Día 6 de agosto de 2019. Cuarto parte.
Siguiendo a Ulises y Arkaitz
Hoy Ulises y Arkaitz se han acercado al Nevado de Pissis. Debido a lo extraordinario del terreno, el fondo de una caldera volcánica plagada de elevaciones, depresiones y lagunas, no han ganado gran altitud.
A las 17.01 hs. llegó la señal satelital: están acampados a 5.400 m cerca de una gran roca en un lecho seco.
Por primera vez, además de la posición enviaron un mensaje: “…De 10. un poco si, pero estamos cerca ya. Mucho viento hoy renegamos muchísimo. El éxito o no depende del viento. L prono es importante (SIC)…”
En estos mensajes hay escasos caracteres para expresarse, pero a buen entendedor pocas palabras: El día ha sido difícil, en terreno escaso de reparos el viento los azotó a placer, varias veces han debido tomar altura para perderla después.
Digamos algunas palabras sobre lo que en verdad significa tanto viento. Por un lado, dificulta pensar y, sobre todo, suele entorpecer el diálogo con el compañero, el intercambio de ideas. El viento no solo multiplica el efecto de la temperatura (a mediodía había alrededor de -12°). Si es frontal puede llegar a impedir avanzar, pero por detrás (no parece haber sido el caso de hoy) arrastra el cuerpo, hace tomar velocidad y se puede “perder pie”, situación de riesgo si hay grandes rocas afiladas (el andinista trata de compensar la fuerza del viento moviéndose muy inclinado, en posiciones casi imposibles a veces).
Pero cuando mandaron el mensaje, ya dentro de la carpa, se habían relajado y evaluado con calma. Se sienten en perfectas condiciones, fuertes, no están aflojando, al contrario. Ven la montaña cerca y la quieren subir por eso empiezan a estar más pendientes del pronóstico; son momentos de ansiedad, todo gira alrededor de lo mismo: no quieren equivocarse, saben que el viento manda. Por eso en la carpa van y vuelven las mismas preguntas: ¿Ahora que estamos cerca, como distribuimos las etapas que nos faltan? ¿Cuántos campamentos hacemos? ¿Qué día será el mejor para intentar la cima?