¡Qué mejor manera de festejar el día de la patria que realizando una salida a la montaña!! ¡La montaña también es patria, nuestra tierra, lo que nos identifica y mejor si es con amigos y amigas!!! La patria es mucho más, pero esto es una pequeña porción, exquisita, por cierto.
Miembros de Asociación Argentina de Montaña (AAM), partimos éste 25 de mayo a las 8,30 hs de la mañana rumbo al Cerro Pabellón, ubicado en el valle de Tafí a unos 3.750 mts. sobre el nivel del mar.
El grupo que tuvo la particularidad de realizar este logro fuimos 20. Cinco eran integrantes nuevos, del Curso de Iniciación a la Montaña 2019 (CIM 2019). Los cinco hicieron cumbre. ¡Bien por ellos!!!. Éramos 23, dos se bajaron para acompañar a una de las compañeras que no se sentía en condiciones de seguir.
La madre tierra nos regaló un día maravilloso. Ingresamos desde las afueras de la ciudad, a la altura del Cristo Redentor. Comenzamos a subir y ya nos sorprendió un bosque de alisos en el que se entra y se sale. Y ya desde ahí la montaña nos enseñó, nos mostró sus encantos. ¡Bosque de alisos, yaretas a las que hay que proteger, arcayuyo de los que podemos degustar con unos ricos mates……y todo estaba ahí! El sol nos abrazaba, el viento que envolvía, con perfumes típicos, nuevos, diferentes. Y la subida de cada integrante fue respetada en relación a su ritmo. Hicimos un par de paradas para hidratarnos, compartir una fruta, un chocolate, una barrita, todo esto mezclado con charlas que hacen a lo que es nuestra vivencia como montañistas.
Y así, paso a paso, más lentos, más rápidos, logramos hacer cumbre. Y es tan abundante el universo, que nos deleitó con el majestuoso vuelo de un par de cóndores. Almorzamos acompañados con su vuelo y con la inmensidad de nuestros valles. ¡Que más se puede pedir!!!!
Y cuando se está a esas alturas, el asombro nos invade, como dice la canción…: “lo cotidiano se vuelve mágico”.
Y así, después del ritual de las fotos, de la firma en el libro de cumbre y el detalle de dejar la escarapela en el frasco, comenzamos con el descenso.
Y lo hicimos en varios grupos. Esta bajada se hizo sentir. Algunos se demoraron más, pero el compañerismo y la empatía siempre al pie del cañón, rasgos que caracterizan a este club. A una de las compañeras le costó la bajada, pero lo que nunca faltó es el buen ánimo. Llegamos en el horario establecido, a pesar de todo.
Y como no puede ser de otra manera, ya planificando las próximas salidas. “Estamos vivos porque estamos en movimiento”, dice Drexler.
¡Vamos por nuevos desafíos!!
Ibone Tucznio