hacerlo en 4 dias, y tenía razón. Al primer dia de nuestra expedición, lo sentí complicado y tremendamente trabajoso. Lo bueno y meritorio de Adrián, es su capacidad y la paciencia para detenerse y mirar. En especial les explicaba a Ibonne y Eloisa, que caminaran tranquilas.
Pasamos por lugares bellísimos, que a veces ni los mismos argentinos tenemos idea del potencial que tenemos en nuestras tierras.
Mientras subíamos hablábamos con el “Espadachín”, Juan, de la carpintería y le preguntaba sobre su oficio y todos los tratamientos que le hace a la madera.
Caminamos en subida a pleno sol y con un dia espléndido, llegando a donde pensábamos hacer el primer campamento en casi 8 horas y media, pero hablamos y con una decisión muy acertada de Adrián, subimos un poco más arriba, y armamos allí, el Campamento 1, a los 4.190 msnm, para hacer noche.
Llegamos al sitio del Campamento 1, cerca de las 16 y 30. Hicimos noche y Juan resolvió quedarse allí.
Salimos en dirección del campamento 2 a las 7 y 30 del día sábado, con la idea, muy acertada por cierto de Adrián, de estar a las 14 horas, en el campamento 2, para garantizar la cumbre. Y la verdad que fue una sabia decisión, ya que el rango de tiempo para hacer cumbre, no podía superar de las 16 y 30.
Ya en el campamento 2, armamos nuestra carpa con José, donde dejamos las pertenencias de todos y fuimos solo con lo imprescindible hacia la cumbre, donde llegamos a la hora prevista, previo a superar un acarreo, bastante complicado, donde caí dos veces seguidas. El primer golpe fue bastante doloroso. En el pasado me había golpeado la cadera en la práctica de judo, y golpearse en la roca, siempre duele y no hay manera de esquivar el golpe.
Por suerte, luego de de 2 horas y media, después de donde dejamos para hacer le campamento 2 a los 4.500 msnm, prácticamente, llegamos formalmente a la cumbre, desolada y muy fría, pero con el sentimiento a flor de piel, por el esfuerzo realizado.
Tomamos las fotos emblemáticas y decidimos regresar al campamento 2, para reponer energías, hacer noche y preparar el descenso para el dia siguiente, o sea, el domingo.
En el descenso, recogimos a Juan, que había quedado en el campamento 1 . Luego pasamos con Adrián, por un tramo dificilísimo, con barro y agua, había un pozo, que, para sortearlo, tuve que asirme de una gran roca, hacía abajo se veía un vació profundo y peligroso. Superado esto seguimos bajando. En un claro, son sentamos a compartir unos jugos, donde tomamos otro par de fotos.
El paisaje, indescriptible, llegamos al tan ansiado río, donde se bañaron, prácticamente Juan, Adrián, José y las chicas, yo aproveché para hacerme un jugo y refrescarme un poco. En 10 minutos continuamos nuestra marcha y estuvimos llegando con Adrián, a los autos a las 17 horas, muy cansados, pero felices.
Quiero dedicarle este noble esfuerzo a la memoria del padre de José Fregeiro, pérdida que dolió mucho, al que se lo recuerda con mucho afecto.
Agradezco infinitamente a Ulises y sus consejos, a Adrián, por haberme despertado a tiempo y a mis compañeros de expedición, como así también, a mi Club, la Asociación Argentina de Montaña, por el apoyo incondicional.
Gracias a todos
Ariel “Coche” Buczek