Refugio Sin Restricciones
Refugio del Bayo, domingo 15 de marzo
Como casi todas las salidas, todo comenzó en una charla con Ricardo Gramajo en la Asociación, en la reunión de los miércoles, él quería llevar su placa y quedamos de acuerdo en subir el domingo 15 de marzo. Con dos personas ya había quorum; luego se sumó Marcos Villa Kening y Santiago Zapatiel, él armó un grupito de WhatsApp al que se sumó el quinto integrante, Emiliano Soria Mansilla
Durante la semana pedimos el parte meteorológico a Rubén. El parte anunciaba alguna probabilidad de lluvia y saltó la pregunta: ¿qué hacemos, vamos igual?, y la respuesta fue unánime: ¡Sí! Vamos con equipo de lluvia.
El miércoles 11/03 fui a la reunión y ahí tomé una decisión: intentar subir con dos placas, ya había subido el Domingo 01/03 con una placa a la que luego se habían sumado una segunda mochila y un aislante un poco voluminoso, me sentí muy bien, así que ¿por qué restringirme?, ¿por qué no intentar subir con dos placas? Luego Santiago me llamó para preguntarme si retiraba una o dos placas para mí, le dije que ya había retirado dos placas, así que sin ponernos de acuerdo con Santiago subiríamos con dos placas cada uno, Ricardo y Marcos con una placa cada uno y Emiliano sería nuestra rueda de auxilio por si alguno “pinchaba”, así que ya estaba todo planificado y con más ganas que nunca encaramos este lindo desafío.
El Domingo 15/03 partí a las 05:00 hs desde Tafí Viejo con el Corsa Wagon, los busqué a los chicos de sus respectivas casas y emprendimos la subida a los valles, día lluvioso, pero con muchas ganas de montaña.
Santi sirvió unos ricos mates durante la subida; paramos 15 minutos en la Refinor de Tafí del Valle para acomodar bien las placas en las mochilas. A partir de ahí el tiempo comenzó a mejorar, al llegar al galpón de Telecom, en el comienzo de la Quebrada del Barón, el día estaba esplendido. Veníamos preparados para lo peor, pero el clima era inmejorable.
Comenzamos la subida por la ruta normal como a las 08:40 hs, toda senda esta vez, primera vez que iba a subir al refugio por la ruta normal, pero no era una ruta desconocida para mí, luego les contaré porqué. Mucha camaradería y buena onda en este grupo, que avanzaba a un muy buen ritmo, nos sentíamos todos fuertes y decididos a llegar al Refugio con nuestra carga. Cerca de las 11:00 hs llegamos a la Cueva con Santi a la cabeza, todo un “animal” de montaña; paramos un poco a juntar agua y picar algo, luego seguimos y al comenzar a subir por el filo nos encontramos a Silvita Yamuss, Enri Piter y Mario Acevedo, nos dimos abrazos y charlamos un ratito.
En el camino Santiago mencionó haber visto una foto de Esteban Mansilla con una placa en el piso, junto a la piedra grande, supuso que la había dejado ahí, así que había que investigar.
Seguimos subiendo, Emiliano documentaba todo, sacando fotos muy buenas, iba adelante ansioso de encontrar la placa en la piedra grande y así fue, paramos un rato ahí para que Emiliano acomode la séptima placa del grupo, en su mochila. Ahora si se sentía “completo” y se terminaban las bromas por ir livianito.
Más adelante la subida pronunciada a la derecha, Marcos guiaba, todos a muy buen ritmo y ansiosos por llegar al Refugio. Ricardo, Marcos, Emiliano y Santi unos capos, charlas muy buenas y todo el equipo colaborando para cumplir el objetivo.
A las 14:10 hs llegamos al Refugio, nos fundimos en un fuerte abrazo con la emoción propia de haber cumplido nuestro ambicioso objetivo, y como siempre, la satisfacción de llegar a “nuestra casa” en las alturas y poner nuestro granito de arena para el disfrute de toda una comunidad de montañistas, baqueanos y todo aquel que quiera hacer un buen uso del mismo.
Sin restricciones. Sin llaves ni candados y con todo lo necesario para sobrevivir en su interior.
No podían faltar algunas tareas solicitadas por Rubén, como medir circunferencia del caño de la pared norte, y distancia de la pared a la chapa para una futura canaleta para recolectar agua de lluvia. Luego, almuerzo, descanso con siesta del Chapulín (Marcos Villa) incluida, música con un parlante que llevó Santi y foto grupal a cargo de Emiliano con las siete placas. También decidimos bajar (iniciativa de Santi) con botellas de vidrio que estaban en las cercanías del Refugio, las botellas eran livianas comparadas con las placas, así que ¿por qué no bajarlas? La idea era bajar por la misma ruta por la que habíamos subido, comenzamos a bajar alrededor de las 15:40 hs. Bajamos rápidamente y en poco menos de 3 horas estuvimos nuevamente en el auto y a bajar hasta el Mollar a merendar. Paramos ya en la bajada en un café que se llama La Curva, muy buena merienda.
Una jornada de montaña plena, haciendo lo que nos gusta y buscando siempre un poco más, todo el equipo haciendo un gran esfuerzo.
Ninguno de nosotros se imaginó lo que vendría luego: pandemia, cuarentena y restricciones varias para cuidarnos entre todos del COVID-19, pero aquel domingo tuvimos la satisfacción de haber subido al Refugio. Sin Restricciones.
Fernando Augusto Carrizo
P/D: La primera vez que vi el Refugio fue a mediados del 2018 en una de las tantas salidas en solitario que había hecho por la zona, subí por el filo directo al mal llamado Cerro Bayo bien comienza la quebrada del Barón. Había bajado un track de Wikiock de un tal César Campopiano. Aquella vez luego de llegar a las antenas, mi idea era bajar por la quebrada del Barón (que había hecho varias veces) pero le erré a la quebrada al tirarme a la izquierda mucho antes y salí a un lindo precipicio por lo que tuve que recalcular y sin proponérmelo llegué al Refugio que en realidad eran solo paredes levantadas, busqué un track que había bajado con anterioridad de una tal Sol Naranja, para mí era una montañista llamada Soledad o algo así, con ese track bajé desde el refugio hasta la quebrada del Barón por la ruta normal. Pero ese día tuve la suerte de poder filmar a un zorrino como a los 4.000, en el que yo estaba más asustado que el animal, por si me orinaba y el vuelo de un par de cóndores. Esa filmación, les comparto ahora. Con el tiempo Ulises Kusnezov me abrió las puertas y me hice socio de la Asociación Argentina de Montaña y ahí conocí a Cesar Campopiano, que tanto me había ayudado con sus tracks y resulta que la tal Sol Naranja era nada más y nada menos que Rubén Goñi, quien le pone todas las pilas al refugio coordinando y traccionando a todo un Club a lograr tener un señor Refugio en las Cumbres Calchaquies. Sin conocerlos, Rubén y Cesar ya me ayudaban en la montaña y esa es una gran fortaleza que veo en este Club, todos están dispuestos a ayudar sin esperar nada a cambio, va mi reconocimiento en ellos a todo un club de excelentes personas que están haciendo muy grande a un club tucumano de montaña, la Asociación Argentina de Montaña