A La Ciudacita, por la Mesada de don Diego 30 de octubre al 3 de noviembre de 2023

Por nuestros compañeros: María Cavagna, Cinthia Pérez Mac Gibonn, Ulises Kusnezov, Franco Rodríguez, José (Pepe) Sebastián Rodríguez, Fernando Carrizo y Rubén Goñi

Relato: Rubén Goñi

    Entre el 30 de octubre y el 3 de noviembre, realizamos una expedición a La Ciudacita, comenzando desde el Puesto Los Chorizos, pasando previamente por el Puesto San Rosa.

    Esta expedición se concretó previa autorización del Parque Nacional Aconquija, lo que nos permitió concretar un proyecto que lo veníamos anhelando desde hacía mucho tiempo.

    Esta es una ruta, que tiene una cantidad de historia muy interesante, y es la ruta más accesible desde Tucumán, para llegar con caballos, o mulas, como lo hace actualmente el personal del Parque, cosa que no se puede hacer entrando desde Cochuna, por el sur o sea por las nacientes del Jaya.

    La Ciudacita es uno de los complejos arqueológicos de alta montaña, mejor conservados del Collasuyu, se tienen noticias de él, desde finales del siglo XIX y dentro de una expedición científica, las ruinas fueron visitadas en el año 1948 por una comisión de la Universidad Nacional de Tucumán integrada por el profesor Guillermo Rohmeder y Osvaldo Paulotti. Éstos, en compañía de estudiantes de la misma facultad, realizaron el primer levantamiento topográfico y descripción del material en superficie, asesorados por el arqueólogo Emilio Barbieri. La expedición siguió la ruta desde la vertiente tucumana, es decir, siguiendo Concepción, Alpachiri, Santa Rosa, La Mesada y Puesta Cascada, estableciendo el campamento en el sector de Las Cuevas, desde donde subían diariamente al sitio en cuestión https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-10432015000100008

    Por esta ruta en el año 1949, en una expedición en la que participó el Regente del Instituto Técnico, Profesor Miguel Ángel Torres, nació la idea de crear un albergue para el Colegio que comenzó a concretarse a partir del año 1950, hoy Las Mesadas, donde nuestro Club, estuvo colaborando un tiempo en su mejora. Y otro detalle muy importante es que desde este albergue varios estudiantes fueron a La Ciudacita y es el que permitió aglutinado alrededor de la figura de Orlando Bravo (quien estuvo 16 veces en La Ciudacita entre 1949 y 1991), crear la Fundación Campo de Los Alisos que hizo realidad primero, al Parque Nacional Campo de los Alisos, y hoy ampliado a Parque Nacional Aconquija

    Los que fueron en el año 1949, no solo tuvieron esta visión, si no que las miras fueron más allá y en junio del año 1950, estos expedicionarios junto con el Instituto de Estudios Geográficos de la UNT, fundan el primer Club de montaña de Tucumán, el ATA (Asociación Tucumana de Andinismo), que luego tuvo su sede, donde hoy está nuestro Club, y que fue gentilmente cedida por el ATA, para que la AAM, pueda desarrollar sus actividades y seguir creciendo.

    O sea hacer esta ruta nos significaba acercarnos a esta historia, agregado a esto que el último registro que tenemos de una expedición de montañistas, que se haya realizado por aquí era de octubre del 2019, cuando gente de El Tesoro y Santa María (Catamarca) liderados por Alfredo Escudero (socio del Club), con la participación de entre otros, nuestras compañeras Gladys y Sofía Escudero, realizaron la Travesía desde El Tesoro hasta el Jaya, pasando por Ciudacita (https://aamtuc.org/2019/10/20/travesia-estancia-el-tesoro-ciudacita-alpachiri-guiados-por-nuestro-socio-alfredo-escudero-10-al-14-de-octubre-de-2019/)

    Además, parte de esta ruta, en sentido inverso, la había realizado Ulises, que ahora lideraba esta expedición, con otros compañeros del Club, en agosto del 2020.

Y como es sabido La Ciudacita, es parte del Qhapaq Ñan, o sea es parte de esa numerosa red de caminos, creado por los Incas para unir los diversos pueblos del Tawantinsuyu y fue declarada por la Unesco el 21 de junio de 2014 Patrimonio de la Humanidad https://www.cultura.gob.ar/argentina-es-la-nueva-sede-de-la-secretaria-pro-tempore-de-qhapaq-nan_3903/

    Con todas estas referencias en la cabeza, se preparó con el entusiasmo que se merecía esta expedición. Era un desafío donde estaban en juego muchas cosas, primero la responsabilidad de representar al Club, en la relación institucional con el Parque y a la vez cumplir nuestro plan, para garantizar el éxito de la misma.

    El equipo que se había formado era una garantía de éxito, lo lideraba Ulises Kusnezov, y lo conformaban Cynthia Pérez Mac Gibonn, Fernando Carrizo, los 3 formaban un equipazo, sumados María Cavagna, Franco Rodríguez y José (Pepe) Rodríguez, valores nuevos y potentes del Club y el más flojito, el que suscribe.

