Expedición al cerro Bayo 5.100 msnm. en los Nevados del Aconquija del 7 al 12 de octubre de 2021

Expedición realizada por nuestros compañeros Ariel (Coche) Buckzek, Marcos (El Chapulín) Villa Kenning, Adrián Domínguez, Rubén Goñi y Benjamín Palacio

Esta expedición se realizó en el marco de cooperación con las autoridades del Parque Nacional Aconquija, al fin de explorar las nuevas áreas que dieron origen al actual Parque, tanto para validar, como para proponer nuevas sendas que permitan el acceso a las zonas más altas del mismo, por arriba de los 3.000 msnm. De la misma, surge un informe técnico que se entrega a las autoridades del Parque

Podría hacer un meme de los distintos lugares por los que transitamos, con sus distintas implicancias, como ser las dificultades geográficas, provisión de agua, días de caminata, lugares para acampar, etc. Datos que son de gran importancia para una expedición de esta naturaleza. Esos datos fríos desde ya están a disposición de los socios de la AAM, pero no quiero poner el acento en estas cuestiones.

    Hoy prefiero hablar de la parte humana, de las cuestiones que hacen a un grupo humano con algo que los une y los hace emprender un viaje, donde se someterán a los rigores del clima, irán por lugares que a veces son de gran dificultad física y en algunos casos pondrán en riesgo su salud y su vida. ¿Qué hace que hagamos esto? ¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué vamos con otras personas? ¿Con quienes vamos? ¿Qué buscamos conseguir?

    Quizás no haya una sola respuesta para cada una de estas preguntas. Cada uno tendrá sus propias respuestas, sus propias metas y formas de encarar la vida. Pero hare referencia a mi modesta apreciación de estas cuestiones y en referencia a los integrantes del grupo de la presente salida.

    En primer lugar, quiero hacer referencia al organizador de la salida, Marcos Villa Kenning (Chapulín), alguien que se volvió un gran organizador de expediciones. Alguien que se ganó con creces el respeto por esta labor. Quizás a veces pasamos por alto que detrás de una expedición hay una gran programación, máxime cuando se va a un lugar donde ninguno de los integrantes fue antes, y no se cuenta ni siquiera con un track del mismo. Muchas veces no apreciamos la gran tarea que ello implica. Horas de trabajo frente a una computadora, reuniones con otras personas, etc., todo para que uno vaya y empiece a caminar por detrás sin otra preocupación más que seguir al líder o guía. Por ello quiero resaltar esta noble tarea y entrega que muchos de nuestros socios hacen, y en este caso puntual como en otros tantos, se debió a la labor desinteresada de Marcos y solo de él.

    Después uno aporta a lo largo de las jornadas su propia experiencia, y tratará de apoyar y opinar sobre la marcha, pero la gran tarea está plasmada ya. Solo los detalles quedan al aire, y eso se debe a la gran programación que hacen los organizadores de estas salidas.

    Nunca dejemos de valorar este trabajo silencioso y previo a una salida. Tratemos de sumar con experiencias propias, pero sin perder de vista que esa persona estudió muchas cuestiones que muchas veces el resto no hizo.    Es un placer salir a una expedición organizada por Marcos, uno desde el comienzo tiene cierta certeza de que la tarea fue llevada a cabo responsablemente. Además, uno cuenta con su criterio tan acertado en la mayoría de los casos.

    También es bueno resaltar que los integrantes de una salida tienen muchas cosas en común, por lo menos eso fue lo que sucedió en esta como en otras ya realizadas por los mismos integrantes. Son muchos años de vivencias en la montaña. Muchas historias y recuerdos, pero sobre todo mucho conocimiento sobre la persona que está al lado de uno. Pasamos mucho tiempo con las personas en una expedición y ahí aflora lo mejor o lo peor de uno. Quizás conozcamos mejor a un compañero de montaña que a muchos amigos de la vida. Cuando uno comparte tantos días y uno pone su seguridad y hasta la vida en manos de un compañero de montaña, es porque confiamos en él. En la presente salida así fue, siempre se aportó por los integrantes del grupo distintas opiniones, pero siempre en un total grado de respeto. Se procuró en todo tiempo no separarnos o al menos si se lo hacía saber dónde estaban cada uno de sus miembros. En caso de separación del grupo se proveía de sendas radios para estar en permanente comunicación. Pero se hizo también no solo por cuestiones de seguridad, sino también porque uno quiere saber cómo está el compañero. Como está el amigo. Hay un real sentimiento de hermandad. No son solo cuestiones de protocolo, es mucho más que eso, uno quiere saber que el amigo está bien, necesita saberlo. Uno está dispuesto a hacer mucho por estos amigos, vaya a saber hasta qué punto, quizás hasta poner en riesgo la propia vida. Por suerte no tuvimos grandes percances en la presente salida, peo si hubo actos de entrega, quizás como cuando Ariel me dio el último trago que le quedaba de agua a pesar de que faltaba mucho tiempo antes de llegar a una provisión de la misma, llenándose de sed y grandiosidad por este acto. Mi admiración por él también es mayúscula. Sé que haría cualquier cosa por un amigo en la montaña, es pura entrega, al igual que otras personas que son miembros del club. Me saco el sombrero por ellos. Ariel fue la última persona en entrar al grupo, pero bastó con una salida anterior para mostrar de la madera de la que está hecho. Por eso siempre uno quiere que esté a la par cuando sale a una expedición.

