Esto de los paneles solares en Paja Amarilla, surgió de una conversación, o más bien, de un pedido que me efectúa Ulises el 12 de junio, cuando la última noche, antes de emprender el regreso, estábamos en el puesto de Javier, degustando el guiso “que sabía a gloria” que nos había preparado Mariano Romano, el encargado del puesto de Paja Amarilla
Conversando con Mariano, Ulises se entera que, ante la falta de energía eléctrica, mientras permanecía unos días en el puesto, tenía que trasladarse entre 1 o 2 veces en la semana, hasta el Puesto que tiene el Parque Aconquija, en la Laguna del Tesoro, a cargar el celular, operativo que le llevaba más de 4 horas entre ir, esperar que se cargara y volver.
En esa charla, le cuenta que por lo que él sabía, algo se había intentado, pero sin resultados.
Y Ulises, como ya es nuestra costumbre dentro de la AAM, cuando queremos concretar una quimera, en un tono que sonaba a desafío y a compromiso, me increpa.
-Y, Rubén, qué podemos hacer para lograr los paneles para Mariano?
Como de estas conversaciones en la montaña, nos han surgido muchas ilusiones, esta era una más que comenzó a caminar a partir de ese momento. Emprendiéndola con la misma responsabilidad con la que organizamos la campaña para una cumbre.
A nuestra actividad, el montañismo, lo sentimos como un todo integral, no vamos solo a llegar a una cumbre, es verdad que nos conmueve el paisaje, la cima y lo que contemplamos, pero también nos conmueve su gente, esa gente que nos recibe con cordialidad, generosidad y predisposición, que nos brinda más de una vez su hospitalidad. A esa gente, también nos queremos brindar con nuestras posibilidades, nos sentimos comprometidos a devolverles de algún modo todo lo que ellos nos brindan, por ello nos comprometimos con este objetivo y con otros más, algunos más importantes que otros, pero siempre tratando de hacer algo más que sea solo pasar por las montañas.
Concretar este objetivo, tenía varias razones, una de ellas era, y quizás la más importante, queríamos devolverle gentilezas a Javier López, con quien hemos construido una alianza espontánea a partir de habernos encontrado, por medio del Aríbalo de La Ciudacita.
Desde el primer momento, entre la AAM y Javier surgió esa amistad natural entre soñadores de “grandes” imposibles.
En la medida que nos fuimos conociendo, empezamos a encontrar que teníamos muchos intereses en común. Él un soñador de la montaña y nosotros otros más que nos ilusionamos con lograr cosas en ellas y a la vez promover el montañismo en forma organizada y con proyección para el futuro.
Su puesto de Paja Amarilla, pasó a ser tenido en cuenta para nuestros objetivos a los Nevados, a Ciudacita y de visita que se adapta perfectamente a muchos de los niveles de nuestros compañeros.
Lograr concretar la colocación de los paneles pasó a ser una necesidad moral que teníamos que tratar de concretarla.
Como está dentro del territorio que corresponde al Parque Nacional Aconquija, pudimos encontrar eco en la Intendenta del Parque Ing. Érika Zain El Din, para habilitar este objetivo.
En este devenir que veníamos desarrollando de concretar la colocación de los paneles en el Refugio del Bayo y en el Albergue del Técnico, habíamos encontrado en los responsables de la empresa ECOS S.A. unos aliados para poder llevarlo a cabo a este sueño.
A partir de las primeras conversaciones con ellos, pudimos ver que esa buena predisposición estaba presente y que era algo que se podía concretar.
Fue un mes y medio de intensas conversaciones y ajustes, donde se pudo ir acercando la posibilidad de concretarlo. Todo esto nos iba ocasionando esa adrenalina que uno siente cuando está próximo a concretar ese compromiso que se siente desde la AAM, con nuestra responsabilidad como Club, de lo que decimos que lo vamos a hacer, quizás algunos de los objetivos no los podamos concretar, pero de que lo vamos a intentar, lo vamos a intentar, una, dos, tres, las veces que sean necesarias, en eso no vamos a aflojar.
