La Ciénaga 12 y 13 de octubre 2019

Mi primera salida con la AAM después de mi vuelta como socia

    Tenía ganas de salir con la AAM este finde, lo necesitaba, pero había cuestiones que resolver. Gracias a la gestión , de la siempre dispuesta Liliana, Nicolás nos dijo que podíamos bajar desde La Ciénaga un grupo, mientras los demás seguirían por las cumbres de Mala-Mala, a la Escuela de Matadero, el domingo. Así entre jueves y viernes se sumó mi auto con 5 socios, sin conocernos nos pusimos rápido de acuerdo. Gracias a José Manuel que me prestaba el auxilio de su auto decidimos subir para bajar el domingo.

    El sábado nos encontramos a las 6 y 15 en mi cochera, cargamos todo y emprendimos la subida a Tafí, junto a Dolo,y José Manuel.  Con mate y charlas llegamos enseguida.

    8 15 en la Refinor, pedimos un café con leche que fue interrumpido por el llamado del Presi a partir al lugar donde arrancaríamos.

    Perfecto. Ya allí, preparamos las mochilas y partimos. Eran las 9.

    Una mañana calurosa y con un solazo tremendo. Las vistas de Tafí hermosas como siempre. En la antena fue la primera parada. Descanso, comimos algo, algunas fotos y seguimos.

    Fue un ascenso lleno de charlas y silencios alternados.

    Mi alegría era el motorcito que me llevaba casi sin esfuerzo, pese a que no subía con mochila hacia un tiempo, prácticamente desde el fin del CIM.

    Llegamos al refugio-escuela de la ciénaga a las 13.10 de la tarde. Almorzamos entre risas y charlas. Compartimos con un grupo que estaba allí de San Luis.

Momentos

    Algunos partimos al río. Había un hermoso sol y el agua nos invitaba a relajarnos. Otros hicieron siesta.

    Luego junto a Dolores, Lili y José Manuel, “el Ahijao”, caminamos a la Cruz de enfrente. Una vista impresionante. Momento de paz, muy lindo. Pudo valer la travesía solo ese momento.

    Bajamos y seguimos recorriendo por detrás de la escuela, hasta que José quiso volver para comenzar el fuego del asado. Debía estar listo a las 21 hs.

    Comenzaron los preparativos con Luciano a la cabeza. Las chicas tomaban mate y comenzaron con la preparación de las ensaladas, verduras asadas y riquísimas paltas que llevo Liliana.

    Atardecía y el fuego invitaba a la reunión. Algunos tomaban fotos para el curso de fotografía.

    La cena estuvo lista a la hora indicada. Una mesa primorosa nos congregó con un asado riquísimo. Asado en La Ciénaga, que mejor programa para un sábado a la noche con los socios de la AAM, y con la luna, iluminando el cielo, casi en luna llena.

    Luego vino acomodar todo y a dormir. Bueno una forma de decir…entre las risas, gritos y charlas de nuestros vecinos se apagó la luz.

    A las 5.40 sonó el despertador de Martín. El grupo que partía a Mala Mala y Matadero debía salir temprano. Afuera el cielo estaba estrellado. Perfecto. Como el pronóstico que teníamos indicaba que el tiempo empeoraría el domingo, por la tarde, Nicolás había establecido que había que ir precavido, por si se anticipaba ese cambio.

    Desayunamos y los despedimos nosotros 3. Foto grupal y hasta pronto. Eran las 7.20. Nos quedamos con una sensación rara de desamparo. Mientras subían, los fotografiamos. Los contamos: eran 13 almitas un 13 de octubre: Suerte!!!

    Pero no nos quedamos ahí y con la mochila puesta fuimos a conocer las cascaditas que nos había indicado el Oso.

     El paseo duro hasta las 9. José Manuel estaba queriendo emprender el regreso. Venía callado mientras con Dolores seguíamos con las charlas interesantes. A ese punto no quedaba pedacito de nuestras vidas por contar. O casi.