    Arrancamos el 30 de octubre, a las 14 horas, desde el Puesto Los Chorizos, lo que nos ahorró 4 km. de caminata, sin mucho desnivel, pero que si suma para el resto de las jornadas. El dia se presentaba muy tranquilo y apacible, aunque sabíamos que a la tarde el pronóstico nos anunciaba lluvia. Llegamos un poco antes de las 17 horas a la Mesada de don Diego, y nos recibió la mula de Felipe, siempre presente allí aguantándose los embates de cuanto puma se le quiera animar, ya lleva dos enfrentamientos y va saliendo airosa y recuperada con las atenciones que le brinda el personal del Parque, pero siempre dispuesta a mantenerse allí, a pesar de todo; los pumas ya saben que no la van a tener fácil con ella.

    No hicimos más que acomodarnos y la lluvia, mientras tomábamos unos mates, se largó en forma tupida y permanente. Luego que amainó un poco, Uli fue a ver el tema de la conexión del agua y otros compañeros a cargar las botellas para asegurarnos para lo que nos quedaba del dia y mañana que iba a ser un dia largo.

    Mientras la charla fluía y la noche se acercaba, se preparó el fueguito para ir calentándonos y crear el ambiente para el asado que teníamos previsto realizar. Organizamos las carpas dentro de las galerías que tiene disponible el puesto, protegidos de la lluvia, y cuando las condiciones estaban dadas arrancamos con el fogón alentando la espera de que el asado estuviera listo, departiendo y por supuesto con importantes partidas de truco. Una vez que Fernando dio la voz de LISTO, y mientras Cinthia se encargaba del fraccionamiento, la tertulia fluía y el asado fue desapareciendo porción a porción.

    Secamos parte de la ropa mojada, dejamos las zapatillas para que a la vuelta las calzáramos, y la noche se fue apoderando de nosotros y las ganas de ir a dormir también, para arrancar el dia siguiente al que ya sabíamos que íbamos a encontrar mojado en todo su trayecto.

    Nos esperaban 9 km de recorrido y un desnivel de un poco más de 1.000 metros, este tramo el Intendente del Parque nos había informado que estaba macheteado en los sectores más complicados.

    Arrancamos pasadas las 8, por la senda que recorre la margen derecha del Pavas, el que nos acompaña con su sonido durante gran parte de este recorrido, atravesamos el bosque de alisos, los helechos frondosos y una vegetación bien tupida, es pleno bosque de las yungas. La senda está bien marcada en gran parte de su recorrido, y macheteada por personal del Parque, como nos había anticipado el Intendente Pablo Waisman. Arriba de los 2.400 msnm, el aliso comienza a escasear y aparece la queñoa, la vegetación va desapareciendo, pero los pajonales se hacen densos y dificultan la marcha, la neblina y la lluvia horizontal, va apareciendo y desapareciendo según soplen los vientos. La pava del monte también a esta altura ya no se la escucha y comienza a divisarse el vuelo de algún cóndor, siempre vamos atentos a encontrarnos con alguna sorpresa que nos depare la fauna, algunos compañeros llegaron a ver en un movimiento fugaz, un felino.

    Cerca de las 17 arribamos al Puesto de la Cascada, que tiene una pequeña construcción de piedras con techo de chapa, a este Puesto también se le llama Nacimiento. Las nubes que cubren gran parte del ambiente no dejan ver el paisaje, en una pequeña planicie que está más adelante del puesto, colocamos las carpas en un terreno más o menos plano.

    Los compañeros fueron a buscar agua, que está muy cerca del lugar y nos preparamos a tomar unos mates, mientras buscábamos las pajas y troncos lo más seco posibles para hacernos un fuego, con el que calentarnos un poco, recuperar fuerzas y compartir esos momentos entre charla va y charla viene.

    Aquí hay un cartel con soporte de madera, que sorprende su presencia, bastante bien conservado, pero totalmente borrada la impresión de la cara este, la del oeste ya también casi totalmente borrado por la acción del tiempo, son de cuando esto era Parque Nacional Los Alisos.

    A la nochecita me fui a la carpa temprano, los compañeros se quedaron un rato más, a descansar para el dia siguiente, que, si bien iba a ser más corto, un poco menos de 5 km, tenía un desnivel de casi 1.000 metros.

    Arrancamos un poco más de las 8, con nubes bajas y por supuesto también baja era la vegetación, el pajonal nos iba a acompañar en prácticamente todo el trayecto, la senda está bastante señalizadas con apachetas que ya llevaban mucho tiempo en su sitio, envuelta en el musgo que se fue formando a través del tiempo. El sendero, se notaba que había sido transcurrido por animales, porque está bastante marcado, aunque por supuesto los pajonales no lo hacen tan visible a simple vista, hay que estar atentos para observarlo bien y no confundirse. Llevar el track se hace imprescindible.

