Trekking a la desconocida Ciudacita inca en Tucumán

Nota aparecida en el diario La Nación el 8 de diciembre de 2019, referida a una actividad de guía que hicieron nuestras compañeras Gladys y Sofía Escudero, llevando a 2 amigos a La Ciudacita. Uno de ellos, Richard Araujo, envió este relato a La Nación Turismo. Felicitamos a nuestra compañeras, y a su padre Alfredo Escudero, por este logro. bien merecido se lo tienen

https://www.lanacion.com.ar/turismo/trekking-desconocida-ciudacita-inca-tucuman-nid2313402

8 de diciembre de 2019  

El siguiente relato fue enviado a lanacion.com por Richard Araújo. Si querés compartir tu propia experiencia de viaje inolvidable, podés mandarnos textos de hasta 5000 caracteres y fotos a [email protected]

El plan era hacer un trekking de altura partiendo desde la estancia El Tesoro, en Catamarca a 2800 m, para realizar el cruce de los Nevados del Aconquija a 4820 m y llegar hasta la Ciudacita inca en Tucumán (4400 m), enclavada en el corazón de las montañas, de ida y vuelta. Una exigente travesía de 4 días, debido a la altura y a los largos recorridos, pero con la recompensa de transitar por un entorno imponente de paisajes únicos.

Mi amiga Verónica, compañera de varias expediciones, hacía años que deseaba llegar hasta la intrigante Ciudacita inca para explorarla y adentrarse en sus misterios y leyendas. Pero el anhelo siempre se fue posponiendo hasta que finalmente este año logró obtener el valioso contacto de Gladys, que oficia de guía en la zona y reside precisamente en la estancia El Tesoro, punto de partida de todas las travesías del lugar.

Contábamos solamente con cuatro días para completar la travesía, por lo que tendríamos poco tiempo de aclimatación y la íbamos a realizar en estilo alpino, cargando todo nuestro equipo y provisiones en las mochilas, y sin animales de carga. Un lindo desafío.

Finalmente nos encontramos en el pueblo de San José de Catamarca, Verónica y yo, con Gladys, su hermana Sofía, y su padre Alfredo, que nos trasladaron en camioneta hasta la estancia El Tesoro. Llegamos al lugar en la madrugada, y con poco tiempo para descansar porque a la mañana temprano debíamos comenzar con el trekking.

El primer día arrancamos desde El Tesoro, remontamos un cañadón de enormes cardones, para llegar después a El Tesoro Alto, con parada para un descanso y almuerzo, donde compartimos unas sabrosas empanadas junto con nueces y pasas catamarqueñas. Luego continuamos la marcha subiendo una picada con densa vegetación achaparrada, cruzamos unos arenales de altura, para llegar al Campamento 1 La Ciénaga, a 3800 m, después de 9 horas de caminata.

Una reconfortante cena caliente, junto a un fogón encendido por Gladys y Sofía, fueron de gran valor para amenizar y combatir el frío de la montaña, sumado a unos tés de yuyos indicados para contrarrestar los efectos de la altura.

El segundo día seguimos en continuo ascenso, remontando un tramo de camino inca original mientras éramos observados atentamente desde lejos por los guanacos, que advertían a la manada sobre nuestra presencia. Las vistas desde aquí eran magníficas: abarcaban un amplio panorama de los Nevados del Aconquija, los valles calchaquíes, las sierras de Quilmes, y hasta los seismiles nevados de Catamarca, a lo lejos.

Continuamos, y después de cruzar unas interminables vegas húmedas y tomando varios descansos, llegamos al Campamento 2 “Las Vegas”, a 4500 m.

Luego de armar las carpas y buscar agua, unas pastas a la boloñesa oficiaron de cena, a la luz de la luna y de un cielo increíblemente estrellado.

En el tercer día salimos temprano para realizar el ascenso final al Abra o Portezuelo del Camino del Inca a 4820 m, punto más alto de la travesía, límite entre Catamarca y Tucumán. Cruzamos unas vegas con agua semi congelada, y por último remontamos un acarreo para poder alcanzar el Abra.

A mediodía iniciamos el descenso ya ingresando en el Parque nacional Campo de los Alisos de Tucumán. Un rato después arribamos al Campamento 3 Campo Colorado, a 4550 m, donde dejamos las mochilas para continuar nuestra travesía en busca de la Ciudacita inca. Luego de un largo trayecto cruzando la ladera de la montaña, llegamos finalmente a nuestro tan ansiado objetivo. Nos sorprendió el tamaño de las instalaciones, su ubicación, así como todo el misterio que la envuelve y lo que aún queda por investigar y descubrir sobre su construcción y su propósito real en aquellos tiempos. Por estos días, sus únicos habitantes y guardianes son los guanacos y las chinchillas.

Recorrimos las construcciones durante dos horas, encontramos por el camino pequeñas piezas de alfarería, morteros cavados en la roca para los alimentos, hasta que llegamos a la parte final, donde se sitúa estratégicamente la Plaza Mayor de 60 x 40 metros, y en un promontorio al borde del precipicio, lo que parece sería un Altar ritual. En esa zona se encuentra la tradicional “Puerta del Sol” orientada en dirección este-oeste,.

La “Ciudacita” es, sin dudas, un sitio arqueológico fascinante que vale la pena conocer, y es un patrimonio invaluable que merece ser atendido e investigado en toda su dimensión.

Finalmente regresamos al campamento, para arribar a última hora de la tarde, con el tiempo justo para armar las carpas, cenar algo rápido, y acostarnos.

El cuarto y último día, fue uno de los más agotadores, ya que debíamos remontar nuevamente los 4820 m del Abra del Camino del Inca por un pesado acarreo, y desandar todo el camino hasta la estancia “El Tesoro”…con el peso de las mochilas, y los efectos de la altura que se hacían sentir, sobretodo para quienes veníamos del llano.

Pero por suerte el clima era ideal, con buen sol, pocas nubes y viento, y así se mantuvo durante todos los días del recorrido.

Llegando al Abra, y luego de descender pasando por “Las Vegas”, tomamos una ruta de bajada alternativa a sugerencia de Gladys y Sofía, expertas conocedoras del terreno, pasando por los campamentos de “Las Pirquitas” y “Piedra escrita” donde paramos para sendos descansos. Finalmente, y luego de 11 horas de larga caminata, llegamos con las últimas luces, a la estancia “El Tesoro”…!

Muy contentos, nos felicitamos unos a otros, y allí nos esperaban Alfredo y Alcira con unos mates exquisitos con “chachacoma” y unas deliciosas empanadas caseras!