Gran logro de nuestros compañeros Marcos Villa Kenning, Bernardo Durán, Fernando Carrizo, Adrián Domínguez, Alejandro Albornoz y Martín Alderete
“Volver al cerro después de un año convulso para apaciguar las energías o cualquier incertidumbre que nos da el llano nunca está de más”
La expedición estuvo integrada por:
-Marcos Villa Kenning, como gestor y autor intelectual de esta expedición, montañista empedernido.
-Bernardo Duran, conocedor de la zona, guía del grupo cuando se quemaban los papeles.
-Fernando Carrizo o Charrasca, siempre donde hizo falta, adelante leyendo el cerro, atrás acompañando a los compañeros, siempre una sonrisa compañera.
-Adrián Domínguez, el de adelante, deportista de alto rendimiento.
-Alejandro Albornoz: El novato de 50, siempre atento a las recomendaciones con un gran criterio sobre lo que se está gestando.
-Martín Alderete (quién escribe): Trato de disfrutar cada paso, de sentir lo que la montaña me dice, y en ese trámite ayudar a que la “expe” vaya adelante.
La ruta
Cachi a Las Pailas – Piedra grande
La ruta elegida fue la conocida como “Las Pailas”, que comienza a unos 15 km al norte del pueblo de Cachi. Avanzamos en camioneta tanto como se pudo hasta unos 800 metros de distancia de un puesto llamado “Huaico Hondo” (Pozo Hondo), que marcó el comienzo de nuestra ruta a seguir.
Los seis cargados de bártulos y expectativas arrancamos a las 10 horas del día domingo 13 de diciembre, cruzamos un río y nos posamos sobre una amplia ladera llena de estructuras arqueológicas, remanentes de las abundantes ocupaciones prehispánicas que inundaron el Valle Calchaquí.
La marcha resultó cómoda, en un ascenso progresivo y aún cálido acompañado por un sinfín de apachetas hechas en piedras blancas a lo largo de la “senda”. Cerca de 6 km nos separaban de nuestro primer campamento, “Piedra grande” a 4200 metros. Una vez allí y luego de aproximadamente 5 horas de caminata instalamos nuestro primer campamento, elongamos, batimos un récord de cebada de mate sin cambiar la yerba y nos acostamos pasadas las 21 horas pensando en las morrenas que comenzaban a la mañana siguiente.
Piedra grande-Isla de Piedra
La mañana arrancó con un enérgico Marcos a las 6:30 am. Lentamente cada dupla, desayunó y levantó su carpa para arrancar una nueva jornada. El plan era continuar sobre la quebrada que se asomaba desde el día anterior y por el interior de la misma llegar hasta el extremo distal (el más lejano) de un campo de morrenas glaciares que dieron origen a esa topografía vasta e intrincada. El día se prestaba a la caminata, y se avanzó durante 4 horas hasta llegar al segundo campamento pautado, Isla de piedra a 4700 msnm. Entiendo que toma ese nombre ya que la zona está conformada por una vega despejada entre un mar de rocas formada por la morrena glaciar. Desde aquí en más, el nevado te acompaña e imprime su respeto (la prominencia Hoygaard) hasta el final. Se respira alta montaña y la marcha comienza a ralentizarse a medida que se gana altura. Nuestro ritual de campamento de nuevo en acción, armar las carpas, buscar agua, tomar mates y augurar lo que continúa.
Isla de Piedra-Anfiteatro Kuhn
Tercera jornada y quizá la más pesada en cuanto a acercarnos a un campamento alto (+-5400 msnm) que nos deje a tiro de la cumbre. Es un tramo corto, pero pesado bordeando el pequeño valle formado por el tránsito glaciar.
Si bien se asciende constantemente, el trayecto está marcado por tres acarreos de piedras medianas a grandes sueltas, por lo tanto, la demanda de atención es extrema. Aquí el cansancio y tensión comenzaron a recordarnos que nuestro objetivo no era algo menor. Las decisiones que se tomaban de antemano rendían buenos frutos. El grupo se mantuvo compacto en casi todo momento, con marcha lenta pero segura y llegando al anfiteatro oficiamos una pequeña votación sobre lo que nos deparaba el día siguiente: esperar un día de recuperación, o aprovechar el envión anímico y físico que traíamos y tirar cumbre el día siguiente. Se decidió intentar la cumbre al día siguiente. El silencio al campamento llegó temprano ese día, y tipo 19 hs. ya todos estábamos en estado de “día de cumbre”.
Anfiteatro Kuhn – Cumbre Libertador Gral. San Martín
Aquí el relato se vuelve personal, fue un día largo y se configuraron diferentes situaciones propias de un día de cumbre. Hecha esta aclaración, continúo.
Pactamos la tarde anterior salir a las 4 am en busca de la cumbre, a las 3:15 sonó el despertador de nuestra carpa, el viento pegaba fuerte, al punto de mover nuestra carpa a pesar de tener los faldones llenos de piedras. Decidimos esperar una hora más al reparo de la carpa antes de salir, otra buena decisión. Calentamos agua, desayunamos y preparamos té para la media mañana mientras nos alistábamos con lo básico para el día decisivo: agua, comida de marcha, un botiquín y abrigo. La comunicación a gritos entre carpas se selló con un en 5 minutos salimos.
A la salida de la carpa nos esperaron 2 horas de un acarreo que en mi escala personal se numera como 1/2, 1 paso adelante 2 para atrás, con piedras semisueltas que (con más maña que fuerza) permiten traccionar lo suficiente para avanzar cuesta arriba. A esta altura lo único que reconforta es saber que la bajada será “rápida”. La mañana nos encuentra salidos de la ladera del Anfiteatro Kuhn.
