LA ESPERA LLEGA A SU FIN
Día 8 de agosto. Sexto parte.
A las 9.40 de hoy Andrés Suarez recibió este mensaje satelital: “Recibido. Muchísimas gracias. Hoy aquí, mañana movemos. anoche estuvo compli l viento y ahora tmb. Pero ya es pasar hoy. (SIC)…” A la tarde llegó el habitual parte con coordenadas y el OK.
Ulises y Arkaitz continúan en el mismo campamento. Tomando en cuenta los pronósticos han tomado una decisión y trazado sus planes para la última parte del ascenso al Nevado de Pissis. Mañana, si es posible, volverán a avanzar.
La incertidumbre de ayer, encontrar la decisión correcta, ha desaparecido. Ahora, como dice el mensaje “es pasar hoy”, tomar agua, alimentarse, reparar algo, salir a tensar los sostenes de la carpa que el viento afloja.
En altitud la presión atmosférica desciende y el cuerpo recibe menos oxígeno. Se pueden vivir semanas sin comer, días sin beber, minutos sin respirar. Un humano no adaptado no solo responde a la actividad física como si hubiera envejecido 50 años, sino que puede desarrollar enfermedades. Andinistas experimentados como Ulises y Arkaitz saben que en un lugar como este, es poco lo que se puede hacer una vez que un problema se ha planteado. Lo que cabe es prevenir, aclimatarse. Los días pasados para aclimatarse a la altura son días ganados
El viento es un problema. Tal vez no han podido descansar bien. ¡Cuánto movimiento y ruido puede hacer el viento aún dentro de la carpa! A veces para hacerse oír haya que gritar. Pero eso no es mala suerte ni imprevisto, es parte de lo que fueron a buscar y solucionar.
Alguien tal vez se pregunta por qué subir cerros ¡en invierno justamente! Las alturas han estado siempre vinculadas a los hombres. Desde hace muchos siglos se suben montañas por razones del puro espíritu. Especialmente nuestros Andes están plagados de restos de ascensos previos a la llegada de los europeos. Subir una montaña lleva lo mejor de la especie: curiosidad, exploración de la naturaleza y de los propios límites, arrojo, ingenio, solidaridad.