Por nuestros compañeros :Rómulo Luque, Emiliano Soria Mansilla, Dolores Bascary, Natalia Dahud, Facundo Suarez, Cristian Jalil, Mariana Medjugorac, Maricarmen Ahumada Ostengo y Miguel Mostajo
Coordinadora: Maricarmen Ahumada Ostengo
Relato: Miguel Mostajo
Son las 6 am y mi primer encuentro fue con Emiliano, que ya me esperaba en el lugar acordado, luego pasamos a buscar a Cristian y empezamos la aventura.
Ya en ruta, con los relatos de las experiencias y/o anécdotas de cada uno, se hizo corto el trayecto.
La mañana es fresca y prometedora.
Llegando a los valles de Tafí, la luz de la mañana apenas comienza a iluminar.
Nuestra llegada al punto de encuentro se realiza poco más de las 8 y entre mates y charlas, van llegando los demás caminantes. Allí me encuentro con gente nueva, cada uno con su propia personalidad y su propio motivo para estar allí, pero que seguro, todos compartimos la misma pasión por la montaña.
Empezamos la travesía con el sol iluminando el cerro. La senda hacia la cumbre es hermosa y retadora.
El sonido de los pájaros y el murmullo de un pequeño arroyo, nos acompaña durante un tramo de la caminata, al igual que las largas charlas de Maricarmen y Dolores. Natalia y Mariana también se hacen sentir.
El camino serpentea, subiendo lentamente por la ladera de la montaña, ofreciéndonos impresionantes vistas del valle.
El sol brilla intensamente, pero la brisa fresca hace que la caminata sea muy agradable.
Mientras avanzamos, paso tras otro, se siente la energía renovada que brinda el contacto con la naturaleza.
Después de unas de horas de caminar, llegamos a la cumbre de “Alto del Matadero”. Allí despliega su sapiencia, sobre la flora y fauna de la región, Emiliano, con los aportes de Rómulo y Facundo, la clase magistral se hace enriquecedora.
La vista desde allí es impresionante, cielo azul a pleno, montañas extendiéndose a lo lejos, y hacia abajo, la vista de todo el valle de Tafí, con el Lago “La Angostura” en su centro.
La satisfacción de haber llegado a la cumbre es inmensa, pero aún más lo es, el haber compartido esta experiencia con los demás caminantes, que en su mayoría, apenas conocía.
Con Cristian, recordábamos nuestras experiencias en el CIM, y agradecíamos tener esta nueva oportunidad de conectarnos con gente nueva.
Luego, nos dirigimos hacia la escuelita de Matadero, para descansar y almorzar. Mariana, celebra su cumpleaños, con lo que al parecer, quedó de su riquísima torta y los demás le cantamos esa canción tan popular y alusiva, que todos conocemos.
El descanso, las charlas y el festejo, han ensanchado las almas y renovado la energía para el regreso, y esa sensación de gratitud y felicidad es palpable en el ambiente.
Emprendemos la bajada con la emoción de haber compartido una excelente jornada, que en lo personal, fue muy gratificante.
Terminamos la aventura con una sentada de café, donde cada uno expresó su gratitud por los hermosos momentos compartidos y nos despedimos con la promesa de volver a encontrarnos para otra aventura en la montaña.