Ya se había definido el dia en el que se iban a colocar los paneles, y teníamos mucha expectativa para estar presentes en ese momento, que tenía que ser entre jueves y viernes y lo habíamos organizado para ir con Nicolás y Ani, en lo personal era un momento especial, porque con Javier nos contactamos por primera vez en mayo del año pasado y desde ese momento nos hemos mandado innumerables mensajes, hemos hablado incontables veces, a veces por cosas importantes y a veces por cosas triviales, pero nunca nos habíamos encontrado personalmente, entonces este momento iba a ser importante para los dos.
A Nicolás le surgió la necesidad de estar esos días y no podía ir, con los otros compañeros que los había hablado para que me acompañaran se les complicaba por sus obligaciones, había pensado varias alternativas y se estaba acercando el dia y no tenía organizado, entonces el miércoles al mediodía, a quién iba a acudir si no era al “Chapulín Colorado” para que me salvara y así es que surgió la invitación a Marcos, y como quien no contaba con su “astucia”, inmediatamente dijo SI, VAMOS. No fue necesario otro argumento.
Asi fue que el jueves arrancamos temprano y a las 7 y media estábamos en la sede de la Intendencia del Parque, para buscar la llave del Puesto de Cochuna, que gentilmente nos facilitó el Jefe de Guardaparques Ramiro Aráoz
Después de un café en Concepción, arrancamos cerca de las 9 y en un entretenido viaje donde estuvimos recordando lo que habías hecho hacía un poco más de un mes y medio cuando fuimos a Ciudacita.
Como el plan era que, en el puesto de Javier, con el que habíamos intercambiado mensajes y sabíamos que estaban arrancando un poco más, iba a estar una persona allegada a él, íbamos tranquilos que un mate y cobijo íbamos a tener, mientras esperábamos su arribo.
Cuál fue nuestra sorpresa al ver que una vez que divisamos el puesto, no salía nada de humo de allí, y ya más cerca, la puerta y las ventanas cerradas. Eran cerca de las 4 de la tarde, y las sombras estaban cerca del puesto y como es una planicie el viento se hace sentir. Por suerte la puerta del baño estaba abierta. Nos cobijamos allí, a la espera de que llegaran. Pasó más de una hora y media, con Marcos comenzamos a elaborar el plan B, que era una retirada forzosa y a emprender el regreso de noche, y volver a cruzar 20 veces los cauces entre el Río Cochuna y el Arroyo Sonador.
Mientras Marcos salió a recorrer afuera para intentar otras alternativas, pega el grito “AHÍ VIENEN”, a partir de ahí las cosas cambiaron totalmente.
Llegó primero el hijo de Javier, Bernabé y luego el resto, David Argañaraz, brigadista del Parque, Marcos Bravo y Jorge Ricardo Zuleta, de la empresa ECOS, Micaela López, sobrina de Javier, y Javier, que nos saludaba con el brazo en alto.
Cuando se bajó del caballo, nos confundimos con Javier en fuerte abrazo, fue un momento emotivo, que resumía en ese momento el afecto que nos sentíamos mutuamente después de más de 1 año de habernos contactado por primera vez. Este regalo que me permitió la AAM, son una de las tantas cosas por lo que estoy en el Club.
Bajar la carga y verlos a Marcos y Jorge, ponerse manos a la obra, es algo que ya los había visto hacer en otras oportunidades y aquí lo reafirmaron una vez más. Así fue que entre el mate y antes de la cena ya teníamos luz en el puesto, momento que todos exclamamos nuestra felicidad. Una vez más la AAM, había cumplido su compromiso, y eso, eso nos llenaba de alegría.
Lo que había preparado Javier, para el asado era indescriptible, nunca tuvimos un asado así, y la tertulia se extendió, pero no llegué a su final, me fui a descansar, mientras continuó con juego de cartas de lo que me enteré al dia siguiente.
A la mañana, mientras Marcos y Jorge completaban su tarea, después de desayunar, emprendimos el regreso, felices de haber logrado nuestro objetivo y de seguir construyendo lazos para el montañismo que permitan seguir enalteciendo esta noble actividad
Rubén Goñi