Subida al Refugio del Bayo, en el Parque Provincial Cumbres Calchaquíes, de nuestro compañero Joel Ola y su amigo Andrés Álvarez, el 6 y 7 de julio de 2019
A mediados de la semana pasada hablamos con Andrés, un compañero de trabajo y amigo de montañas, para hacer alguna salida el fin de semana que se aproximaba. Dado que el lunes teníamos que trabajar ☹ no disponíamos de mucho tiempo para alguna expedición larga y pusimos cabeza en llevar nuestros pasos a las queridas Cumbres Calchaquíes. Fijamos como objetivo ascender la prominencia del Cerro Bayo y combinar la misma con la prominencia de Cerro Alto de las Nieves.
Sabiendo que pasaríamos noche en el refugio AAM, hable con Nicolás para saber si había alguna manera de poder colaborar en el plan de reparación que tiene la Asociación. Minutos después me llama Rubén y me comenta lo que se podría hacer. De lo que hablamos, sin pensarlo demasiado, me decidí a llevar cemento. Rápidamente hice cálculos y me dije 10 kg deberíamos poder llevar… fui hacia la ferretería e hice mi pedido: 5 bolsas de 2kg c/u de cemento. El dueño del negocio, sorprendido y verificando me preguntó si no prefería llevar todo el material en una sola bolsa o dos como mucho, entonces empecé mi explicación sobre que al ser bolsas pequeñas podríamos distribuir la carga acorde a nuestras posibilidades y también acomodarlas mejor en la mochila. Le comenté que las llevaba a la montaña, a más de 4000 msnm para reparar un refugio de altura. Cuando el entendió la razón “extraña” de mi pedido, pesó con precisión suiza cada gramo en cada bolsa, reforzó las mismas con bolsas adicionales y después de decirme que estábamos locos me deseó mucha suerte.
Sábado por la mañana, decidimos no salir tan temprano para ganar horas de descanso luego de una semana agitada. Cerca de las 11 de la mañana empezamos a caminar, nuestro trayecto lo haríamos por la quebrada del barón y luego tomaríamos el rumbo hacia el refugio. Paso a paso logramos un ritmo bastante mejor al que esperaba que tendríamos, sin embargo, nuestras fuerzas pronto nos cobrarían factura. Llegados a la Cueva, descansamos y continuamos la marcha. A partir de ese punto nuestro paso se hizo más lento, ganando altura y perdiendo un poco de fuerzas… los 20kg de carga que llevábamos entre equipo, abrigo, comida y cemento nos llevaron a lograr nuestro objetivo a las 19:30 horas, justo cuando llegaba el ocaso y aparecía el frío.
Llegar al refugio te cambia el ánimo, el cansancio desaparece y mirando alrededor simplemente agradeces y te sorprendes de contar con tan preparada estructura para albergarte en la altura.
Accionar las llaves y ver que instantáneamente se ilumina todo el interior, te maravilla… te hace sentir en un hotel de lujo para el ámbito al que estamos acostumbrados los que recorremos nuestras montañas y siempre nos acomodamos bajo los techos de nuestras carpas.
Al acomodarnos y preparar una rica cena, no podíamos más que bromear acerca de nuestra singular carga. Saber que ayudaría a mantener y reparar los daños del hermoso refugio en donde estábamos hizo que nos olvidáramos de su peso en nuestras espaldas.
Charlamos un poco, planificamos el día siguiente y nos acostamos a descansar.
Durante la noche un fuerte viento azotó el refugio, sentíamos cómo las chapas del techo golpeaban contra la estructura y el caer de piedras, algunas que provisoriamente sostenían las chapas ante la ausencia de la apretada y otras que caían de las paredes laterales bajo los techos.
Al despertar y salir a ver, nos dimos que ya no había piedras que sostuvieran las chapas, el viento dejó su marca nuevamente en su paso.
Acomodamos algunas cosas, pusimos algunas piedras sobre el techo y salimos a caminar en las alturas. El clima era un buen compañero, mañana soleada, sin nubes y a pesar del viento constante que teníamos el frío no llegaba a incomodarnos.
Nos dirigimos a la prominencia del Bayo a la cuál llegamos a pocos minutos de partir del refugio. Nos quedamos allí apreciando la vista en todos los sentidos. Divisábamos el Cadillal, Anfama, La Ciénega y otros parajes con suficiente claridad. Dejamos nuestro testimonio en la cumbre y nos calzamos las mochilas nuevamente.
El tiempo corría y nos apresuramos a seguir con nuestro plan… Seguiríamos el filo cumbrero hasta llegar al punto elevado conocido como Alto de las Nieves. Esta “cumbre” de 4600 ofrece una excelente vista hacía el resto de las cumbres Calchaquíes.
Nos quedamos allí no mucho tiempo. Buscamos el registro de cumbre, pero al no llevar lapicera ni encontrar una allí, no pudimos asentar nuestra visita.
Sin embargo, pude traer un recuerdo mucho mayor de esta visita… Casi 7 años atrás la había visitado con algunos amigos. Aquella vez fue mi primera vez subiendo a la montaña. En aquel momento fue la tercera cumbre del día y parte de un camino que hoy recorro conociendo amigos, lugares, desafíos y aprendiendo paso a paso y metro sobre metro de esto que es una pasión para mí.
Descendimos hacía el refugio nuevamente, preparamos nuestra carga y dedicamos un buen tiempo para asegurar las chapas del techo con piedras, hicimos lo mejor que pudimos a mi entender.
Nos despedimos del refugio y emprendimos el regreso hacia nuestro vehículo. Tomamos el filo en dirección al puesto de Díaz y bajamos con tremendo ritmo…. ritmo que marco algún dolor en nuestras piernas por algunos días posteriores a la salida 😊.
Hoy ya en casa vuelvo a pensar en el Refugio, lo que significa, lo que representa, lo que se necesitó para que esté allí, lo que se hizo para que hoy pueda ser un lugar clave para nuestras visitas a las Cumbres Calchaquíes. Pienso en cuanto lo necesitamos y en cuanto nos debemos a él, como asociación, cómo montañistas, cómo personas. No debemos dejarlo caer y debemos acudir a él para sostenerlo y reforzarlo, para que siga cumpliendo su propósito de albergar a muchos como nosotros que amamos las montañas, que soñamos en ellas y expresamos en nuestras visitas a sus alturas un estilo de vida que nos hace diferentes.
El granito de arena es de cada uno, lo que podemos construir con él será de todos.
Marcos Joel Ola