Por nuestros compañeros: Ulises Kusnezov, José(Pepe)Rodríguez, Paula Cavanas, María Belén Vizcarra Páez, Paola Laparra, Ramón Nadal, Luis Gómez, Facundo Suárez, Luis Villa y Rubén Goñi
Relato: Rubén Goñi
Siempre que toca ir al Refugio, surge desde adentro una sensación especial, a pesar de las múltiples veces que he ido. No es lo mismo que ir a las otras montañas y no es porque las otras no sean atractivas, por su altura, por ir por primera vez o por todo lo que tiene cada una de las montañas a las que vamos. Es que el Refugio del Bayo, la sentimos como nuestra casa, es NUESTRO HOGAR EN LAS ALTURAS, y esto, por supuesto no es porque seamos los propietarios ni mucho menos, sino porque este Refugio se mantiene por un trabajo colectivo que lleva adelante hace varios años la AAM, y, los diferentes grupos que los visitan, llámense Bomberos Voluntarios de Tafí del Valle, Campeadores de hacienda, montañistas de Tucumán o de otras provincias, nos lo agradecen, y eso, eso, nos hace sentir muy orgullosos.
Aparte esta subida del grupo nuestro se combinaba con 2 grupos más del Club, el primero que se armó por iniciativa de Franco Rodríguez, iba el sábado y domingo, fueron 8, de los cuales 6 lo hacían por primera vez, el otro fuero 5 compañeras el domingo y lunes, de las cuales 1 iba por primera vez, y el nuestro que iba lunes y martes, éramos 10, o sea en 4 dias estuvimos 23 socios del Club en el Refugio. ESO ES LA AAM.
El motivo de la ida de nuestro grupo era reparar el telgopor del techo, se nos había despegado y se cayeron varios al piso y otros más estaban para caerse. Estas planchas están puestas en el interior del Refugio para mitigar el frío, ya que la chapa no es un buen aislante. Solucionar este inconveniente nos tenía preocupados hacía un tiempo, pero teníamos que organizar un grupo fuerte, porque trabajar a los 4 350 msnm, tiene sus complejidades, agregado a eso que hay que manipular el rotopercutor a batería que tiene el Club, que pesa unos 2,5 kg, con una sola mano, para hacer unos 16 agujeros.
El grupo de los 10 que íbamos era variado, pero la parte fundamental para hacer los trabajos estaba resuelta, porque en este caso iba Ulises y otros que colaboraríamos y también estaban otros compañeros con diferentes niveles, y algunos lo iban a hacer por primera vez, pero con esas ganas inmensas de llegar allí, lugar del que tantas veces escucharon diferentes historias en las reuniones del Club.
9 fuimos desde la ciudad y en el punto de encuentro se nos sumó Ulises que ya estaba en Tafí. Habíamos acordado que como él se bajaba el mismo sábado, se iba a ir primero con Pepe Rodríguez y Luis Gómez, para que le colaboraran con los trabajos previstos, el resto comenzamos el camino por la ruta que hacemos siempre, comentando las diferentes alternativas que se nos van presentando en esa geografía inmensa y particular que son las Cumbres Calchaquíes. Aunque uno la haya repetido muchas veces, siempre le encuentra algo diferente y una de esas cosas diferentes es que les comento a los compañeros que cuando volvamos, vamos a intentar visitar unos restos de construcciones de la Cultura Tafí que están cerca de la senda, aunque hay que cruzar un cañadón que veríamos cómo lo hacemos. La idea es siempre ir sumando contenidos a nuestras subidas al Refugio, ya tenemos los petroglifos, ahora le íbamos a agregar esta otra.
Llevamos 3 radios y quedamos en comunicarnos, como a la hora y media, calculando que tendríamos señal para saber cómo íbamos. El dia estaba propicio, con algunas ráfagas que bajaban la sensación térmica a esa hora, agregado a que el sol faltaba un rato para que nos comenzara a calentar, ya que vamos en dirección al este y todavía no se levantaba lo suficiente para superar las montañas que las teníamos encima.
Paramos unos minutos en el puesto de la Familia Díaz y continuamos hasta la piedra Refugio a buen ritmo, Ramón venía cerrando el grupo. Como a partir de allí, la pendiente comienza a ser sostenida, mientras la caminábamos, sabíamos que allí comenzaba la parte más difícil para algunos de los que no habían ido por primera vez y para Facundo, que la última vez que fue, se había vuelto desde allí, ahora se lo veía bastante bien, con la cabeza puesta en llegar y poniendo todo de su parte para hacerlo.
Volvimos a establecer contacto por radio con los compañeros y nos comentan que las compañeras que habían ido el domingo ya estaban regresando, lo cual, nos daba esa emoción natural, ya que el Refugio nos daba esa posibilidad de abrazarnos en el camino al mismo destino, en medio de la soledad de esas inmensidades, las compañeras bajando y nosotros subiendo, fue un momento muy agradable.
Después de cruzarnos con ellas, mientras íbamos subiendo, vimos que a Luis Villa, se le estaban complicando las cosas, empezamos por compartir parte de su peso y encaramos la morrena, cuando ya veíamos que íbamos a tener que esperarlo más, resolvimos que el resto del grupo continuara, le pedí a María Belén que se fuera con Paola, Facundo y Paula, mientras nos quedábamos con Ramón, acompañando a Luis.