    Después de los 3.400 msnm, ya empezaron a desaparecer las nubes y se hacía presente el sol con el dia despejado, las queñoas también desaparecían y el pajonal también se hacía escaso. Nos faltaba ascender todavía un poco más y la preocupación principal era encontrar cerca el agua, teníamos información que había cerca, pero no teníamos bien claro donde estaba.

    El campamento lo teníamos que hacer en el lugar que se llama La Cueva, sitio comentado en los relatos con los que contábamos, pero que no estaba específicamente ubicado.

    A eso de las 16 y 15, los compañeros divisaron el lugar donde íbamos a acampar, efectivamente es un hueco que forma una piedra que se la puede ver por el Google Earth, se ha formado una cueva que estaba rodeada de una pirca de piedras que dan la posibilidad de tener un reparo allí, a la vez es una zona cómoda para poner las carpas, con una planicie que aseguraba un buen descanso.

    Apenas se armaron las carpas Ulises y Pepe se fueron en busca el agua, por un lado y Fernando por el otro, por suerte se encontró, en especial el lugar que había encontrado Fernando nos quedaba bien cerca del campamento, con eso ya teníamos solucionado el principal problema. El resto de lo que nos quedaba del día lo dedicamos a, acomodar un poco La Cueva, donde lamentablemente había una cantidad de botellas vacías dejadas de manera desaprensivas, afeando el lugar. Había unas cuantas yaretas secas que, con lo que pudimos juntar de pasto seco que encontramos, alimentamos el fuego que enseguida se hizo presente. Jugamos un truco, acompañado por la vuelta del mate.

    Cuando se vino la noche, los compañeros siguieron alrededor del fuego, me fui a la carpa pensando en el dia siguiente, en lo largo que iba a ser y en las rachas de viento que anunciaba el pronóstico, para ese jueves 2.

    Ese jueves nos levantamos a las 6 y a las 7 ya estábamos en marcha, previamente dejamos levantadas las carpas y solamente llevamos lo imprescindible, el agua, la comida de marcha, la campera de pluma, los guantes, anteojos, solamente lo imprescindible. Fueron un poco más de 3 horas de marcha, acompañados por esas rachas de viento que estaban previstos, entramos por el acceso norte de La Ciudacita, por donde está derrumbada una parte del muro, los compañeros ya estaban recorriendo el sitio, en especial Franco y Pepe que iban por primera vez.

    Para mí era la cuarta vez y completaba este sueño de estar allí nuevamente, llegando por el camino histórico, con el que tantas veces había soñado de poder hacerlo, feliz de haber logrado que el Club, después de 9 años de mantener una política de respeto y colaboración con las autoridades del Parque, haber logrado el permiso necesario para poder realizarlo de este modo, poniendo a nuestro Club, en una posición confiable y colaborativa con el Parque Nacional Aconquija.

Después de hacer, no con cierta dificultad, por el viento permanente, la foto de rigor, emprendimos el regreso, con un dia despejado, pero que abajo del campamento de La Cueva, las nubes estaban cubriendo todo el horizonte, presagiando que íbamos a tener alguna llovizna en nuestro regreso.

    Pasado el mediodía llegamos para levantar el campamento, previo almuerzo correspondiente, y emprendimos el regreso al puesto La Cascada.  Llevamos en la mochila nuestros petates y toda la alegría de haber llegado bien a La Ciudacita, ahora nos quedaba unos casi 5 km, en los que teníamos que estar muy atentos porque transitábamos una senda mojada, en bajada y con cansancio acumulado. Por suerte todo anduvo bien, y llegamos a la Mesada de don Diego un poco más de las 16 y 30, y para alegría nuestra nos encontramos con la comisión del Parque que estaba subiendo a hacer el relevamiento de las Tarucas. Encontrarnos nuevamente con Juan Santillán, guardaparque y socio de la primera hora de la AAM, que después por obligaciones con otras funciones en otros destinos, tomó otros rumbos y ahora nos volvíamos a encontrar, también con David Argañaraz, amigo y con quién compartimos horas de amenas charlas, con José Mazuco, con quien nos habíamos encontrado en otra oportunidad, y ahora nuevamente nos encontrábamos en otro lugar del Parque y también con los otros guardaparques que no nos conocíamos Carlos Hein y Mariano Libua. Pudimos retratar este momento en una foto histórica.

    Después de las charlas y los saludos correspondientes, nos despedimos de ellos, para emprender el último tramo que nos faltaba recorrer, relajados pero atentos a no cometer ningún error. Llegamos a Los Chorizos donde había sido nuestro comienzo 5 dias antes, y terminamos con un festejo, en la Plaza de Concepción. El objetivo se había cumplido.

    Quiero agradecer en primer lugar al Intendente del Parque, Pablo Waisman, por otorgarnos el permiso para realizar esta expedición y en especial a Ulises, que llevó solo la carpa donde estábamos los 2, más el calentador y la cena, gracias. Y a mis compañeros que siempre estuvieron aguantando mi ritmo, cada uno en diferentes momentos, pero siempre estuve acompañado, porque por supuesto era el último, gracias y a la AAM, por poder realizar estas expediciones soñadas