Cerro el Tesoro (5.460 ms.)
Nevados del Aconquija -Tucumán/Catamarca
Por Ulises Kusnezov
Esta expedición estuvo formada por nuestros amigos Gladys Escudero, Matías Marín y nuestro socio Ulises Kusnezov
Cuando a principios de noviembre del corriente año tuve que ir a la montaña más alta de Tucumán, El Clavillo de 5550 mts., reflotó mi interés y admiración por este cordón tan hermoso como desconocido. Cumbres que en otra época eran destinos obligados de los montañistas tucumanos, en la actualidad no reciben ni una mínima parte de ese interés que solía haber.
En el campamento alto de El Clavillo a 4600 mts., charlando sobre futuras expediciones y proyectos con Matías Marín, surgió la idea de regresar para subir otras cumbres de los Nevados del Aconquija, como aclimatación para montañas más altas y, por suerte, en un futuro muy cercano.
Así es como solo en 15 dias, el 29 de noviembre, estaríamos visitando nuevamente La estancia del Tesoro, este hermoso caserío y punto de partida para los Nevados ubicado a 2650 mts. de altura. Una vez más seriamos muy bien recibidos por la familia Escudero, en este caso más precisamente por la dueña de casa, Alcira, y una de sus 4 hijas, Gladys, quien ya nos había expresado su interés por recorrer “sus cerros” y empezar con el Montañismo, asi que no dudamos en invitarla a que sea parte de la expedición. Al contrario, seria para nosotros un gran placer contar con ella. Por supuesto, no hizo falta que le aclare la dificultad física de lo que íbamos a hacer, porque hubiera sido irrelevante. Ella, criada en ese lugar, estaba físicamente más fuerte que nosotros.
Como ese día llegamos alrededor de las 16:30 a la Estancia del Tesoro, Matías y yo decidimos arrancar a caminar hasta otro puesto conocido como El Tesoro de Arriba a 3000 mts. de altura, un poco para ganar algo de distancia y un poco para no quedarnos sentados toda la tarde y calmar asi la ansiedad de comenzar. Gladys nos alcanzaría allí al dia siguiente; Dicha caminata nos tomó 1:30 y llegamos al puesto con lo justo de margen para buscar agua y armar la carpa., no solo porque caía la noche sino por la tormenta que se avecinaba.
El dia 30 de noviembre nos despertamos, pusimos a secar la carpa y desayunamos mientras esperamos a que llegue Gladys. Ella llego a las 8 30, la hora acordada y partimos los tres hacia lo desconocido. Como las nubes se disiparon un poco durante esa mañana, logramos apreciar un poco lo que nos esperaba y definir asi nuestra ruta. Seguimos un largo filo que nos llevaría hasta la cota de 4100 mts. y antes del fin del mismo, a las 13 hrs, paramos a almorzar nuestros clásicos sandwichitos mientras Gladys sacaría un pesado túpper lleno de arroz y milanesas de berenjenas fritas muy ricas, que se preparó la noche anterior, ya que ella es vegetariana.
Luego del almuerzo comenzaríamos un largo faldeo hasta el circo o anfiteatro que está más al sur, de los 3 que están entre el Tipillas y el cerro El Tesoro. Dependíamos del agua para nuestro sitio de acampe, pero estábamos seguros de que íbamos a encontrarla en algún lugar. No tenía duda. Asi es como caminamos hasta los 4500 mts. y siendo las 15 hrs. comprobaríamos que estaba equivocado. Nunca encontramos ninguna vega ni corredera de agua por lo que luego de deliberar qué hacer, decidimos aprovechar el granizo que había quedado de la tormenta del dia anterior, escondido bajo algunas piedras en las que la sombra le ganaba al sol. Solo tendríamos que ser más racionales con el uso de nuestro gas ya que no habíamos calculado tener que derretir. Como todos los dias previos donde el mal tiempo era el protagonista, esa tarde llegarían las nubes para dejarnos sin vista y no irse más, asi que nos fuimos a dormir esperando que amanezca con mejor tiempo. Despejado sería mucho pedir.
El primer día del mes de diciembre nos despertamos a las 5 am con la intención de salir a cumbre a las 6 am. El problema es que desde las 3 o 4 am había empezado a nevar y deberíamos postergar nuestra salida para las 7 primero y luego para las 8.
Finalmente, luego de hidratar un poco saldríamos para arriba a las 8 30 con un tiempo meteorológico desfavorable, en medio de la cerrazón, sin vista de hacia dónde iríamos, pero igual altamentente motivados. Tal vez las condiciones no eran las correctas para salir, pero no nos rendiríamos tan fácilmente.
Los casi mil metros de desnivel los realizamos en 3:30 hrs. y alcanzaríamos la cumbre a las 12 de la mañana. El ascenso había sido definitivamente entretenido. La mezcla de nieve dura, vieja, con la más fresca recién caída, hacía que por momentos nos hundamos o resbaláramos y tengamos que buscar las piedras para un paso más firme. A todo esto, encima, tanto Matías como Gladys estaban de zapatillas, con lo cual no quedaba otra que apoyarse en las huellas que iba abriendo con mis botas. Lo bueno es que estuvo planificado de esa manera, asi que no fue ninguna sorpresa. Lo malo, en lo personal, fue caminar desde abajo con las botas, solo para aprovecharlas esas ultimas horas.
En la cumbre estuvimos lamentablemente sólo 15 min. Tenía muchas ganas de recorrerla y ver los alrededores, pero el frío y el viento sumado a la poca visibilidad, no le daban sentido a una mayor permanencia.
Lo que me llamo la atención desde el comienzo y la razón principal para elegir este cerro era el saber que, de todas las cumbres principales, era la menos visitada. Siempre opacada por sus vecinos Tipillas y Clavillo. Sabíamos que, hacía muchos años que nadie la había visitado, de hecho, no vimos ni un rastro de actividad moderna camino a ella. Por eso la intriga de encontrar los testimonios era fuerte. Al principio solo encontramos pedazos de madera, pero luego apareció una bolsa de plástico totalmente rota y unos boletos de colectivo casi ilegibles producto de estar librados a la intemperie. No pudimos ver ni un nombre ni una fecha, solo el precio del pasaje que suponemos era de Tucumán a Santa María…. $3,80.
Ese dia regresamos al campamento, hidratamos, comimos un poco, desarmamos las cosas y salimos para abajo. La bajada a un ritmo muy rápido y sin ninguna parada nos llevaría alrededor de 3 hrs. hasta la Estancia del Tesoro donde Alcira nos recibiría con mate cocido y tortillas caseras. Luego de despedirnos, saldríamos para dormir en el Infiernillo y con el propósito de seguir aclimatando subiríamos el Negrito al dia siguiente en solo 3:30 hrs.
Definitivamente un buen comienzo de mes con dos cumbres en los dos primeros dias. Quiero destacar la figura de Gladys quien no solo demostró estar preparada para seguir subiendo montañas, sino también su forma de pensar y de defender la vida, en su lugar de origen en contra de la vida citadina. Cada vez queda menos gente viviendo en nuestras montañas y por lo general es gente grande. Ella con 24 años se afianzó allí y posee un pensamiento muy parecido al nuestro con respecto a la sencillez de la vida y la vida en la ciudad. Seguro que nos cruzaremos nuevamente en las sendas.