Expedición a Piedra Pintada en el Cerro Muñoz a 3 800 msnm, pasando por Carapunco, el 1 y 2 de julio de 2023

Por nuestros compañeros: Belén Páez, Bernabé Benaglio, Diego Andrian, Oscar Sánchez, Ibonne Tucznio, Fátima Lucero, Dolores Bascary, Laura Alegre, Rómulo Luque, Pepe Rodríguez, Damián Soto Lescano 

Relato: Laura Alegre y Damián Soto Lescano

Esta expedición surgió en el marco de un cronograma de salidas de la AAM, buscando dar lugar a explorar y conocer nuestra geografía más allá de las típicas cumbres, fortaleciendo vínculos y conocimientos con nuestros socios. Por ello se pensó en nuestro mítico Co. Muñoz, poco explorado, pero no por eso, menos mágico que sus vecinas Cumbres Calchaquíes. En esta oportunidad el destino seria Piedra Pintada a unos 15km del parador de El Infiernillo. Ubicado a los 3800 msnm, un puesto de montaña que hoy en día está habitado por Don Santos Sequeira, quien pastorea ovejas en la zona y alberga en su patio una piedra tallada que se estima de larga data, y fue registrada en nuestra modernidad por el arqueólogo e historiador catamarqueño, Adán Quiroga allá por el año 1897 en su obra Folklore Calchaquí. Sin dudas, uno de los tantos tesoros que albergan nuestras montañas.

            El inicio de la expedición se había pautado para el día 01/07/23, previendo iniciar senda a las 07:00 de la mañana, lo cual implicaba hacer noche en El Infiernillo, que nos recibió con una temperatura agradable y escaso viento, dándonos una noche ideal para descansar e iniciar nuestra aventura.

Pero no todo sale como queremos, esa misma tarde, previa al ascenso a Tafí del Valle, nos damos con la novedad de que uno de los vehículos sufrió desperfectos mecánicos, lo que ponía en riesgo la expedición, sin embargo, nuestro deseo de aventurarnos a lo desconocido, llevó a que el traslado sea en colectivo, cambiando el auto por un servicio de la empresa Aconquija. A esta altura, ya se podía ver que a este equipo lo que no le faltaba era actitud. Así partimos algunos en colectivo, otros en auto, pero la expedición seguía en pie. Otra característica de este grupo fue su composición: la mitad estaba constituida por nuevos socios, recién integrados a la AAM y habiendo finalizado recientemente el Curso de Iniciación a la Montaña. La mayoría, nos conocimos recién en el parador del Infiernillo. Aun así, prevaleció la fraternidad y el compañerismo, valores esenciales para el montañismo, como si nos conociéramos hace más tiempo.

            El primer tramo de ascenso hasta Carapunco no fue fácil, había que portar mochila con carpa, abrigo, alimento y agua para hacer noche en el puesto y regresar al día siguiente. Si bien existen algunos arroyos en el camino, en esta época del año suelen tener poca agua y no siempre de buena calidad, por lo que se portear agua era también un punto en contra que deberíamos saber sobrellevar.

Antes de llegar a Carapunco, lograron acoplarse otras compañeras que, si bien nos habían adelantado que no podrían llegar al puesto por tener obligaciones personales, nos harían el aguante hasta Carapunco, ese momento, aportó con su espontaneidad y alegría que las caracteriza, esa cuota de aire fresco que necesitábamos para poder llegar al punto más alto, Carapunco.

            Luego de compartir una cumbre con almuerzo y charlas, de esas que te sacan sonrisas, se aprovechó el buen clima para explicar a los compañeros el trayecto que nos quedaba realizar…estábamos a mitad de camino y los paisajes que se veían eran de los más bonitos.

 Llego el momento de la despedida de quienes retornaban en el día, y el resto del equipo, luego de un abrazo sentido, siguió rumbo a Piedra Pintada, descendiendo a un valle que te roba las miradas, cruzando pequeños arroyos secos, que esperan ansiosos el verano tucumano, para ver resurgir su caudal que terminan alimentando al rio Amaicha, bajando por la Quebrada de los Corrales.

  En el camino pudimos apreciar algunos burros, cotorras, cóndores, ovejas y llamas que suelen pastar en la zona.

Luego de esta meseta de altura, llegaría el ascenso final, etapa que nos costó a todos, ya superábamos los 12 km con mochilas pesadas y un sol que estaba a pleno, dándonos una temperatura atípica para la época del año.

Empezamos a notar que el rendimiento comenzaba a ser dispar, pero no menos entusiasta con la idea de encontrar el puesto y el merecido descanso. Finalmente, a las 17:00 se pudo ver entre rocas al puesto, para finalmente, armar campamento al costado de una vega. Llegaría entonces el momento del abrazo y unos ricos mates, disfrutando de un atardecer soñado y como dice la canción “Bajo el puñal del invierno Murió en los campos la tarde, Con su tambor de desvelos Salió la luna a rezarle”, momento que se robó un silencio contemplativo. Pasada las 20, el campamento encontró el silencio, apenas interrumpido por la cena, para dar lugar al descanso reparador.

Al día siguiente, a las 8 ya estábamos todos de pie, luego de compartir el desayuno comenzamos a desarmar el campamento. Con todo listo, fuimos a conocer la Piedra Pintada (tallada) y el puesto, previo permiso solicitado a don Santos Sequeira, quien partía a sus quehaceres de montaña.

La piedra llamo la atención de todos, momentos de fotos, de buscar las mejores vistas, como quien quiere guardar en el corazón y la memoria ese paisaje de ensueño, por las dudas las cámaras no puedan reflejar tanta belleza.

Ya con las mochilas encima, partimos a las 10:00, con ese sabor a quiero quedarme un rato más, que siempre dejan nuestras montañas, pero debíamos regresar en horario, ya que parte del equipo debía regresar en colectivo y debíamos estar a las 17 en el parador.

Llegamos al parador pasadas las 16, y tras dejar el peso de las mochilas, solo quedó por recordar lo vivido, las emociones que provocó en cada uno…haciendo causa común todos, con la famosa frase…” cuando salimos de nuevo?”

Sin lugar a dudas, esta salida fue un aprendizaje interior, de conversaciones internas profundas, de conocimientos sobre nuestra geografía, cultura y fauna, pero por, sobre todo, de que la cumbre es solo una parte de la montaña, y no lo es todo, aprendimos que el camino es lo más lindo, y si es con buena compañía, lo es más.  Por último, nuestro agradecimiento a la AAM, que en todo momento apoyo esta expedición, y un abrazo sentido a todos los compañeros y compañeras, que conformaron un verdadero equipo, permitiéndose disfrutar y compartir la montaña conectándose con ella y con todos