Cerca del final de la morrena, como a los 4 100 msnm, tomamos la decisión, que lo mejor para él, era que regresara, porque por sobre todas las cosas, estaba la seguridad y que tenía que tener condiciones para hacer ese trayecto que le iba a tocar, de desandar el camino de vuelta, estábamos con tiempo para hacerlo, sin correr ningún riesgo innecesario, Ramón por supuesto se ofreció a acompañarlo, y quedamos con Luis, que la situación de los que quedábamos sin vehículo para el regreso, lo solucionaríamos con el colectivo, para que bajara tranquilo sin ninguna culpa y por supuesto quedamos en comunicarnos cuando ya tuvieran señal.
Al rato mientras seguía subiendo, cuando se termina la morrena ya nos vimos con los compañeros, nos quedaba más o menos un trayecto con algunas subidas, la parte más difícil ya la habíamos pasado, pero por supuesto el cansancio también se hace sentir, me quedo acompañando a Paula, que iba a ser su primera vez al Refugio, venía un poco más lenta que los otros compañeros, pero bien, con muchas ganas de llegar.
Cuando uno está acercándose ya se ve la antena pasiva de Telecom y eso tira porque ya sabe que está ahí no más de llegar (por supuesto en días con nube densa no se la ve) y ayuda a sentir que falta muy poco, pero antes de eso hay que subir otro desnivel que se hace eterno (si me habrá pasado más de una vez). Le decía a Paula que detrás de eso estaba el Refugio, nuestra casa en la montaña. Pero pasa uno llega arriba de esa subida, pero no se lo ve, porque desde abajo no se puede apreciar bien, entonces hay que subir un poquito más, luego se aplana y aparece la pampa del Bayo, y ahí sí, se mira a la derecha y ya está el techo que nos indica que ya estamos.
En lo personal, a pesar de las veces que vuelvo, esta tuvo el condimento de recordarme cuando llegaba con lo justo, en especial al principio cuando llegar al Refugio me significaba algo que me lo pensaba muy bien antes de ir, ahora me sentía devolviendo parte de lo que algunas veces hicieron conmigo, en especial Nicolás y Ulises Kuznezov, haciéndome el aguante para llegar, a veces llevando parte de mi peso, otras esperándome. Esta vez me tocaba esperar a Paula, como podría haber sido cualquier otro/a compañero/a y eso me hizo muy feliz.
Dentro del Refugio, era todo movimiento, Ulises subido a un tablón, apoyado en los banquitos y Pepe Rodríguez y Luis Gómez, colaborando. El trabajo que hizo Ulises, IMPRESIONANTE, agujerear la piedra soportando el rotopercutor a la altura de la cabeza a los 4 350 msnm, no es para cualquiera y la “bestia” esta, lo hacía como si estuviera en la ciudad, aparte de poner todo el entusiasmo que transmitía. Se logró poner los tacos y los tensores y a la vez se fue enganchando los alambres, se recolocaban las planchas de telgopor nuevamente en el techo, mientras se lo iba tensando. Se logró recomponer la posición de todas las placas y también Ulises rearmó las placas que estaban sueltas en la cumbrera.
Nosotros cuando llegamos colaboramos en lo que pudimos para que se terminaran los trabajos antes que se vuelva Ulises. Cuando llegó la hora del regreso de él se cargó una bolsa con basura y con alimentos que han ido dejando y que ya era inservible, ahora no me pregunten por dónde bajó, porque este baja por donde quiere!!!!!
Acomodamos las cosas para que la mañana nos encontrara con el Refugio en su mayor parte listo para darle la limpieza y acomodada final y nos preparamos para descansar e intercambiar conversaciones. Salimos afuera para saber de Ramón y Luis Villa y como a las 20 nos llegó el mensaje de Ramón que ya estaban abajo y todo estaba bien
A la mañana acomodamos los aislantes y las placas y también dejamos 2 bidones de 5 litros, con agua y el accesorio en la tapa, para las ratas no la rompan, lamentablemente el que dejamos los otros días, Luis, lo encontró afuera, ahora dejamos los bidones con la aclaración de por qué tiene ese capuchón metálico, esperaremos los resultados.
El regreso el domingo comenzó frío, hasta que bajamos de la morrena, ya ahí nos sacamos parte de la ropa, y nos tuvimos que sacar algo más cuando llegamos a la piedra que es como una cueva.
Hicimos la parada de unos minutos en Díaz y ya llegando al final, como habíamos conversado a la ida, nos desviamos para ver las ruinas que están en la margen derecha del cañadón donde corre un arroyo que también alimenta al canal de trasvase de agua hacia Amaicha. Pudimos ver parte de esas ruinas y quedará para la próxima hacer un recorrido más completo.
Nos despedimos de los compañeros que bajaban en el único auto que quedaba y con Pepe y Paula, nos pusimos a caminar por la ruta en dirección de Tafí del Valle, porque quedarnos allí parados en la ruta nos íbamos a helar, después de caminar unos 8 km, sin hacer seña nos paró una camioneta, que terminó siendo de un excompañero de la AAM, y muy conocido de la familia de Paula. Esas cosas que tiene la montaña, quien nos llevó hasta la terminal, y emprendimos el regreso definitivo