    Qué decir de Adrián, un caminante extraordinario, alguien que constantemente estaba atento a ayudar a Rubén, procurando estar a su lado, y cargando parte de su equipo, al igual que otros miembros del grupo.  Fue reemplazado en pocas oportunidades de esta tarea. Pero nadie se lo pedía, lo hacía por pura entrega también. Otra persona que uno siempre quiere tener al lado en una salida a la montaña. Quizás sea al que menos conozco de los integrantes de esta salida por su forma introvertida y silenciosa, pero no por ello deja de ser una persona noble procurando siempre ayudar y hablando con sus actos lo que no dice con palabras.

    Dejo para el último a Rubén, qué decir del mismo. Ese ser que llegó al club desde sus inicios, y que supo ganarse el corazón de muchos de nosotros. Cómo no hacerlo, si es una de las alas de la Asociación. Es un ejemplo a seguir por muchos de nosotros. Realmente quiero ser como él cuando tenga su edad. Quiero tener esa entrega, esa fortaleza espiritual. Ese sacrificio y tenacidad para lograr las metas en la montaña. Qué decir de alguien que muchas veces llega con la última reserva de energía, pero siempre llega. Siempre llega. Es un caminante extraordinario y su crecimiento como tal a lo largo de los años fue exponencial. Es otra persona con la que es un verdadero placer tener al lado en una salida. Una persona también de gran nobleza y valores. Alguien que nunca se olvida de los verdaderos valores de la vida y de lo que realmente es importante. Basta con verlo abrir la bandera de su flia. en las cimas, para ver quién es y qué es lo importante para él. Lo acompañan siempre y uno no deja de emocionarse al verlo desplegar al viento esa bandera o la de sus compañeros del Técnico o la de la AAM. El lleva tres banderas consigo, y muchas personas en su corazón. Como no emocionarse al verlo gritar su tradicional grito en las cimas. Solo los que estuvieron a su lado pueden dimensionar el real esfuerzo que hizo para hacer cumbre. Espero que no borre lo escrito sobre él porque también es portador de una gran humidad y no querrá leer sobre él.

    Párrafo aparte para Javier López, dueño del puesto Pajas Amarillas (Puesto Real de Adobe), quien sin ser miembro de la expedición se llegó a caballo hasta el puesto, a los 30 días de ser operado de la rodilla, y para agasajarnos con cenas a la ida y vuelta de la expedición, y portearnos la carga en la parte más dura de la expedición. Bienvenido Javier al Club, socios como él representan los valores que todo club necesita para su crecimiento, teniendo todo lo que tiene que tener un montañista, acompañado siempre por Mariano Romano, que cada vez va siendo una persona cada vez más presente en nuestras expediciones que pasan por Paja Amarilla, que nos dejó preparado un guiso de lentejas, inolvidable.

    Esto no es un relato sobre las cualidades de cada uno de los integrantes de la expedición, es un relato sobre los numerosos Marcos, Adrián, Ariel que hay en el club. Y el único Rubén. No dejemos de valorar y ver estas virtudes en nuestros compañeros de viaje. Y agradezcamos tener la oportunidad de realizar una actividad donde se crea esta verdadera hermandad entre amigos.

    Por ello lo que hace que haga esta actividad es el amor por la montaña, con todas sus dificultades y formaciones, con sus animales y las personas que viven en ellas. Es realmente un templo, donde uno llega a templar el carácter y el alma, un lugar que si sabes ver realmente no te dejará ir, y procurarás volver apenas tengas la oportunidad.

    Los motivos por los que uno va son diferentes en cada uno. Yo voy porque necesito ir. Es como algo vital en mi vida. Es una cuestión de haber incorporado esos momentos en la montaña como parte del crecimiento espiritual.

¿Por qué vamos generalmente con otras personas? Porque es una oportunidad para compartir con ese amigo, en el lugar donde nosotros practicamos la hermandad.

Benjamín Palacio