    Después de treinta minutos nos cruzamos con un señor del lugar que nos dijo que no llovería. A los 15 min comenzó una lluvia finita.

    En un determinado momento paramos a sacar fotos: había una niebla que se levantaba al ras del suelo, muy raro. Justo en ese momento venían a caballo de Tafí unos paisanos y desde la Ciénaga volvían tres enduristas. Pude captar el momento. Mientras me doy vuelta, mirando la cumbre tapada de Mala Mala los veo. Varios bajaban, les digo; ahí están!!. Esperá, contemos dice José Manuel, SALIAN EN FILA DETRÁS DE UNAS ROCAS, ERAN 13…  EL ALMA SE NOS ACOMODO DE ALEGRIA. LES GRITAMOS Y NOS CONTESTARON CON LOS BASTONES EN ALTO.

    A LOS POCOS MINUTOS ESTABAMOS TODOS REUNIDOS

    HABIAN SUBIDO EN 2 HORAS HASTA EL FILO DE LA MONTAÑA CUANDO COMENZO UNA FUERTE TORMENTA QUE LOS EMPAPO EN MINUTOS. Y QUE HABÍA CUBIERTO EL CIELO Y PRESAGIABA SU CONTINUACIÓN. NO HABÍA QUE ARRIESGAR.

    Momento clave: nos contaron, que Nicolás tomó la decisión de bajar, fue rápido y contundente. Si bien, ya se había logrado llegar casi a la altura máxima, quedaba un largo camino de más de 4 horas para llegar a la Escuela de Matadero. La temperatura bajó bruscamente Había que bajar, abandonar la expedición, garantizar la seguridad de todo el grupo que estaba fuerte y con muy buen ánimo para emprender la retirada y esperar otra oportunidad en mejores condiciones.

    Como siempre la montaña es una Escuela de aprendizaje permanente, y estas decisiones que a veces cuestan tomarlas, porque pesa todo lo preparado, realizado y planificado, hay que tomarlas en un instante. Ese instante es clave y tenemos que tenerlo siempre presente. Una vez más se mostró totalmente acertado.

Seguimos la bajada ya con lluvia y viento bien fresco. Pero la sensación de alivio para nosotros de saber que nuestros compañeros no estaban expuestos a un mal tiempo, nos calentó el corazón.

    Empezaba otra aventura: bajada con mucho barro, con lluvia y niebla.

    Yo venía disfrutando de la lluviecita en mi cara, pensando que la montaña fortalece el espíritu. No sabía que Diosito en unos minutos me daría dosis extras de fortalecimiento.

    En un momento Martin iba a la cabeza de la Sub 25 (4 mujeres por detrás). La cosa se ponía difícil por el barro. Hasta que caí muy mal sobre mi brazo izquierdo, golpeándome el codo y la muñeca. Espere, con la ayuda de Martin y Lili  y solo apoyándome en un bastón seguimos. Fue la primera caída de muchas. La cosa recién comenzaba. Todos llegamos embarrados hasta las pestañas. Hasta el Oso con su porte, casi la lleva puesta a Viqui. Lo que es el amor. No rodaron juntos esta vez.

    Dolores, el Oso y yo fuimos los últimos en cruzar el alambrado final. Y hasta eso fue un desafío para mí:  Mis piernas cansadas, mis zapatillas, un ladrillo de barro pegajoso y mi brazo inútil no estaban en sintonía con mi interior que pese a todo estaba radiante y feliz. ESE es el MISTERIO de la montaña.

   Un café caliente preparado por amigos, pan casero y mermelada me esperaban. Breves charlas, saludos y gracias.

   El bajar el cerro manejando, puesto que mi brazo respondió, los mates de Dolo y las palabras de José Manuel, concluyeron que el trio-grupo espontaneo que se había armado el jueves (sin conocernos) funcionó a la perfección.

GRACIAS  AAM fue un finde para el recuerdo.

Maria del Carmen Ahumada