Por nuestros compañeros Liliana Barbá, Natalia Dahud, Nadia Díaz, Edgardo Andrade, Fernando Nuño Guerrero, y Sebastián Gramajo
“Vamos al Bayo en el día” invitaba para el sábado 3 de abril el mensaje de Fernando y, en mi caso, suponía una excelente oportunidad poder intentar el ascenso al Refugio por primera vez.
No había tenido oportunidad de compartir salida con Liliana, Natalia, Nadia, Edgardo y Fernando (de hecho, es la segunda que hago como socio AAM) pero advertí en el transcurso el mutuo conocimiento en la montaña, la cohesión, la avidez por seguir aprendiendo y la empatía y solidaridad como valores centrales que convierten a un grupo en un equipo.
El punto de encuentro pautado fue el galpón de Telecom, sobre la ruta 307, a las 8hs, pero finalmente lo hicimos a la vera de la ruta, a mitad de camino entre el galpón y el portón blanco, único lugar disponible para estacionar los vehículos.
Minutos antes de las 8.30hs y con un cielo casi despejado por completo iniciamos el transito por la senda que nos interna en la Quebrada del Barón, con un alto entusiasmo y energía en el equipo que rápidamente se contagia. Con 1.300 metros de desnivel y los casi 7,5 kilómetros de distancia el plan estimaba la llegada a nuestro objetivo a las 14hs, teniendo siempre en cuenta que la cumbre (en éste caso, el Refugio) es solo la mitad del camino.
Desde el inicio del trayecto y hasta la primera parte del filo que comienza en el Puesto de los Díaz los pastizales impedían ver con claridad la senda pero el conocimiento y la experiencia del equipo por esta ruta nos permitió evitar cualquier desgaste innecesario de energías.
Con un ritmo sostenido a las 11hs, y ya a 3.700 msnm, alcanzamos la Cueva, lugar donde estaba planificada una parada para hidratar, recuperar energías y evaluar los próximos dos hitos. “De acá en adelante podemos comenzar a sentir los efectos del MAM” recordábamos para estar atentos a cualquier síntoma.
Al iniciar el ascenso por el filo que nos conduce hacia el este a la Piedra Cuadrada nos cruzamos con dos compañeros AAM que descendían desde el Refugio después de pasar noche. “Falta un montón” nos marcaban pero no era más que una devolución de gentilezas de alguna experiencia compartida de la que con mucha gracia se recordaba. Metros más arriba nos cruzamos, esta vez por radio, con el equipo de Fátima, Sofía, Facundo que descendían por la zona donde se encuentran los restos del avión, también luego de hacer noche arriba.
Pasadas las 12.20hs hicimos escala en Piedra Cuadrada para reagruparnos y coordinar el desafío que supone el ascenso por la morrena. Una nueva estimación de tiempo para alcanzar nuestro objetivo se extendía ahora hasta las 15hs lo que motivó la decisión de separar el equipo en dos y que uno de ellos intente alcanzarlo en menor tiempo. Es así, que mientras el resto de los compañeros se quedaba a esperarnos, continuamos junto con Nadia, hasta el Refugio
El ascenso finalmente no se hizo por la morrena sino por la quebrada que conduce hasta la altiplanicie con el fin explorar y evaluar esta ruta como alternativa. Desde que nos separamos y cada 30 minutos tuvimos el constante seguimiento por radio de nuestros compañeros consultando por nuestro estado y grado de avance. El uso de mapas topográfico y satelital pero principalmente el conocimiento de Nadia sobre el terreno nos permitió sortear algunas dificultades y poder avanzar a un ritmo más sostenido.
Después de superar, por fin, la cota de los 4.300 msnm ingresamos a la altiplanicie desde la que divisamos el refugio a unos 500 metros de distancia y a las 14:20hs con gran emoción finalmente pudimos alcanzarlo. Nos tomamos un breve tiempo para almorzar, hidratarnos y dejar testimonio de nuestra presencia. Y, en mi caso, encontrarme unos minutos otra vez con un compañero de sendas que desde hace cuatro años vive en todas las montañas.
Es verdaderamente destacable el esfuerzo de toda la AAM para reparar éste Refugio, convertirlo en un “laboratorio de altura” y en cada ascenso hacer algún aporte para su conservación o mejora de las condiciones. Soy deudor en esto y asumo el compromiso en mi próxima oportunidad.
El descenso nos demandó unos 40 minutos hasta Piedra Cuadrada directamente por la morrena donde nos reagrupamos con el resto del equipo, al mismo tiempo que el alpapuyo alcanzaba la cota de los 4.000 msnm.
A las 15:50hs comenzamos a desandar el camino por casi 3 horas compartiendo experiencias y anécdotas de la montaña, haciendo que el esfuerzo parezca menor y proyectando nuevos desafíos. Un verdadero placer.
Sebastián Gramajo
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