Cerro Negro (5.055 msnm), San Antonio de Los Cobres (Salta). 21 al 24 de noviembre de 2025

Por nuestras compañeras: Ibonne Tucznio, Fátima Lucero, Mariela Gutiérrez, Dolores Bascary y Judith Nieman

Relato: Judith Nieman

Mi primer 5000

Intento escribir este relato a destiempo, rápido para que esté listo para mañana con la intención de que no se pierda, de poder compartirlo, de que alguien más se entusiasme y lo pueda disfrutar, de cumplir con la tarea. 

Pasaron un par de semanas desde que concretamos este viaje de paseo y montaña. Hermosa combinación para cuando promedia el fin de año.

Ibonne propuso y tomó la posta para la casi completa organización, grupo de whatsapp mediante, se fueron sumando y bajando interesados hasta conformar el equipo definitivo: Ibonne, Lola, Fati, Mariela y Yo. Fuimos 5.

Arrancamos el primer día así, de paseo y sin presiones. Salimos tranquilas a las 9 de la mañana, parando donde teníamos ganas, recorriendo los pueblitos que pasábamos en el camino, apreciando escuelas y canchas de fútbol, maravillándonos con los paisajes que ofrecía la Quebrada del Toro, sacando fotos. Arribamos a Santa Rosa de Tastil alrededor de las 5 y media de la tarde, ya sin tiempo de recorrer lo que habíamos planeado. Pero de vacaciones a nadie le importa, reprogramamos para el día siguiente por la mañana. Sí pudimos visitar el museo y ubicarnos cómodamente en nuestro albergue.

Tastil es pequeñísima, solo quedan allí 15 habitantes en un poblado que cientos de años atrás supo ser una ciudad importante. Así lo demuestra su sitio arqueológico. Uno de los asentamientos precolombinos más grandes de la Argentina, cuyo auge fue entre los años 900 y 1400 y que albergó a unas 3000 personas. Un lugar lleno de pasado que dio inicio a nuestro recorrido mágico. Tastil se relaciona con táctil que a su vez hace referencia a unas piedras sonoras propias del lugar que al percutir ofrecen un sonido claro y vibrante, como de campanas.

Nos alojamos en la casa de Gabriela, nos recibió primero con merienda y luego con cena. No pudo librarse del arduo interrogatorio a la que la sometimos para conocer detalles de su vida. Escuchamos atentas sus historias, algunas muy lejanas y otras tan familiares.

Al día siguiente concretamos la visita al sitio arqueológico, nos guió Antonio durante un recorrido de una hora, también fue víctima de nuestra indagación y nos acompañó para que pudiéramos tocar nuestra propia sinfonía. Luego nos dispusimos a continuar el paseo, pasando por San Antonio de los Cobres, nos dirigimos hacia las Termas del Volcán Tuzgle. Recorrido maravilloso si los hay. En la pileta, propiedad de la comunidad, nos encontramos con Martina y sí, también conocimos detalles de su vida.

Ya de regreso, en dirección hacia el lugar donde armaríamos nuestro campamento, se nos presentó un pequeño inconveniente, rompimos una cubierta y quedamos en llanta. Tuvimos que resolver. Empoderadas como veníamos, cambiamos rueda y decidimos continuar con el auxilio rogando no volver a tener otro percance. Ya no teníamos tiempo que perder y regresar a San Antonio de los Cobres, si bien fue una opción que consideramos, la desestimamos y continuamos con el plan original.

Acampamos alrededor de las 20 hs. y a las 6 a.m., estuvimos listas para iniciar el recorrido a pie. Solo belleza y más belleza en esa caminata de vista permanente al destino. 

Dos semanas previas, una subida a nuestro refugio del Bayo, en condiciones de desvelo y con vuelta por El Negrito, se ve que funcionó como excelente entrenamiento porque, para mi sorpresa, pude seguir tranquila el ritmo que marcaban mis compañeras. Y finalmente el último tramo, el más duro, el que te lleva a esa cumbre hermosa de lajas increíbles con vista 360° a las cumbres de las montañas que se nombran todo el tiempo: El Tuzgle, El Chañi, El Acay, El Quewar y también las Salinas Grandes. Estos primeros 5000 de lujo, en una de las cumbres más hermosas que hay, me llenaron de lágrimas de emoción, como toda vez que cumplo una nueva meta en compañía y con la ayuda de gente querida. 

La vuelta, con alegría por el logro y a pura diversión de patinaje a través del acarreo nos llevó, en buen tiempo, de regreso al campamento.

Esa noche volvimos a nuestro albergue en Tastil, Gabriela ya no estaba porque había ido a acompañar a su pareja al partido de fútbol que se jugaba ese domingo. En su reemplazo nos recibió Lucia, su tía.  Una mujercita pequeña de tamaño, pero poderosa, con la sabiduría de la vida encima y con esa gracia e ingenio para contar que dan ganas de quedarse horas escuchando. 

Al día siguiente llego nuestro momento de volver. 

Un viaje mágico. Dicen las chicas que porque 5. 5 amigas, 5055 msnm, 55.000 pesos de nafta y no sé cuántos 5 más que fuimos encontrando por todas partes. El número 5 simboliza principalmente la libertad, el cambio, la aventura y la curiosidad, representando un puente entre opuestos y la búsqueda de experiencias y crecimiento personal a través de la experimentación y la adaptabilidad. En la cultura andina, el número 5 (Pichqa) es significativo porque representa la quinta dirección, completando el cuadrilátero cósmico de los puntos cardinales (Norte, Sur, Este, Oeste) con el centro, que es el punto de conexión vital y la energía universal (Wiraqucha) que emana de la Pachamama, siendo también la mano y los cinco sentidos que perciben este mundo sagrado, simbolizando la plenitud y la interacción entre lo físico y lo espiritual. 

En el centro de mi cuadrilátero cósmico está la montaña, están los amigos y las amigas que me acompañan, está la magia.