Repuestas las pulsaciones que nos disparan los 5800 msnm, la caminata ahora cobra un nuevo objetivo, el nevero lateral a una de las prominencias de este cordón, el Hoygaard de 6200 msnm. La marcha lenta y constante es nuestra mejor aliada y a las 11:30 nos encontramos bajo la prominencia del Hoygaard, y como venía bien, camino los 100 m lineales que me separaban de esta supuesta cumbre, más abajo Fernando Carrizo y Bernardo Duran estudian el camino a seguir hasta la cumbre principal. Según el libro escrito por C. Vitry, la distancia que separa a Hoygaard de la cumbre principal Libertador Gral. San Martín, es de 2 horas a buen ritmo. En estas se puede corroborar lo relativo y subjetivo de vivir esas dos horas en una travesía a +6000. Armamos sin mediar muchas palabras un equipo sólido entre Fer, Berna y yo, sabíamos que lo que venía era duro.
Transcurrimos aproximadamente una hora hasta alcanzar el filo cumbrero y 45 minutos más en transitarlo hasta la cumbre principal. Las lágrimas nos alcanzaron a la mayoría antes de la cumbre, es una montaña mentalmente desafiante como pocas en mi experiencia.
La cumbre, pasadas las 13 horas estuvo llena de abrazos, agradecimientos, videos y lucidez por parte de los 3, qué si bien cansados, el físico y la cabeza nos acompañaron en todo momento. Emprendimos el regreso. A media hora de nuestro descenso encontramos un caminante solitario (Marcos V.), a paso lento y firme, aunque para estas alturas más lento que firme, avanzando hasta la cumbre. Nos encontramos los cuatro y hablamos con él, le decimos que vamos bajando y en esto interrumpe Fernando con una frescura que a estas alturas es de otro planeta, “yo te acompaño, vamos que estamo’ ahí noma’” a +- 6200 metros, ofreciendo su compañía para que Marcos llegase a tiempo y tenga con quién bajar. Ver eso realmente me conmovió y pensé, este tipo es más grande que el cerro. Atine a preguntar si querían descargar algo de sus mochilas, los crampones, que sacamos de paseo esa mañana. Continuaron los 2 a la cumbre, deberían estar a una hora, y ya no los veríamos por el resto del día.
Berna y yo seguimos nuestro descenso, eran las 14 pm, y aún estábamos sobre los 6100. El camino era largo, pero para este momento ya conocido. La bajada se hizo larga, pero sin mayor dificultad que la de transitar en altitud, cosa que ya conocemos. Bajar a las carpas desde que vimos a Marcos me demandó 5 hs, a Berna un poco menos. A las 18:30 entré en la carpa, la cual se había volado por el fuerte viento del día y que entre Ale y Berna rearmaron. Extenuado, pero inmensamente feliz me dormí. A la hora o dos, se escuchaba desde adentro de nuestra maltrecha carpa que los compañeros habían retornado, cansados y contentos. De nuevo el silencio hasta la mañana siguiente.
El lado B
Adrián siempre adelante siguió los pasos de una expedición comercial y para no enfriarse con nuestro ritmo aprovechó que había gente en la montaña para aligerar su paso, coronó la cumbre 45 minutos antes que nosotros.
Ale en su primera experiencia de altitud “a pata” (y aclaro porque es piloto de avión de profesión), sabiendo que la mitad del recorrido en la montaña es su “cumbre” decidió llegar a la prominencia Hoygaard y haciendo uso de su GPS retornar al campamento.
Marcos y Fer llegaron a la cumbre minutos después de habernos cruzado. Aquí quiero destacar la actitud de Fernando Carrizo, que desinteresadamente subió nuevamente para acompañar a su compañero/amigo de montaña. Lo que hizo fue algo que no se cruzó por mi cabeza entre el cansancio y la hipoxia. Da cuenta de lo valioso que puede ser un compañero y una palabra de apoyo en estos ascensos que nos ponen al límite de nuestra resistencia física. ¡Inmenso Charrasca!
Anfiteatro Kuhn – Cachi
La mañana arrancó con nuestras energías repuestas, un desayuno que implicó todo el peso extra de comida en nuestras mochilas y un rápido desarmado de campamento para bajar hasta la camioneta. Salimos a las 10 hs en una jornada que sabíamos nos demandaría desandar todos los campamentos previos en aproximadamente 6 o 7 horas de bajada y así fue, ya que pasadas las 17 horas nos encontrábamos en el puesto Huaico Hondo donde comenzó la expedición y uno minutos después en la camioneta de regreso a Cachi pueblo.
Nos salió redondita.
Observaciones geográficas
Luego de transitar la zona y basándonos en la teoría de la dominancia, sobre lo que remite o no a una cumbre dentro de las cadenas montañosas, afirmamos que lo considerado como una cumbre (Hoygaard 6200) no es más que una prominencia en el filo cumbrero que desemboca en la cumbre principal Libertador Gral. San Martín de 6380 msnm según la cartografía y 6352 msnm medidos por C. Vitry y Darío Bracali en el año 2005. No desestimo la altura de 6380, sino que es esta la última medición quizás extra oficial pero precisa de la montaña. Sobre esto remito a un artículo que habla sobre el tema. http://www.culturademontania.org.ar/Relatos/primera-travesia-del-cordon-palermo-cachi.html
Agradecimientos
Agradezco a Marcos Villa y a todos los integrantes de la expedición por unos días de pura montaña y experiencia. Al club, que sin su apoyo esta actividad sería aún más “cuesta arriba” por no decir imposible en estos términos de contención y camaradería.
Por último, expresar mi más sincero deseo a todos los socios del club de pasar unas felices fiestas, a pesar de lo complejo de este 2020, siempre hay motivos para “ir pa’ arriba”. Abrazos.
Ricardo Martín Alderete